Mariano Rajoy, tras aceptar el
encargo del Rey, será finalmente reelegido el sábado en segunda votación como
Presidente del Gobierno, poniendo fin a este largo periodo de incertidumbre
política en España. Era lo previsto tras el último Comité del PSOE y así será.
En todo caso, como es lógico, Rajoy admite su debilidad y promete abrirse al
diálogo, pues el PSOE advierte de que no garantizará “a priori” la estabilidad
del Gobierno, que Rajoy pretende tener ya formado el próximo domingo, mientras
Rivera pide una negociación permanente con los líderes del PP y del PSOE, en
tanto que Bruselas urge el ajuste de 5.500 millones. Por tanto, aunque
partidario de la continuidad, Rajoy ya prepara un gabinete de ministros “dialogante”
y se ve capaz de mantener una legislatura de cuatro años a base de “hablar
mucho”, intentando “ganar día a día” la confianza de PSOE y Ciudadanos,
pactando “lo que sea posible” y ofreciendo pactos de Estado y negociar reformas
en empleo, pensiones o financiación. Hasta aquí los razonables asuntos que
preocuparían a cualquier gobernante democrático en minoría, es decir, hasta
aquí, lo razonable en cualquier democracia avanzada, aunque en un clima de
incertidumbre ya que el socialista Javier Fernández afirma que no apoyará los
Presupuestos (lo que dicho “a priori” y sin conocer el proyecto parece poco
razonable) y sólo garantiza la elección del presidente pero no la
gobernabilidad. Sin embargo, lo preocupante, aunque esperado, es el
comportamiento del PSC de Iceta que, con 241 votos a favor y una sola
abstención, mantiene que desobedecerá al Comité Federal socialista y sus siete
diputados votarán “no” a Rajoy, lo que, con buen criterio obviamente, desde el
PSOE se considera una “ruptura unilateral” interna, imitando el peor estilo
totalitario de los independentistas catalanes con España, pues además, para
avalar su totalitaria decisión, se suma al carro de reprochar a Rajoy la falta
de diálogo con Cataluña (como si los territorios hablaran), cuando lo que
debiera decir es no someterse al chantaje independentista. Se agrava el
problema ya que además de los socialistas catalanes, otros siete u ocho
diputados de otras federaciones, también se muestran rebeldes con el Comité
Federal lo que pone muy difícil a la dirección del PSOE tomar la decisión
acertada, que sería la expulsión, ya que, en caso de pasar al Grupo Mixto,
Unidos Podemos, sin comerlo ni beberlo, sin lograrlo en las elecciones,
conseguiría el ansiado sorpasso en la Cámara.
Así las cosas, además de las
incertidumbres sobre la gobernabilidad de España, que tendrá que despejar Rajoy
o, en caso contrario, ir a nuevas elecciones poniendo fin a esta legislatura,
se añaden las incertidumbres sobre el futuro del PSOE, líder de la oposición, que
si ya tenía que elegir entre lo malo y lo peor sobre el asunto de la
investidura, ahora tiene que optar de nuevo entre lo malo y lo peor ante sus
diputados rebeldes con actitudes antidemocráticas, que saben perfectamente que
la dirección socialista en funciones no puede asumir el coste de expulsarlos y
de una u otra forma tendrá que tragarse su intransigente y totalitario
comportamiento. Si opta por la expulsión, malo, pues el Grupo Parlamentario
Socialista pasaría a ser el segundo grupo de la oposición, detrás de Podemos;
si opta por una multa simbólica o por una abstención técnica, no decidida en el
Comité Federal, peor, pues se crea un precedente de falta de autoridad
democrática en el partido que conduce a una anarquía interna muy peligrosa. Y
mientras el PSC mantiene el órdago contra el PSOE y se pasa las decisiones de
éste por el arco del triunfo, Pablo Iglesias se presenta ya como líder de la
oposición frente a lo que califica como la “Triple Alianza” y anuncia
movilizaciones a gogó en las calles, comenzando por apoyar el boicoteo a la
investidura y el rodeo antidemocrático
al Congreso de los Diputados, a imitación del ejemplo venezolano, mientras hoy
mismo los estudiantes abren ya el “otoño caliente” que nos espera, coincidiendo
con el primer pleno de la Legislatura. A Unidos Podemos, como ven, le importa
un rábano la gobernabilidad de España, como sucede a los independentistas, y no
tienen problema alguno en actuar de forma totalitaria, como es asediar una
Cámara Legislativa, el “sancta sanctorum” de la soberanía popular, de la que
ellos mismos forman parte en la proporción que los ciudadanos han decidido. Lo
trágico es que algunos parlamentarios que, en teoría, nada tienen que ver con
estos comportamientos antidemocráticos totalitarios, por lo que debieran de
estar claramente en la otra orilla, la de la libertad y la democracia, adopten
comportamientos similares en vez de poner en evidencia ante la ciudadanía el
peligro que semejantes actitudes comportan.
En cuanto a otros asuntos cabe
citar que Fiscalía considera y pide investigar la agresión de Alsasua como
presunto delito de terrorismo, vinculando el ataque a los guardias civiles con
la estrategia de ETA; que el 20% de los españoles vive expuesto a altos niveles
de ozono; y que la Iglesia prohíbe esparcir o guardar las cenizas de los
muertos. Y en asuntos del exterior, que hay un cierto malestar en la OTAN por
el repostaje de la flotilla rusa en Ceuta, y que una nueva amenaza pivota sobre
Kosovo, se trata de la yihad, pues más de 300 kosovares se han sumado al ISIS
mientras el Gobierno les hace frente de forma implacable.
Jorge Cremades Sena
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