Mientras en España, con
motivo de la patética amnistía, debatimos si procede o no seguir investigando a
Puigdemont por presunto delito de terrorismo y mientras muchos demócratas
consideran, o debieran considerar, que en asunto tan grave siempre procede
aclarar judicialmente cualquier indicio sospechoso al respecto en vez de buscar
subterfugios legislativos sobre terrorismos buenos o malos (todos son perversos
en el grado que se den), en este caso, con tal de contentar al prófugo a cambio
de los siete votos de Junts que necesita el Ejecutivo de Sánchez para
mantenerse en el poder, ha querido el destino que semejante debate coincida con
el 20º aniversario de los trágicos atentados del 11-M que dejaron 193 inocentes
muertos y más de 2.000 heridos y que, desgraciadamente, marcaron un antes y un
después en las relaciones democráticas del Gobierno y la Oposición en España a
causa del repugnante uso político torticero por parte de unos y otros, cuando
lo procedente hubiera sido ponerse de acuerdo para esclarecer los hechos lo
antes posible y más aun teniendo en cuenta que tres días después del terrible
atentado estaban convocadas unas elecciones generales que cambiaron todo
radicalmente en lo referente a lo que hasta entonces había sido el proceder normal
de la alternancia política. La trágica realidad fue que en plena amenaza
terrorista etarra y yihadista, cuando todas las encuestas señalaban al PP como
claro vencedor de los comicios con Rajoy a la cabeza, el Gobierno de Aznar
sugirió que el atentado era obra de ETA y el PSOE de Zapatero le acusó de
mentir exigiéndole que en plena conmoción nacional se aclararan los hechos
inmediatamente mientras apuntaba a que la autoría era yihadista y no etarra. El
dilema era, a tres días de las elecciones, que, si el mayor acto terrorista
cometido en España lo había perpetrado ETA, tal como presumía el Gobierno, el
PP barrería en las elecciones, y, si lo había cometido Al Qaeda, como presumía
el PSOE, podía dar un vuelco a las encuestas. Y con esta irresponsable forma de
proceder por parte de unos y otros se afrontó el final de la campaña electoral
en la que, incluso en el día de reflexión, las sedes del PP fueron rodeadas por
miles de manifestantes que acusaban al Gobierno Popular de Aznar de mentiroso.
La tragedia, la confusión y los móviles con aquel “pásalo”, que se hizo viral,
convirtieron los asesinatos del 11-M en el epílogo sangriento de una campaña
electoral en la que ni gobierno ni oposición estuvieron a la altura de las circunstancias,
iniciándose así un desencuentro profundo entre PSOE y PP (los dos partidos protagonistas
de la gobernabilidad democrática desde aquel fatídico golpes de Estado del
23-F) que les ha convertido en enemigos irreconciliables hasta el día de hoy en
vez de contrincantes políticos capaces de entenderse al menos en los asuntos de
Estado aunque solo sea para salvaguardar la Democracia y garantizar la
pervivencia de nuestro sistema constitucional de convivencia. El 11-M supuso
que el terrorismo diese un vuelco electoral inquietante, y hoy el terrorismo
sigue siendo parte sustancial de la lucha política sin cuartel entre PSOE y PP,
cuando ambos debieran saber que con el terrorismo no se juega. El Gobierno de
Sánchez modifica a la baja los delitos terroristas con una modulación
intolerable sobre la violencia empleada con el objetivo de contentar a
Puigdemont, investigado, entre otras cosas, por terrorismo y se permite en
plena investigación judicial desacreditar a los jueces diciendo, como sostiene
el secesionismo, que en las actuaciones de Tsunami Democrátic y los CDR nada de
nada, pretendiendo dejarlo todo como meros altercados callejeros.
La gravedad del 11-M fue tal que,
aún hoy, circulan teorías, bulos y desinformaciones sobre lo ocurrido pese a
que en 2007 el tribunal condenó a los yihadistas como autores de la masacre
que, por cierto, ha prescrito ahora después de veinte años sin que todos los
cabos ya hayan sido atados, cuando ya sólo quedan en prisión tres de los 18 condenados.
A las víctimas de la masacre se las homenajea en este aniversario con un acto
principal con la presencia de los Reyes de España y el Vicepresidente de la
Comisión Europea, ya que la Comisión ha elegido Madrid para celebrar este
homenaje haciéndolo coincidir con el 20º aniversario, un acto al que, por
cierto, no asiste Feijóo, alegando que el PP no ha sido invitado al mismo. Por
su parte Aznar reivindica hoy su gestión del 14-M, ataca a quienes desmontaron
las mentiras y dice que ningún documento oficial confirmó la autoría yihadista,
y el PP le defiende. Entretanto el Gobierno de Sánchez veta al PP de Feijóo y
reabre la guerra del 11-M, intentando capitalizar el aniversario de la masacre
para desviar del foco mediático del caso Koldo y de la aprobación de la ley de
amnistía. Y el Rey, en el acto principal del homenaje, dice que “las víctimas
representan la defensa de la libertad” y destaca la “exigencia colectiva de la
lucha contra el terrorismo, así como la vileza y el odio al que nos enfrentamos”;
en tanto que Feijóo, vetado en dicho acto, homenajea con una ofrenda floral a
las víctimas en otro acto, muestra su “repulsa” y exige que “la infamia no
caiga en el olvido” mientras la AVT critica la ausencia de Sánchez y se
pregunta “¿Qué tienen mejor que hacer hoy que estar con las víctimas de
terrorismo?”, reprochándole al Presidente del Gobierno su ausencia en los actos
de El Retiro, donde sí estaba Feijóo…..Ya ven, en tema tan crucial, la coincidencia
del 20º aniversario del 11-M con el Día Europeo de las Víctimas de Terrorismo no
ha impedido que un año más la conmemoración de la masacre terrorista haya
quedado marcada por la división entre las asociaciones y las críticas políticas.
¿Cuesta tanto entender que, como en algunos otros asuntos, con el terrorismo no
se juega, ya que perdemos todos los demócratas?
Pues
parece ser que sí, que cuesta mucho entenderlo. Sánchez utiliza el 11-M para
eludir el caso Koldo cuando el PP pide respuestas en el Senado, mientras
Moncloa intenta evitar el desgaste. Al efecto, se utiliza, entre otras cosas,
que la pareja de Ayuso sextuplicó sus ingresos en la pandemia y tras un informe
de Hacienda la fiscal lo acusa de fraude fiscal y falsedad documental….y la
Presidenta de Madrid señala a Moncloa, en tanto que el Ministerio Público
afirma que Alberto González, que así se llama el novio, ingresó menos impuestos
de sociedades del que le correspondía en dos años, en tanto que Ayuso denuncia
una cacería política tras las acusaciones que afectan a su pareja y dice “no
hay tramas….ahora tocaba al novio”. La realidad es que no vale pretender
comparar y escudarse en este asunto para dar respuesta al “caso Koldo”, que
pinta muy mal, ni tampoco vale hablar de cacerías y cosas por el estilo…lo que
vale en ambos casos es dejar que sean los jueces quienes busquen la verdad, que
impartan justicia y que quien la haya hecho que lo pague; tampoco vale comparar
un caso con otro, dado que uno afecta a personas allegadas a cargos públicos,
pero no a ellos, y el otro afecta directamente a los mismos con múltiples
implicaciones directas de la Administración. En todo caso, el Ejecutivo ya se
ha encargado de asegurarle a Puigdemont (y como aviso a navegantes) que los
delitos de malversación, si no tienen ánimo de lucro personal, no son tan
graves aunque con ello el beneficiario sea algún pariente, por eso no se
entiende muy bien que, con estas mimbres, el Gobierno salga en tromba exigiendo
a Ayuso que dé explicaciones y que dimita, cuando no está investigada por nada,
mientras no las da sobre todos los gestores de su gobierno que andan
investigados en el caso Koldo….o son presuntos implicados. Y tampoco se
entiende que el Presidente del Gobierno que más ha mentido a los españoles
descalifique al actual PP por aquellas supuestas mentiras de Aznar en aquel ya
lejano 11-M, dejando claro que no se puede consentir que un Gobierno mienta….¡quién
lo diría!.
Y mucho menos se entiende que con la
que está cayendo se hayan suavizado las penas por determinados delitos y
suprimir otros que van directamente contra las arcas públicas o el Estado de
Derecho. Sin duda somos el espectáculo bochornoso para toda la Unión Europea.
Así las cosas, García-Page, único socialista capaz de conseguir mayorías
absolutas, dice que “la amnistía pone de rodillas a la Constitución Española” y
añade que “si Puigdemont se sale con la suya, vendrá aquí, se reirá bastante y
planteará el referéndum”, asegura que “Illa lo pasa mal; para un progresista
catalán, pactar con Junts es como si el PSOE pacta con Vox” y considera que “el
caso Koldo es una bomba de racimo: se sabe cómo empieza pero no cómo va a
acabar”. Y mientras un informe del CGPJ considera que la amnistía es
manifiestamente “inconstitucional”, Junts negocia los Presupuestos como
antesala del pacto fiscal y ordena subir la puja a Sánchez, quien no ha logrado
“garantías” de apoyo pese a la amnistía, que agrava el desgaste del Gobierno
para negociar las cuentas. Entretanto dimiten los tres jueces de la comisión
encargada de validar la secesión en el Parlament y esta renuncia de los
magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña retrasa la
tramitación de la iniciativa independentista, mientras Sánchez da a Puigdemont
la vía para exigir “soberanía fiscal” al publicar el Gobierno unas balanzas
fiscales incompletas para que el secesionismo denuncie sus agravios y el PP
advierte que se pretende acabar con la solidaridad entre las CCAA (al igual que
con la amnistía se acaba con la igualdad entre todos los españoles) y “es la
mejor manera para que sigan manipulando”, cuando los datos afloran que Cataluña
tiene el agujero más grave en pensiones y que sólo en Madrid y en Baleares son
sostenibles. Además Puigdemont usa el decreto ómnibus contra el Supremo, pues
Junts pide quitar el efecto suspensivo de la cuestión prejudicial y que la
imputación por terrorismo no suspenda el cargo público con el objetivo de
limitar más el margen de maniobra del Supremo y blindar la candidatura europea
del prófugo. ¿Podemos aguantar mucho más tiempo revolcándonos en esta ciénaga
política putrefacta? Sinceramente, creo que no, que este no es el camino.
Por lo que respecta a otros asuntos
cabe citar que Escrivá quiere que la SEPI blinde las empresas estratégicas; que
el Banco de España mejora la previsión de crecimiento del PIB hasta el 1´9%
pero alerta de que las reglas fiscales europeas requerirán ajustes del gasto;
que Mercadona gana 1.000 millones tras invertir 10.000 desde 2016 y creará mil
empleos; que, según 40dB, el PP crece a costa de Vox frente a una izquierda
estable y amplía a más de 4´5 puntos su ventaja con el PSOE; que seis millones
de personas sufren hambre invisible en toda España; y que el PP acuerda 21 puntos
de actuación en los territorios donde gobierna que afectan al 70% de la
población, como hoja de ruta para la igualdad de los españoles.
Y del exterior destacar que dimite
el primer ministro de Haití en medio del caos y la violencia de las pandillas;
que Kiev lanza un ataque de drones contra nueve regiones rusas; que el Open
Arms abre el corredor marítimo para ayudar a Gaza y zarpa desde Chipre con 200
toneladas de alimentos para paliar el hambre en la Franja; y que las derechas
se imponen en las elecciones de Portugal aunque necesitará a la ultraderecha
para gobernar, mientras los socialistas se hunden, pero el vencedor,
Montenegro, que ha prometido no pactar con la ultraderecha dice “nunca me
causaría a mí mismo, a mi partido, a mi país y a la democracia semejante maldad
de incumplir mi compromiso”, mientras los socialistas le dejan que gobierne en
precario tras haber perdido las elecciones (¡ojalá que los políticos españoles
imitaran a los portugueses…..otro gallo nos cantaría!.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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