Sin duda alguna la
inmensa mayoría de los ciudadanos quiere y espera que, en la medida de lo
posible, sus gobernantes solucionen los problemas o, al menos, que vayan en
dicha dirección en vez de crearlos o empeorar más todavía los existentes, lo
que, al final, provoca un desencanto y hartazgo político, en definitiva, una
frustración democrática ciudadana que sólo favorece a los radicalismos
populistas antidemocráticos que esperan su oportunidad para imponer su ideario
autoritario con el beneplácito mayoritario en las urnas, es decir, aceptando
las reglas democráticas, dado que las circunstancias no favorecen imponerlo por
la fuerza. Por ello, para evitarlo, es imprescindible que nuestros gobernantes
y políticos genuinamente demócratas defiendan y apliquen siempre las reglas de
juego democráticamente establecidas tanto cuando las mismas les benefician como
si les perjudican partidariamente, pues lo contrario es inaceptable,
improcedente y altamente peligroso y nocivo para la democracia, por ello, en
buena lid cuando las opciones moderadas democráticas pierden en las urnas lo
que procede es hacer una autocrítica severa sobre las causas de semejante
anomalía en vez de pretender inhabilitar la victoria con remedios de dudosa
credibilidad democrática que, al final, atenta peligrosamente contra el propio
sistema. Pero todo esto requiere de nuestros políticos altas dosis de
responsabilidad, moderación y escrupuloso respeto a las reglas de juego
democrático que, visto lo visto, no son virtudes que acompañen a nuestros
dirigente políticos en España, pero tampoco en el resto de Europa. Algo se
tiene que estar haciendo bastante mal para que, por ejemplo. en Italia ya
gobierne la ultraderecha, en Países Bajos suceda lo mismo, en Francia esté a
punto de suceder, y en España todo dependa de los partidos minoritarios
independentistas en plena gresca de PSOE y PP, los partidos demócratas
moderados y europeístas que han venido gobernando el país desde que se
instaurara la democracia en 1978. Sin embargo nadie ve ni quiere ver, ni se
pregunta sobre las causas que provocaron este deterioro de los partidos
demócratas moderados que, siendo de izquierdas o de derechas, han ido
alternándose en el poder, tanto en Europa como en España, pilotando la
gobernanza desde el final de la Segunda Guerra Mundial en Europa y también en
España y los Estados satélites de la URSS aunque algo más tarde por estar
demasiados años después de la guerra bajo el yugo de la dictadura. Y como tengo
el convencimiento de que eso no es lo que quieren los pueblos libres cabe
preguntar: ¿dónde están los partidos socialistas o socialdemócratas europeos
que lamentablemente han desaparecido, prácticamente o realmente, en Francia,
Italia, Grecia…. dejando sin opciones electorales a sus votantes, políticamente
huérfanos? ¿dónde está aquel PSOE moderado y con escrupuloso sentido del Estado
de Derecho que ganaba elecciones por contundentes mayorías y reconocía su
derrota cuando las perdía facilitando la alternancia política del vencedor que
toda democracia debe amparar? Ya ven, todos ellos están extinguidos o en vías
de extinción; ¿qué pasó con ellos? Seguramente sus dirigentes estaban cada vez
más pendientes de conservar sus poltronas y su posición política, por raquítica
que fuera progresivamente, que de afianzar sin sesgo alguno la democracia en
sus respectivos países como el menos malo de los sistemas políticos
experimentados. Y si hablamos de la derecha, aquella derecha conservadora,
liberal o demócrata-cristiana, sucede tres cuartos de lo mismo. En fin, unos y
otros, estamos confundiendo peligrosamente la gimnasia con la magnesia,
mientras con torticeras artimañas buscamos acorralar a una extrema derecha
pujante (en Francia ya es casi imposible) con pactos antinatura con
radicalismos de izquierdas tan peligrosos como los de derechas, cuando lo que
hay que hacer es rebatir cada día sus demagógicas recetas populistas (las de
unos u otros) en vez de, por no hacerlo cuando procede, tener que buscar
después, cuando ganan en las urnas, su descrédito para inhabilitarlos, lo que
supone obviamente un descrédito para la democracia, y un desencanto y hartazgo
político insoportable e inasumible.
Ciñéndonos a España, como el
Tribunal Supremo (desautorizado insólitamente por el Ejecutivo de Sánchez con
su insólita ley de Amnistía para los secesionistas del procés) rechaza ahora
aplicar la Ley de Amnistía al delito de malversación (previamente suavizado por
el Gobierno en el Código Penal) se monta la marimorena porque ello supone,
obviamente y contra lo que se pretendía con la citada Ley, mantener la orden de
detención del prófugo de la Justicia, Puigdemont, socio de investidura de
Sánchez a cambio de sus siete votos que éste necesitaba para ser investido presidente
de un Gobierno minoritario de coalición con el populismo izquierdista, apoyado
por todo el secesionismo vasco y catalán de izquierdas o de derechas, y porque supone
además la inhabilitación hasta 2031 que, entre otros, afecta a Junqueras (el
otro socio secesionista de Sánchez, en este caso de izquierdas, pues cualquier
ideología le es válida al líder socialista) a pesar de haber sido ya indultado
por Sánchez, como el resto de condenados por el procés y en contra de lo que en
su día prometiera a los españoles. La marimorena está pues más que asegurada si
a esto hay que añadir la incierta investidura del socialista Illa en Cataluña
al negarse los propios socios de Sánchez citados a favorecerla por el mero
hecho, fundamental en democracia, de haber ganado en las urnas, mientras Puigdemont
exige incluso que es a él a quien hay que investir a pesar de haberlas perdido,
al igual que Sánchez fue investido a pesar de haber perdido las generales
frente a Feijóo. Ya ven, por más que, de cara a la galería, ERC y Junts digan
que desvinculan la investidura en Cataluña de la decisión judicial del Supremo,
la realidad es que la Sala Segunda del Alto Tribunal frustra los planes del
Independentismo, pactados con Sánchez, al considerar los magistrados que el
delito de malversación queda excluido del texto concreto de la ley porque
entienden que hubo enriquecimiento ilícito aunque el dinero desviado para la
consulta no fuera directamente a sus bolsillos (cabe recordar que, por más
matices que al delito de malversación le quieren poner los gobernantes,
malversar significa “apropiarse o destinar los caudales públicos a un uso ajeno
a su función” y es obvio que los caudales públicos destinados al procés no tenían
dicha función).
Por lo tanto, haciendo uso de su
derecho y deber, el Supremo deja a Puigdemont sin la amnistía que le prometió
Sánchez a cambio de sus siete votos, con lo que el Alto Tribunal culmina siete
años de acción judicial contra los autores del golpe del 1-O ya que seis de los
siete magistrados ven la ley inaplicable al delito de malversación, tal como
defendieron los fiscales del 1-O frente a García Ortiz, pues no se puede borrar
la malversación y, por tanto, Puigdemont será detenido si pisa suelo español,
con lo que, de momento, el Supremo ataja la amnistía de “alta velocidad” a
Puigdemont y critica la “precipitación” para aprobar la ley sin definir su
contenido “con mayor nitidez”, mientras Feijóo carga contra el Gobierno porque “ni
siquiera saben hacer la ley”, en tanto que Junqueras y Puigdemont, quien se burla
de la decisión judicial y equipara al TS con la mafia definiéndolo como “la
Toga Nostra”, se reúnen en Waterloo con la investidura de Illa cada vez más
complicada pues el fallo del TS acerca una repetición electoral en Cataluña…y
quién sabe si también en España. Así las cosas, la lista única independentista
se agita de nuevo, mientras el Gobierno de Sánchez, enfrentado de nuevo con el
PP por este asunto tras el reciente acuerdo sobre el CGPJ, manifiesta que “la
Ley de Amnistía es clara y los jueces tienen que aplicarla” (lo que no quiere
decir que la tengan que aplicar al gusto del consumidor, en este caso del
Ejecutivo y de los secesionistas). Entretanto se aplica la amnistía ya a los 46
policías procesados por las cargas del 1-O de 2017, aunque alguno de ellos,
sacando su dignidad como bandera, deja clara su postura: “prefiero ir a juicio
que la amnistía, me dan un perdón que no necesito”, contrastando con quienes
realmente la quieren y necesitan por haber cometido graves delitos contra el Estado
de Derecho por más blanqueamiento interesado que Sánchez pretenda concederles.
Y mientras Feijóo media en la UE
para que actúe antes que el TC respecto a la amnistía y retrasa su recurso
contra la medida de gracia para ganar tiempo porque no se fía del TC con la actual
mayoría progresista a la que acusa de actuar con criterios políticos, los ministros
de Sánchez arremeten contra él por poner en duda la imparcialidad de los
magistrados del Constitucional (como si desde el Gobierno y sus socios de
investidura no se estuviera poniendo en duda la actuación de los jueces)…..unos
y otros, al final, lo que no pueden ni deben hacer, por pura higiene democrática,
es actuar en favor o en contra de las decisiones de jueces y magistrados según
éstas les sean beneficiosas o perjudiciales. Pero es lo que tenemos. En todo
caso, cabe señalar que el Constitucional, para mayores suspicacias, obliga a
excarcelar a un alto cargo del PSOE en el caso de los ERE anulando la pena de
malversación (consecuencia directa de las modificaciones que el Gobierno sanchista
hizo de dicho delito en el Código Penal), con lo que también borra la
malversación de los ERE andaluces y reprocha al Supremo, que lo condenó en su
día, que no argumenta suficientemente el desvío de fondos por el recurrente,
despejando así el camino para “amnistiar” a Griñán y compañía, mientras muchos
juristas acusan al TC de extralimitarse en sus funciones….y es que el bloque
progresistas del TC que lidera Pumpido, sorprendentemente, borra la malversación
de cargos del PSOE en los ERE, corrigiendo así la sentencia del Supremo de uno
de los mayores casos de corrupción en España y anticipando obviamente la
absolución de Griñán al abocar el “caso ERE” al “indulto”. ¿Es corregir las
sentencias del Supremo una competencia propia del TC? Algunos, consideran que
no, pero, en fin, ¿quién sabe?
Y ya que estamos en las rebajas de
verano de los delitos de corrupción en España, se publica que cinco indicios acorralan
a García Ortiz como Fiscal General del Estado en el caso del novio de Ayuso;
que la UCM acusa a Begoña Gómez de contratar saltándose los controles, pues la
interventora universitaria detectó una “concentración irregular” en 2023 para
la cátedra que dirige y apunta a que Begoña hizo la adjudicación de “forma
verbal” método prohibido en el sector público, por lo que la Complutense alertó
de que hubo “inobservancia absoluta de los procedimientos”, mientras el juez
dice que la investiga desde que su esposo es Presidente del Gobierno; y que el
Gobierno sabía más de un mes antes que Delcy Rodríguez llegaba a Madrid-Barajas,
tal como informaron policías adscritos al CNI, con lo que los reportes de los servicios
de inteligencia desmontan la versión oficial de que Moncloa se enteró sobre la
marcha, mientras Enrique Alvarado, embajador de Guaidó en Budapest, pone la
guinda diciendo “creo que hubo un acuerdo entre Zapatero y Maduro para
financiar el proyecto de Sánchez” y el opositor venezolano señala a Aldama como
el “lobista” que le organizó a Ábalos un encuentro con los diplomáticos de
Guaidó “para hacer negocios”, recordando que el ex presidente socialista “comía
y desayunaba permanentemente con Delcy Rodríguez” (en fin un oscuro caso sin
aclarar suficientemente)´.
Y por lo que respecta a otros asuntos nacionales citar que el empleo marca
un record con 71.000 nuevos puestos de trabajo en junio, pues el arranque del
verano acelera el empleo y baja el paro a niveles de 2008, sin duda la única buena
noticia de estos días; que dos hermanas de 64 y 54 años se suicidan en
Barcelona cuando iban a ser desahuciadas; que las CCAA gobernadas por el PP
pactan una EBAU que acabe con las actuales desigualdades unificando criterios
de corrección y puntuación y un único calendario; que Sánchez activa su plan de
regeneración democrática (¡quién lo diría!) y entre las medidas propone limitar
la publicidad institucional en “pseudomedios” (¿quién y cómo se decidirá los “pseudos”
de los verdaderos?); y que, mientras según SigmDos, el 68% de los españoles
está en contra de una “financiación singular para Cataluña”, Puigdemont ofrece
a ERC un “pacto nacional” electoral catalán que incluya cuotas generosas en
listas y cargos, frente a un PSC optimista con la investidura de Illa, en tanto
que el socialista García-Page pide en Albacete a Sánchez, con quien coincide en
un acto, un pacto con el PP y le advierte de que “la riqueza no se puede
trocear por regiones” (dicho queda).
Fdo. Jorge Cremades Sena
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