Ni tanto
ni tan calvo. Ni se trata de alarmismos innecesarios porque tengamos un
gobierno en funciones y hablemos de vacío de poder (afortunadamente el
presupuesto para 2016 se aprobó antes de disolver las Cortes, aunque en medio
de una crítica generalizada de toda la oposición), ni de aparentar que, pasando
ya más de tres meses del 20-D, la incertidumbre de la gobernabilidad es una buena
situación para los intereses de España ni a nivel interno ni a nivel exterior.
Es obvio que no podemos estar “sine die” sin que nuestros políticos se pongan
de acuerdo a la hora de elegir un gobierno, siendo alarmante, eso sí, que en
caso de nuevas elecciones, cuyos plazos están tasados, el resultado abocara a
una situación similar a la actual. Por tanto, es la incertidumbre actual y
futura la que genera serios riesgos ante la posibilidad no ya de nuevas
elecciones sino a sus resultados o ante la posibilidad de evitarlas mediante un
gobierno inestable de conveniencias partidarias que sea incapaz de afrontar con
responsabilidad las exigencias de una economía globalizada dentro del inestable
mundo de la UE. Este es el verdadero riesgo. Y en ese sentido el Banco de
España advierte de la situación, revisando a la baja por primera vez en tres
años la previsión de crecimiento económico (en este caso para 2016 y 2017) y
urgiendo al Gobierno que resulte de la necesidad de ajustes y reformas
estructurales que, obviamente, un gobierno en funciones tiene poca capacidad
para afrontarlas. En definitiva un cierto frenazo económico, ya que, aunque
S&P mantiene todavía la nota a la economía española, coincide con el Banco
de España en que el nuevo Ejecutivo deberá, sí o sí, mantener las reformas, a
lo que no está de acuerdo el previsible Gobierno de la “sopa de letras” que
busca Pedro Sánchez. Esto es lo que a nivel económico genera riesgos
innecesarios. Y, obviamente, no riesgos, pero sí oportunidades en política exterior,
como, por ejemplo la visita oficial de Obama a nuestro país que tenía prevista
para julio y que queda aplazada, condicionada a que haya definitivamente un
Gobierno en España, pues tal como dice Margallo “está deseando venir”, lo que a
nivel de imagen sería bueno e interesante por la proyección internacional que
semejante evento supone.
Y todo ello cuando, a
pesar de la fragmentación política resultante de las elecciones y las múltiples
interpretaciones interesadas que hagan unos u otros, los expertos y los números
apuntan a que lo deseable para los intereses de España sería un gobierno de
coalición PP-PSOE (y que se sume quien quiera), primero y segundo partido en
apoyo electoral, para, en una legislatura corta no necesariamente agotada,
consolidar un proyecto de mínimos pactado sobre los cuatro o cinco asuntos de
extrema gravedad que España debe afrontar urgentemente y que está en la mente
de todos. “Es inaudito que Sánchez no se haya reunido con Rajoy” dice el
socialista Fernández-Vara, presidente de Extremadura, con toda la razón del
mundo, mientras su Jefe, Pedro Sánchez, empeñado en el gobierno de la “sopa de
letras”, se dispone a anunciar en el Comité Federal que, como ya hiciera en el
anterior, consultará a las bases del partido cualquier cambio en la política de
pactos tras las últimas negociaciones con Iglesias y compañía. En fin, un PSOE
asambleario y radicalizado que, tristemente, nada tiene que ver con aquel PSOE
en que muchos de nosotros militamos y dedicamos todo nuestro esfuerzo en
consolidar en épocas muy, pero que muy, preocupantes para España y en
situaciones muchísimo más difíciles que las que atravesamos hoy. Este es el
gran riesgo que estamos viviendo, el peligro de desaparición de una opción
socialdemócrata en España homologable con la existente en el resto de países
europeos, sin que los líderes socialistas españoles, ni sus militantes, hagan
nada para evitarlo. ¿Dónde va el PSOE mezclado con opciones comunistas,
independentistas de izquierdas y derechas, populismos antisistema y nacionalismos
trasnochados? Eso es lo que a mi juicio, y a juicio de muchos viejos
socialistas, debieran preguntarse en el Comité Federal.
En fin, pasando a
asuntos del exterior, cabe citar que los grandes países intentan un pacto para
frenar al ISIS, buscando evitar que se haga con armamento nuclear por lo que
medio centenar de ellos se unen para evitarlo en una cumbre de Seguridad
Nuclear, mientras los expertos reconocen que Corea del Norte, el paraíso
comunista del “gran líder” Kim Jong-un, ya tiene capacidad para instalar en los
misiles bombas atómicas en miniatura. Por su parte EEUU hará público su arsenal
nuclear. Y digo yo ¿no sería lo correcto acabar con semejante armamento de una
vez por todas? Perdón, amigos; estoy soñando.
Jorge Cremades Sena
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