Ante
la disyuntiva planteada por César Vilar en su artículo “La modélica transición
o el cuento de nunca acabar”, publicado en INFORMACIÓN como respuesta a mi
artículo “Reforma o ruptura, un falso dilema”, voy a quedarme con “el cuento de
nunca acabar”, ya que con la “modélica transición”, desarrollada y refrendada
por la inmensa mayoría de españoles, excepto por los grupúsculos de extrema
izquierda y extrema derecha, que preferían resolver el asunto a tiro limpio, ya
se quedó el pueblo al dejar de ser súbdito para convertirse en ciudadano y,
como tal, soberano para decidir su futuro desde la paz y la libertad. No lo
digo yo, lo avalan los hechos, entre ellos, que cualquiera, incluidos los
liberticidas, como en los demás países democráticos, pueda exponer, defender y
propagar libremente sus ideas, siempre que lo haga, como en los demás países
democráticos, sin recurrir a la violencia y dentro de la legalidad establecida.
Seguramente, el problema es que, como en el resto de países democráticos, cada
proyecto maravilloso, cada idea genial, necesita conseguir el respaldo
mayoritario ciudadano para que sus promotores consigan el gobierno y puedan
plasmarlo como parte de dicha legalidad. ¿Qué le vamos a hacer? Poco más se
puede añadir. Me quedo por tanto con el “cuento de nunca acabar” de que en
España no hay democracia, a la vista está, por culpa de esa especie de pecado
original de los españoles al haber consensuado la liquidación del franquismo en
vez de resolverlo… ¿Cómo? ¿Mediante la violencia? Es el mismo cuento que,
siempre inconcluso, aplican para todo quienes, incapaces de consolidar un
proyecto mayoritario y, por tanto, viable para abordar con solvencia los
problemas reales, se limitan a deslegitimar el respaldado por la mayoría,
incluso si son responsables subsidiarios o cooperadores necesarios por su
condición de minoritarios, cuando dicha mayoría no es la suficiente para
hacerlo viable.
Lamento
que César Vilar, absorto en sus cuentos de nunca acabar, no entienda el mensaje
de mi citado artículo. Seguramente la culpa es mía. Por ello le hago el
siguiente resumen: “Hay solución a la grave situación actual, menor que la de
la transición, si se afrontan importantes reformas, comenzando por exigir el
cumplimiento de la legalidad y priorizando las que más incidan en la crisis; lo
mejor es afrontarlas con grandes apoyos o consensos, como entonces, rechazando
la intransigencia rupturista que hoy, en un estado de derecho, como es el caso,
ni siquiera tiene sentido -salvo en quienes niegan nuestra democracia a pesar
de su evidencia-, pues la ruptura conduciría inevitablemente a un sistema
totalitario”. El resto del artículo es una relación de hechos contrastables
para avalar el mensaje. ¿Acaso las constituciones españolas, excepto la
vigente, no las hicieron unos españoles contra otros? ¿Acaso la violencia de
unos y otros no ha sido la constante para finiquitar los proyectos políticos y,
a su vez, la excusa para intentar legitimarlo? ¿Acaso la violencia no genera
más violencia? Si el señor Vilar no manifiesta con claridad con cuál de estas
cuestiones está en desacuerdo, ni explica racionalmente el motivo, ni expone la
solución alternativa y se limita a expresar lo pésimos que son tanto el PP como
el PSOE, omitiendo que IU colabora con el primero en Extremadura y gobierna con
el segundo en Andalucía o en el tripartito catalán en su día, estamos ante el
cuento de nunca acabar de que el malo es el vecino y yo siempre soy el bueno
aunque, si es necesario, le ayude a consolidar sus maldades.
No sé
por qué el señor Vilar me incluye, junto a Griñán, en una “campaña” de
“dirigentes del PSOE”, que no soy, con la “voluntad de maquillar las
consecuencias inmediatas de la feroz crisis económica”. Es el cuento de nunca
acabar, consistente en adjudicar intencionalidades perversas al contrario en
vez de rebatir sus actos con razonamientos concretos. Yo, que no me atrevería a
decir cuál es la voluntad de Vilar ni la de los dirigentes de IU, quiero
imaginar que buena, le invito a que repase mis artículos criticando duramente al
gobierno PSOE-IU de Andalucía, especialmente en el tema de los EREs
fraudulentos que tanto criticó en campaña electoral IU y el PP. Tampoco sé por
qué me acusa, junto a Griñán, de inmovilismo cuando planteo la necesidad de
profundas reformas, que no rupturas, ya que afortunadamente hoy lo permite
nuestro marco legal que él tanto repudia; ni por qué achaca a la ya lejana
transición los actuales males de la sociedad en vez de achacarlo al mal
funcionamiento de las instituciones en las que también IU participa de forma
activa; ni por qué atribuye a la URSS, junto al sindicalismo combativo europeo,
los méritos del tímido desarrollo de los derechos sociales y económicos
recogidos en nuestra Constitución. Ni siquiera entiendo que no entienda que
cada periodo histórico es la consecuencia directa del anterior, de la capacidad
que tuvieron para resolver los problemas o no de forma pacífica, que es lo que
yo argumento en mi artículo, y me salga recordando la ayuda de nazis y
fascistas –supongo que en la guerra civil- para derribar la República,
omitiendo las luchas entre anarquistas, comunistas y socialistas que tanto
tuvieron que ver en el descontrol de la paz social previa y, durante la
contienda, en la derrota bélica a pesar de la ayuda de las brigadas
internacionales. ¿Se hubiera evitado todo esto, producto de la intransigencia,
con un mayoritario consenso republicano? Esa es la cuestión, señor Vilar. Si yo
hubiera estado allí lo hubiera intentado, como hice luego en la transición.
¿Usted qué hubiera hecho? Piense antes de responder, pues consensuar, supone
encontrar espacios de entendimiento pacífico, lo que requiere renuncias por
parte de todos, especialmente de quienes tienen menos apoyo social. Lo
contrario es el cuento de nunca acabar, el de los buenos y los malos. ¿En qué
bando está usted, señor Vilar? Yo, por si le interesa, en ninguno. No creo en
los cuentos desde hace muchos años. Dejé de creer en ellos cuando, siendo muy
joven, sentí que no era libre, mientras que otros jóvenes de países vecinos sí
lo eran. Desde entonces luché para que mis hijos y nietos no sientan jamás lo
que sentí yo. Si usted se siente así ahora, lo lamento de veras. Mi trabajo,
sirvió de poco.
Fdo.
Jorge Cremades Sena
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