Refiriéndose al PP y en
concreto al por entonces Presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, reprochaba
Sánchez en 2019 de manera solemne en sede parlamentaria que “a ustedes, señor
Casado, se les fugó Puigdemont, y yo me comprometo hoy y aquí a traerlo de
vuelta a España y que rinda cuentas ante la Justicia española” (sólo le faltó
decir, palabra de honor). Y es que el problema no era menor, pues dos años
antes, siendo President de la Generalitat Puigdemont y Rajoy presidente del
Gobierno, el Molt Honorable se había alzado contra el Estado de Derecho al
frente del Govern declarando la independencia de Cataluña y suspendiéndola
minutos después para dialogar (¡bonita forma de diálogo!), lo que suponía la
comisión de delitos gravísimos que, en cualquier país democrático (y hasta
entonces, también aquí) se castigaban severamente por la Justicia con condenas
de prisión e inhabilitación para bastantes años, como obviamente sucedió en
España a quienes, abortada la asonada totalitaria secesionista, comparecieron
ante la Justicia, aunque algunos, entre ellos Puigdemont (el jefe de la banda
totalitaria), haciendo gala de su cobardía irresponsable decidieron no
comparecer ante los tribunales de Justicia y fugarse para eludir sus
responsabilidades. Por tanto la declaración de Sánchez en 2019, tenía todo el
sentido del mundo y su promesa de traer al prófugo era la gran esperanza para
cualquier demócrata español. Sin embargo, no ha sido así, pues han pasado cinco
años de tan solemne promesa y, en ese tiempo, Sánchez no sólo no lo ha traído,
sino que, por el contrario, para conseguir el beneplácito del secesionismo
totalitario para ser investido y para permanecer en el poder, les ha puesto a
los delincuentes secesionistas una alfombra roja indultando a los finalmente
condenados por el Tribunal Supremo y anulando del Código Penal el grave delito
de sedición por el que se les condenó (ya ven, muerto el perro….) y además por
si lo anterior no fuera suficiente, como, tras los últimos comicios generales,
al PSOE de Sánchez le era imprescindible el apoyo de los siete diputados del
prófugo ultraderechista catalán para mantenerse en Moncloa, no hubo reparo
alguno en enviar a sus más fieles emisarios a la guarida del fugado en
Waterloo, no para convencerle de que regresara a España y compareciera ante los
tribunales de Justicia, ni para traerle y que respondiera ante ellos, como
había prometido a todos los españoles, incluidos los catalanes, sino para
pactar con él y hacerle socio de investidura (otro más, junto al resto del
secesionismo, tanto vasco como catalán), cediendo obviamente a cambio para
lograrlo una indecente Ley de Amnistía, insólita en cualquier Estado
democrático, que el prófugo le exigía y que ahora, según el juez Llarena,
paradójicamente no puede aplicársele al fugado por estar inmerso en un proceso
de investigación por la presunta comisión de delitos no amnistiables, como es
el de malversación, con lo que, de momento, su orden de detención contra el
prófugo sigue vigente en estos momento en que, curiosamente llegaba la hora de
investir como President de la Generalitat al socialista Illa, ganador en los
comicios catalanes, a lo que Puigdemont se oponía ya que quería que se le
invistiera a él a pesar de haber perdido las elecciones, tal como sucediera con
Sánchez en las generales contra Feijóo. Así las cosas, un prófugo Puigdemont
crecido por la rehabilitación del secesionismo que le hace Sánchez, pero muy
frustrado por el pacto del PSC con ERC para investir a Illa, anuncia a bombo y
platillo que asistirá a la sesión de investidura del socialista Illa como
diputado en las Corts y que asume que puede ser detenido pues la orden del
Supremo de detenerlo al pisar suelo español sigue vigente y así lo reitera el
juez Llarena.
Y, llegado el momento, Puigdemont cumple
su palabra a medias ya que, poco antes de iniciarse la sesión de investidura de
Illa y a pocos metros del lugar, reaparece el totalitario prófugo paseando por
las calles de Barcelona, da un mini-mitin ante centenas de personas a pocos
metros de Les Corts tras haber permitido el alcalde socialista barcelonés
montar un escenario y pantallas para recibir al prófugo, quien conocía desde
hace días que no contaba con seguimiento ni vigilancia policial pese a la orden
vigente de detención, con lo que, por arte de magia, al finalizar el
esperpéntico acto con su brevísima arenga para arremeter contra el Estado
Español, desaparece de nuevo y vuelve a fugarse delante de varias decenas de mossos
que le rodeaban para, supuestamente, detenerlo, provocando con su nueva huida
un bochorno nacional e internacional de grandes dimensiones. En definitiva, el
Presidente de Gobierno no lo ha traído como prometió, sino que, por el
contrario, pactó con él buscándole en Waterloo, y, al final, fue el prófugo
quien vino voluntariamente por su cuenta y riesgo, no para comparecer ante la
Justicia sino para burlarse del Estado y, tras anunciar previamente su regreso
a España, volver a fugarse insólitamente, esta vez con luz y taquígrafos,
televisado en directo, desencadenando todo tipo de especulaciones e incógnitas,
pues en cualquier otro Estado democrático del mundo, la mitad de lo que sucede
en España ya hubiera provocado la dimisión de los responsables de semejante
fiasco, que apunta al propio Presidente del Gobierno, quien hasta la fecha da
la callada por respuesta a lo sucedido con un sospechoso silencio, no cesa a
nadie y nadie dimite voluntariamente. Un daño irreparable para la higiene
democrática en nuestro país, que se convierte en bochornoso protagonista en
todos los medios nacionales e internacionales pues es inconcebible todo lo que
está pasando y nadie entiende que un prófugo de la Justicia se convierta en
socio del Gobierno; ni que dicho Gobierno no solo perdone los graves delitos
indultando a los condenados sino que además desautorice con una insólita
amnistía las condenas dictadas por el Tribunal Supremo quien, agotadas las
instancias judiciales pertinentes, les condenó tras un procedimiento limpio y
con todas las garantías procesales, cuando además dicen no arrepentirse de nada
sino todo lo contrario; ni entienden que Puigdemont lleve siete años fugado con
el beneplácito del Gobierno español sin exigir a la UE que se ejecute la orden
europea de arresto contra él y, menos aún, que ni siquiera se le detenga al
pisar suelo español y se permita su nueva fuga estando rodeado de mossos y
sabiendo previamente el día, la hora y el lugar en que exhibiría sus chulescas
diatribas contra el Estado de Derecho…… En definitiva, demasiados sospechosos
acontecimientos que, como mínimo, requieren que, además de otros responsables, el
Presidente del Gobierno, máximo responsable político en España, responda a la
ciudadanía que se pregunta y le pregunta: “Sánchez, y ahora ¿qué hacemos?”,
pues si le queda una pizca de dignidad, debiera responder ya que no es
aceptable que, de momento, ante sucesos tan graves siga de vacaciones y dando
la callada por respuesta. En cualquier otro país democrático su Jefe de
Gobierno ya habría dimitido o, al menos, habría cesado a los responsables
directos de lo sucedido….Pero, ya ven, esto es España.
Una España incomprensible en que
incluso el único acto positivo de la bochornosa jornada, la investidura de
Illa, eclipsado por la farsa totalitaria de Puigdemont y su nueva fuga, queda
empañada por las cesiones concedidas a ERC de una especie de “cupo catalán”
financiero que rompe los principios progresistas constitucionales de igualdad y
solidaridad entre todos los españoles (incluidos catalanes, y debiera incluso
incluir a vascos y navarros), agravado con la hipócrita y cínica intervención
de la Vicepresidenta Montero (ya que Sánchez no asistió ni a la investidura ni
a la farsa secesionista), quien, en su papel de la voz de su amo ausente,
defiende a capa y espada el polémico e insolidario privilegio financiero cuando
hace pocos días ella misma lo rechazaba tajantemente; ya saben, “estos son mis
principios y si no le gustan, tengo otros”, es, por lo visto, la forma de actuar
del sanchismo puro y duro. Ya sólo hubiera faltado que el fugado hubiera
conseguido antes de volver a fugarse impedir la investidura de Illa, pues
hubiera sido el colmo de los colmos de la incompetencia política y el hazme reír
total. No obstante es altamente preocupante que para sostener al Gobierno de
España hayamos tenido que pagar el alto precio de una amnistía insólita exigida
por Junts y que para hacer lo propio ahora con el Govern catalán tengamos que
pagar el alto precio de una “singular financiación” para Cataluña exigida por
ERC….y, si no, se acabó lo que se daba. Entretanto, el ridículo espantoso y el
sesgo democrático de soportar una chulesca farsa organizada por el
secesionismo, socio y puntal de Sánchez, para recibir con todos los honores a
un prófugo de la Justicia, en que hasta el recientemente elegido President del
Parlament de Catalunya sale a la calle para acompañarle hasta el escenario
montado a pocos metros del Palau…..y encima no es apresado para que comparezca
ante el juez Llarena, a quien para colmo señalan como el malo de la película.
Cabe pues alegrarse obviamente porque
Cataluña tenga ahora un Govern no soberanista, el primero desde 2010, pero cabe
también preguntarse si a dicho gobierno minoritario le dejarán gobernar sus
propios socios secesionistas, pues de ellos depende la gobernabilidad tanto en
Cataluña como en España, y, lo más preocupante, en caso de que les dejaran a
ambos gobernar, es el precio que habrán de pagar todos los españoles, pues
ellos mismos lo dicen alto y claro, el objetivo es conseguir como sea la
independencia de Cataluña. De momento Illa acaba de tomar posesión como “President
de Catalunya” tras ser proclamado en el Parlament por 68 votos a favor (PSC,
ERC y Comuns), 66 en contra (Junts, PP, Vox, CUP y Alliança Catalana) y el voto
no emitido del mismísimo Puigdemont, patético protagonista. E Illa toma
posesión con guiños al secesionismo (no le queda otro remedio, vaya a ser que
se enfaden ya) con un discurso sólo en catalán y sin la presencia de la bandera
de España en el que apela a “la defensa de la lengua, la cultura y nuestra
tierra”, pero se olvida de la riqueza del bilingüismo al que tanto aludió
durante la campaña electoral para conseguir ganar los comicios, aunque promete “gobernar
para todos” y tiene el detalle de prometer su cargo con la fórmula adecuada de
acatamiento a la Constitución y no, como los presidentes secesionistas, con
chapuceras fórmulas para escaquear el bulto (algo es algo). Por su parte, tras
el escándalo protagonizado por la nueva fuga de Puigdemont, el juez Llarena pide
explicaciones a Interior (¡ay Marlaska de mi vida!) y exige que le aclaren qué
falló y quién diseñó el operativo, mientras Moncloa no reconoce errores pero se
desentiende de la fuga y culpa a los Mossos, en tanto que dos agentes son
detenidos por colaborar en la nueva evasión, mientras el PP acusa a Sánchez de
que el CNI no vigile a Puigdemont, cuando el mandato judicial obligaba a
Mossos, Policía y Guardia Civil a apresarle. El caso es que el atestado detalla
una sucesión de chapuzas que facilitaron la fuga, entre otras cosas,
reconocieron a los agentes infiltrados, no funcionó la emisora y ni memorizaron
las matrículas….. ¿tan ineficaces son nuestras fuerzas de seguridad?, no lo
creo ni quiero creerlo. El caso es que Marlaska señala al Gobierno por su falta
de control sobre Puigdemont en la frontera y reclama informes detallados sobre
el fracaso del “operativo”, mientras el prófugo Puigdemont ya disfruta en su
guarida de Waterloo desde donde carga contra ERC y contra el conseller de
Interior y reprocha la “caza de brujas” contra los mossos que le ayudaron,
mientras la policía autonómica reconoce que sólo tenía un plan de acción y que
debían preservar la “dignidad de la persona que volvía del exilio” (¡menuda
dignidad la de un prófugo de la Justicia al que no se le ha exiliado, pues
simplemente se ha ido cobardemente para evitar ser procesado por los tribunales
españoles. En fin, sin más comentarios….; sólo añadir que si Sánchez en su
profundas reflexiones no es capaz de decirnos qué hacemos ahora ante estos
hechos deplorables, que intente al menos entender lo que no debemos seguir
haciendo para no seguir deteriorando nuestro sistema democrático, pues él es el
principal responsable de lo que está pasando.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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