A
sólo tres días de comparecer los españoles ante las urnas en pleno tórrido
verano y en plenas vacaciones, porque así lo ha querido Sánchez al adelantar
los comicios aunque había reiterado que agotaría la Legislatura, especialmente
porque en el semestre correspondía a España la Presidencia rotatoria de la UE,
los diversos partidos políticos activan la traca final de esta especie de
fuegos artificiales en que se ha convertido la campaña electoral. Una traca
final no exenta de incoherencias, reproches, mentiras y medias verdades, cuando
todo apunta a que, al final, se trata de dirimir quien será el vencedor en este
nuevo bipartidismo (bloque de derechas-bloque de izquierdas) a cuatro (PP-Vox y
PSOE-Sumar), sustituto, para empeorarlo todo, del tradicional bipartidismo
PSOE-PP que ha liderado la gobernanza de España en el actual sistema
democrático establecido en 1978, pero con el ingrediente añadido de los
partidos territoriales nacional-secesionistas (hoy más secesionistas y anti-constitucionalistas
que nunca), tanto de izquierdas como de derechas y todos ellos más o menos
radicales, que pretenden conseguir como sea la independencia de sus respectivos
territorios y entienden que para ello, tras la experiencia vivida con su apoyo
interesado al Gobierno de coalición PSOE-UPodemos (de cara al futuro
PSOE-Sumar, por razones estratégicas), les conviene inclinarse a la reedición
de otro “gobierno Frankenstein” en vez de apoyar, aunque ganara las elecciones,
un gobierno de derechas PP-Vox, salvo que éste obtuviera mayoría absoluta y no
hubiera ya nada que hacer, por lo que de lo que se trata es precisamente de
frustrar semejante objetivo en las urnas el próximo 23-J. Al efecto, la traca
final consiste en hacer ver a la ciudadanía la perversidad, real o inventada,
que supone el radicalismo de Vox en un hipotético Gobierno de coalición con el
PP, y, a la vez, la bonanza de un progresista Ejecutivo de coalición PSOE-Sumar,
apoyado en el secesionismo y el radicalismo, tanto de izquierdas como de
derechas, que, vista su actual experiencia, se disponen a llevar al extremo sus
reivindicaciones independentistas, pues, tanto ERC como Bildu (sus principales
protagonistas, aunque también hay otros) anuncian públicamente que “subirán el
precio” a Sánchez si vuelve a gobernar y necesita su apoyo, por lo que, como si
ya no hubieran cobrado lo suficiente en esta legislatura, Otegi, Junqueras y
Rufián refuerzan su alianza en un gran acto en Barcelona para mantener atado al
PSOE de Sánchez, mientras el PSE y el PSC (brazos territoriales del PSOE con
ramalazos nacionalistas) pactan con ellos en Euskadi y Cataluña, pero, como
hace el PSOE de Sánchez, demonizan los acuerdos del PP de Feijóo con Vox en las
CCAA en que han acordado gobernar en coalición. La traca consiste pues en una
verdadera incoherencia estratégica que supone en la práctica impedir que se
pueda producir la alternancia política, imprescindible en democracia, ya que,
si, de un lado, es loable que el PSOE de Sánchez pacte con quien considere
oportuno, por radical o antidemocrático que éste sea, y, de otro lado, es
detestable que el PP pacte con Vox, única opción que le queda al haber
desaparecido una oferta centrista y constitucionalista entre socialistas y
populares, la alternancia política es obviamente casi imposible, salvo que el
mayor partido de la derecha obtenga por sí sólo mayoría absoluta, y por esta
regla de tres siempre gobernaría el PSOE, pierda o gane las elecciones, lo que,
desde el punto de vista democrático es totalmente intolerable. Así las cosas,
Feijóo aparca las siglas del partido para disparar el voto útil con la
esperanza de una mayoría absoluta o bien cercana a ella, que, al menos sea mayor
que la suma de PSOE, Sumar, ERC y Bildu juntos para ponerle difícil a Vox un
bloqueo, como ha sucedido en Murcia en que los de Abascal ni siquiera están
dispuestos a abstenerse cuando al PP le falta la abstención sólo de dos
diputados para materializar la gobernabilidad que mayoritariamente han decidido
los murcianos de forma clara y contundente, aunque no sea absoluta
matemáticamente. Y así las cosas Sánchez, por su parte, reivindica una coalición
“de perdedores” con Yolanda Díaz con la intención de pactar con ERC y Bildu,
mientras acusa a los medios de comunicación de desmovilizar al electorado con
las encuestas, mientras Díaz, en total sintonía con él se lanza contra la pinza
ERC-Bildu, que alienta Iglesias, y busca un Sumar fuerte para reeditar la
alianza con los secesionistas.
En este contexto se produce un
curioso debate a tres entre Sánchez, Abascal y Díaz ya que Feijóo desiste de
asistir al no aceptar que en el mismo también esté el resto de líderes que,
aliados con Sánchez, han sostenido a éste en el poder. Un debate “entre
perdedores”, según algunos, en que Sánchez y Díaz exhiben unidad casi absoluta
ante Abascal y el ausente Feijóo, a quien, estando ausente, mencionaban con
frecuencia y para alinearle con Abascal como extrema derecha, aunque,
seguramente por fallo del subconsciente, Sánchez cayera en la contradicción
diciendo que “Feijóo no está aquí porque le da vergüenza estar con Abascal”,
cuando es el PSOE, según el líder popular, el que se ha negado a un debate a
siete, como propuso el PP, para “ocultar” los pactos de Sánchez con los
secesionistas….y mientras, Díaz desafiaba al líder ultra en la pugna por el
tercer puesto y éste atacaba a la coalición con la “ley Trans” y los efectos
del “sólo sí es sí”. Un “debate de perdedores”, sin pena ni gloria, en que el
líder socialista, tras su amarga experiencia con el “cara a cara”, utiliza un
tono presidencialista, evita caer en la bronca y se centra en los pactos
PP-Vox; en que la lideresa de Sumar protagoniza un duro enfrentamiento con
Abascal pero no consigue diferenciarse de Sánchez; y en el que Abascal expone
su ideario contra las leyes ideológicas del Gobierno de coalición y sólo
reprocha al PP que no quiera pactar con él. Y en esta traca final ni siquiera
falta Zapatero, el pionero del populismo socialista, que se dedica a reunir
firmas de apoyo a Sánchez entre ex ministros socialistas colocados hoy en el
Ibex como consejeros (ya saben, aquello de las puertas giratorias), entre ellos,
por ejemplo, Montilla o Blanco, que firman un manifiesto pidiendo el voto para
Sánchez pese a la etiqueta de “independientes” que mantienen en las empresas
cotizadas y que fueron nombrados en 2020 por el actual Presidente del Gobierno,
cobrando por ello más de 160.000 euros anuales, que no están nada mal. Por otro
lado el Presidente del Eurogrupo se desmarca de Calviño y evita apoyar a
Sánchez, desmintiendo que en la UE haya inquietud por un eventual cambio de
gobierno en España al declinar pronunciarse en favor del PSOE asegurando su
“pleno respeto al proceso electoral democrático” español.
Y para que en esta traca final de campaña
no falte de nada Correos, a pocas horas ya del plazo, no logra localizar a más
de 450.000 solicitantes de voto, con lo que la documentación electoral
permanece guardada en sus oficinas, pues unas 280.000 personas que solicitaron
la documentación no la han recogido al encontrarse ausentes de sus domicilios y
otras 190.000 todavía no han emitido la papeleta; mientras tanto, se disparan
como nunca las peticiones para no formar parte de las mesas electorales en esta
insólita y tórrida jornada electoral decidida por Sánchez (las peticiones de
permiso para no estar en las mesas ha crecido un 76% respecto al reciente 28-M
y más de mil mesas aún no se han cerrado, cuando a 5.379 personas aún no se les
ha contestado si se acepta o rechaza su petición); y la solución del Gobierno,
que nos ha metido en este insólito berenjenal en plenas vacaciones masivas,
para paliar el insoportable calor en las mesas, se reduce y concreta en 1´2
euros de agua fresca por persona para una jornada de doce horas y con
temperaturas que en muchos lugares superarán los 40 grados….menos mal que el
Ejecutivo ha tenido la delicadeza de advertir a los municipios que esa es la
subvención fijada al respecto. Pero es que además, en plena presidencia
rotatoria de España en la UE, Sánchez, para asistir a los mítines del PSOE, que
al principio de campaña sustituía por comparecencias en televisión pero ahora
ha cambiado de opinión (es lo suyo), se ve obligado a dar plantón a líderes
europeos y americanos en una comparecencia de la UE y el PP considera que su
ausencia es una “irresponsabilidad” ya que “compromete el papel de España” en
plena cumbre UE-Latinoamérica.
Mientras tanto Feijóo se enreda con
la subida de las pensiones diciendo que el PP “siempre” las subió con arreglo
al IPC (que es falso, no fue “siempre”) y que nunca las congeló como hizo
Zapatero (lo que es cierto) y se ve obligado a rectificar, por lo que el PSOE
ve en estos errores del líder popular una vía para remontar en los sondeos. Por
otro lado el Govern intenta blindar la inmersión antes del 23-J sancionando a
los profesores que utilicen el castellano y Feijóo se vuelca en Cataluña para
ser la “nueva resistencia” ante el separatismo y promete garantizar el 25% de
clases en castellano, mientras Abascal vaticina más tensión en Cataluña si
gobierna PP y Vox y plantea una “intervención duradera” de la autonomía ante
una nueva escalada, abogando por usar “todos los resortes del Estado” para
“convencer a la población”. Además cabe señalar que el PP prepara el relevo
rápido de los jefes del CIS, RTVE y Correos y promete que, si gana, pondrá a
“independientes” en los organismos públicos para evitar la imagen de
politización de los mismos; que miembros del CNI planean su regreso a País
Vasco y Cataluña; que Feijóo hará depender directamente de él las competencias
de Igualdad y ya tiene elegidos a sus ministros de Economía y Justicia; que
Feijóo anuncia que auditará el CIS y que quiere bajar el IVA de las
peluquerías; que Otegi asegura que sus votos irán en la buena dirección para
“evitar un gobierno de derechas” y el derechista Esteban del PNV añade que “con
Vox nada de nada y con quien se apoya en Vox tampoco” pues el PNV “busca
siempre la estabilidad”; que el PP considera que “es imposible que Vox se
atreva a dejar a Sánchez en Moncloa, lo pagarían”; y que Moncloa veta a Belarra en las ruedas de
prensa posteriores a los Consejo de Ministros y la líder de Podemos lleva ya
seis meses sin participar en ellas, aferrándose el Ejecutivo a criterios de
“oportunidad”.
Así están las cosas en esta traca
final de campaña con Feijóo pidiendo un resultado electoral que “impida el
bloqueo de Sánchez” y permita “parar el independentismo y el populismo en
España” ya que le gustaría “refundar un partido amplio de centro derecha”,
mientras Mazón en Valencia y Guardiola en Extremadura toman posesión como
presidentes de sendas autonomías, en esta España en que el Gobierno renegocia
con Bruselas los peajes que había ofertado a la UE; en que los hogares
españoles están a la cola de la UE en alza de renta; en que cocho de cada diez
Pymes reprueban la gestión económica de Sánchez y su Gobierno; en que el
Ejecutivo de coalición deja al país un 27´5% más endeudado, al pasar la deuda
pública de 1´20 a 1´54 billones de euros durante su lustro gubernamental; y en
que el Gobierno incumple con sus trabajadores su propia reforma laboral al
multiplicar la temporalidad en la Administración, desoyendo la advertencia de
la UE por el abuso de este tipo de contratación, que escala hasta el 31´2%
frente al 14´8% del sector privado, pues ocho de cada diez empleos públicos son
interinos en esta Legislatura. Y tras la traca final, a votar el próximo día
23.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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