Desde cualquier punto de
vista que se mire los europeos, empezando por los españoles, estamos asistiendo
al despertar de un sueño convertido en pesadilla, que nos conduce a un futuro
incierto preocupante; se trata del sueño de una convivencia internacional en
paz, progreso y libertad que, cogido con alfileres tras la Segunda Guerra
Mundial y restringido a determinados territorios (a los demás que les parta un
rayo), se nos desmorona ahora con la llegada de Trump a la presidencia de EEUU
(y del Universo, junto a Rusia y China, a pesar de sus modelos poco
democráticos) y dispuesto a finiquitar de un plumazo el actual orden mundial,
para sustituirlo por otro en el que la gran perdedora, sin duda, es Europa,
donde los dos últimos conflictos mundiales (el de 1914-1918 y 1939-1945), ambos
desarrollados en suelo europeo, nos trajeron la ruina, la división y el odio.
¿De nuevo vamos a repetir la trágica historia? Esa es la cuestión. De momento
en la Conferencia de Seguridad que se celebra en Múnich, visto lo visto, sólo
cabe añadir “pobre Ucrania”, que se pensó que participar del sueño de la
libertad era posible, y “pobre UE” que, ensimismada en sus ensoñaciones
burocráticas, pensó que su socio norteamericano jugaba y jugaría siempre por
apoyar las libertades del “sistema democrático occidental” del que, a su
manera, pertenece, y no, como pasó siempre, que estaba jugando a defender sus
propios intereses nada altruistas, pues si ya en los citados conflictos
mundiales fue al final el principal beneficiario con la reconstrucción de la
ruina europea, ahora aspira a lo mismo, con la vista puesta en la necesaria
reconstrucción de una desolada Ucrania tras la paz que ahora pretende imponer
Trump con la ayuda de Putin (¡quién lo diría!), obviamente aspirando el ruso a
que los territorios ucranianos ocupados militarmente por su ejército pasen a
ser de Rusia aunque ello contravenga los principios del actual orden mundial de
respetar la integridad territorial de los Estados que forman parte de una
decadente e inoperante ONU, a la que, como mucho, sólo le queda el derecho al
pataleo, al igual que a otras organizaciones internacionales como la UE, la
OTAN, etc etc, pues, al final, como decíamos en la mili, “el que manda, manda,
y el que no, pa´cabo” y lamentablemente, en este asunto, Ucrania es un mero
soldado y la UE no llega a sargento. Trump, ya antes del inicio de la citada
Conferencia de Múnich, como aviso a navegantes, hablaba con Zelenski y le
avisaba de que “no es realista” que Ucrania aspire a volver a las fronteras de
2014, mientras los grandes países europeos avisaban tímidamente de que no hay
“paz justa” sin contar con Bruselas y con Kiev. Pero Trump, a lo suyo, negocia
directamente con Putin la paz de Ucrania, acordando tras “una llamada larga y
muy productiva” (obviamente, productiva para ellos) que se reunirán en Arabia
Saudí, para avanzar en las negociaciones, y dejando claro a Zelenski que tendrá
que aceptar pérdida de territorios invadidos por Moscú y que es “poco realista”
la entrada de Ucrania en la OTAN, finiquitando así más de tres años de una
guerra iniciada por la invasión de Putin que ha causado la ruina total de
Ucrania, como sucedió en 1945 con Europa tras la ocupación por parte de Hitler
de territorios vecinos….lamentablemente, la historia se repite, pues Hitler, al
igual que Trump en EEUU, también ganó las elecciones en Alemania lo que, ya
ven, no es garantía de seguridad y respeto a la legalidad nacional e
internacional. Trump entrega a Putin el fin de la guerra ante la impotencia
europea y rehabilita al líder ruso, avalando su invasión a Ucrania, al acordar
con él un plan sin consensuarlo antes con Ucrania, la UE o la OTAN, sus aliados
en la supuesta defensa del llamado sistema democrático occidental, cada vez más
cuestionado, y a veces por los propios errores de los europeos.
Pobre Ucrania y pobre UE, que, tras
casi tres años de guerra, contemplan ahora estupefactas cómo su aliado, EEUU,
no sólo les da la espalda sino que además les declara una guerra comercial
arancelaria que hará más difícil la vida de sus ciudadanos (o súbditos, ¿quién
sabe?)…y pobre OTAN que ha de resignarse al abandono de Ucrania ordenado por
Trump y que, no obstante, exige subir el gasto militar hasta el 3% (el
estadounidense pide el 5%) para que se defiendan solos los europeos,
ensimismados en la entelequia de que la Seguridad surge por arte de magia o que
altruistamente se la garantizará “sine die” su benefactor norteamericano. Lo
dramático es que Europa, tras despertar del sueño, ha de afrontar ahora la
pesadilla de enfrentar aislada, dividida y amenazada la postguerra de Ucrania,
mientras Rutte, el Secretario General de la OTAN, deja claro que tendrá que
“defenderse por sí misma en 4 o 5 años”, en tanto que delegaciones de EEUU y
Rusia se citan en Múnich e invitan a Kiev como convidado de piedra, pero
Bruselas se queda fuera. Y para colmo ya en plena Conferencia de Seguridad en
Múnich, donde Trump envía a su Vicepresidente, Vance, su “número dos”, éste se
permite incluso abroncar sin miramientos a los europeos, diciendo que “la
libertad de expresión retrocede en Europa”, que “el problema no son Rusia y
China, está dentro” y que “más que Rusia nos preocupa el retroceso en valores”,
para reunirse luego con la líder ultra alemana y mantener una breve reunión de
cortesía con Zelenski. El líder ucraniano, abandonado ahora a su suerte, por su
parte llama a una paz “real y con garantías” y acepta verse con Putin cuando
“haya un plan” pactado con Trump y con Europa, mientras el enviado para Ucrania
afirma que los europeos no tendrán asiento en la mesa de negociación con Putin.
Sencillamente no pintan nada.
Así las cosas, Bruselas anuncia que
reaccionará con “firmeza” a los aranceles anunciados por Washington, mientras
la Comisión se activa para invertir bastante más en Defensa tras este viraje de
EEUU sobre Ucrania por lo que la UE permitirá desviarse del déficit para subir
el gasto en Defensa: en definitiva, Von der Leyen se ve obligada a activar la
máquina de guerra europea con semejante laxitud fiscal para poder invertir
“cientos de miles de millones” en Defensa. Por su parte Zelenski recuerda a
Europa que la UE necesita un ejército y reclama la presencia de Ucrania en el
desarrollo de un proceso de paz, mientras el alemán Scholz advierte a Vance de
que no permitirá intromisiones en los asuntos europeos (¡le parecen pocas!). El
líder ucraniano despierta a Europa de su sueño, convertido en pesadilla y dice
que “ha llegado la hora de crear un Ejército Europeo” (como China, Rusia y EEUU
lo tienen para poder defenderse) y se niega a firmar un acuerdo con EEUU para
cederle las “tierras raras” (uno de los quid de la cuestión) por falta de
“garantías”, mientras desde la OTAN Rutte pide a la UE que se queje menos de
EEUU y gaste más en Defensa (aunque poco sentido tenga gastar más en defensa
cuando la OTAN te deja tirado en momentos tan cruciales como los que está
viviendo la UE)….la cruda realidad es que todos los protagonistas de esta
historia cuentan con su propio Ejército para defenderse menos Europa; ¡y así
nos va!.
Pobre Ucrania, pobre UE y pobre
España, donde el desencuentro en estos temas de defensa y gasto militar está
arraigado incluso dentro del gobierno de coalición minoritario de Sánchez,
quien, no obstante, se presenta como paladín europeo contra los ultras mientras
Abascal busca sacar rédito político de su amigo Trump. En efecto, España se
queda sin margen para doblar el gasto en Defensa y llegar al menos al 2%
comprometido, seguramente por imposición de su socio minoritario Sumar-Podemos,
que piensa que la paz y la seguridad en el mundo son obra de un milagro
prodigioso, cuando hasta su ex ministra de AAEE, González Laya, tiene claro que
“la manera de negociar con Trump es con la pistola cargada y sobre la mesa”,
con lo que la ex ministra se arriesga a ser tachada de facha y ultra por semejantes
declaraciones “belicistas” (por lo visto invertir en Defensa es cosa de fachas,
pero sólo de EEUU, no así de China, Rusia o Corea del Norte, armadas hasta las
trancas y cuyos dirigentes no son fachas sino demócratas de toda la vida). No
obstante, Sánchez habla con Zelenski y pide que “una guerra injusta no termine
con un acuerdo de paz injusto”, deseo que todos compartimos, pero tendrá que
explicarle a sus socios de gobierno cómo se consigue eso ahora ¿convenciendo a
Putin de que no se quede con los territorios ocupados?, ¿convenciendo a Trump
de que no acepte un acuerdo de paz al margen de la legalidad internacional?,
¿diciéndole a sus socios gubernamentales y aliados de investidura, cada uno de
su padre y de su madre, que la seguridad requiere invertir en defensa para
tener un Ejército que en caso de necesidad defienda la legalidad y la
integridad del Estado?.... Loable pues pretender erigirse en paladín europeo
contra el facherío, pero me temo que para ser creíble hace falta algo más que
proclamar ese deseo, como, por ejemplo, no pactar con prófugos de la Justicia (¿fachas?),
refugiados insólitamente en Europa cuando la Justicia Española les persigue por
cometer graves delitos contra el Estado de Derecho Nacional, al igual que Putin
ha hecho invadiendo Ucrania y con ello contraviniendo el Derecho Internacional.
En fin, dos totalitarismos intolerables con un trasfondo territorial
nacionalista.
Y, siguiendo con Puigdemont, sí Putin es indecentemente rehabilitado por
Trump por meros intereses de ambos, el prófugo es rehabilitado igualmente por
Sánchez por idénticos motivos, lo que le convierte no en paladín contra los
ultras sino en otra cosa preocupante, pues, en efecto, Puigdemont, gracias a
Sánchez, se ha convertido en agente decisivo ante él, ya que el peregrinaje
creciente de políticos y empresarios a Waterloo (lugar donde se esconde el
prófugo con el indecente apoyo de socios de la UE, sin que el Gobierno español
ejecute la orden de captura del Supremo español) le otorga un gran poder en la
política española gracias a la necesidad del Presidente Sánchez de los siete
escaños del fugado para mantenerse en el poder. Difícilmente así se puede uno
erigir en paladín contra los ultras, cuando, incluso la Vicepresidenta Díaz
está también en sus manos por la necesidad de sus votos para aprobar la
reducción de jornada laboral, asunto que, por cierto, evidencia una quiebra
gubernamental entre el sector socialista y el izquierdista del Gobierno, ya que
Díaz lanza un ataque directo al PSOE y eleva el desafío al pasar de exhibir
públicamente las discrepancias con Sánchez a criticarle abiertamente acusando a
los socialistas de “golpear a los más vulnerables” por imponer que el SMI
tribute. Todo esto mientras otra cesión a Junts permite que un terrorista
condenado a prisión por los atentados de Las Ramblas y Cambrils comparezca en
el Congreso de los Diputados por exigencia de Puigdemont, para defender en la
Comisión de Investigación la versión de los secesionistas de que el CNI estuvo
involucrado en dichos atentados, dando pie a la teoría de la
conspiración…..¡menos mal que, al menos, Mohamed Houli tuvo que reconocer que
no tenía prueba alguna de ello!. Y entretanto, mientras el asunto de los
aranceles de Trump abre una grieta profunda entre Vox y PP (los populares afean
el “silencio cómplice” de Abascal y éste acusa a Génova de alinearse con
Sánchez) la coalición gubernamental intenta rebajar la tensión interna, pero
Hacienda no cede sobre el SMI (la pela es la pela), en tanto que Feijóo
reprocha a Sánchez el “paripé” sobre el asunto, mientras Sánchez se reserva la
rebaja fiscal del salario mínimo para negociar con sus socios de investidura y
dirigentes socialistas piden rectificar y llegar a un acuerdo con Sumar y la
izquierda, cuando la recaudación del IRPF se ha disparado un 57% desde que
gobierna Sánchez.
Con semejante panorama sombrío que tiene la UE, y trágico en Ucrania, mejor
dejamos para otro día el resto de asuntos internos que tiene España, pues la indignación
para cualquier demócrata tiene un límite que prefiero no rebasar. Ya es
suficiente.
Fdo.
Jorge Cremades Sena
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