No
hay peor ciego que quien no quiere ver, dice la sabiduría popular, y bien podia
aplicarse con total garantía al PSPV que, mirando hacia otro lado, sigue, erre
que erre, cosechando derrotas desde hace ya más de dos décadas sin que, ni dirigentes,
ni militantes hagan absolutamente nada para intentar remediarlo. Teniendo en
cuenta que, anteriormente, en la Comunidad Valenciana votaban socialismo hasta
las piedra, es una verdadera vergüenza que la situación actual se perpetúe “sine
die” y sin perspectivas de solución. Ni siquiera el reciente batacazo del PSOE
puede servir de excusa para justificar el desastre del PSPV -también lo era
cuando el PSOE ganaba-, que es lo que esgrimirán los dirigentes socialistas
valencianos para seguir instalados en sus cargos a pesar de su demostrada
incompetencia y falta de liderazgo. Basta hacer un mínimo análisis de los
resultados obtenidos para, al margen de una derrota prevista, darse cuenta de
que aquí la tragedia es bastante mayor que en la mayoría de los demás
territorios españoles.
De
los 542 municipios que conforman la Comunidad Valenciana el PSPV sólo ha
conseguido ganar las elecciones en 29 de ellos (4, de los 141 que tiene
Alicante; 11, de los 266 de Valencia; y 14, de los 135 de Castellón), siendo el
castellonense Morella, con unos 2.900 hab., el de mayor población, que, sumada
a las demás, no alcanzan ni los 18.500 hab., más o menos la que tienen
municipios como La Nucía, por ejemplo. Es un dato estremecedor que el liderazgo
político local sólo sea ejercido por los socialistas no sólo en tan pocos
municipios, sino también con tan escasa entidad demográfica, cuando la
estructura demográfica en la Comunidad Valenciana es bastante concentrada, pues
cuenta con unos 160 municipios de más de 5.000 hab. En ninguna de las
capitales, ni en pueblos densamente poblados, ni en otros de tamaño medio, el
PSPV ha conseguido alzarse con el liderazgo, consiguiendo la victoria, con la
excepción de Morella, sólo en lugares con menos de 2.000 hab. Tan trágico como
que en la provincia de Alicante, la suma de población de los pueblos en que han
ganado (Benejama, Quatretondeta, Benidoleig y Vall d´Ebo) queda por debajo de
la población de Biar y bastante distanciada de la de Agost, por ejemplo; en la
de Valencia, con Riola como la mayor de todas, la suma de los 11 municipios no
alcanza a la de Benejúzar; y en Castellón, entre los 14, no llegan a la de
Castalla. Si esto no es trágicamente catastrófico, que venga Dios y lo vea.
Sin
embargo nadie dimite, nadie es responsable de nada, nadie pide explicación
alguna a lo sucedido y a lo que viene sucediendo. Todo lo contrario; al
parecer, los dirigentes, desde sus respectivas poltronas, una vez más, se
disponen a reavivar el cainismo político, conformando una nueva mayoría mecánica
entre las distintas familias o clanes, para fagocitar cualquier iniciativa
novedosa que pueda desalojarles de sus privilegios casi hereditarios.
Entretanto, una militancia, mayoritariamente clientelar, cada vez más
mortecina, se resigna al silencio cómplice y a la obediencia casi castrense a
su respectivo gurú local quien, como parte de la trama piramidal, se encargará
de elevar al vértice la cuota de poder mecánico conseguido para que su
correspondiente patriarca familiar intente llevar a buen término la fratricida
negociación que le conduzca al éxito. Un método, viciado y vicioso, que, si no
es erradicado mediante una revolución de la militancia, sólo conduce al
progresivo deterioro de apoyo ciudadano aunque, entretanto, sirva para que unos
pocos, cada vez menos, puedan seguir disfrutando la parte alicuota de poder,
cada vez menor, que les corresponda y sus correspondientes privilegios. La
militancia, si no quiere llevar al PSPV directamente al suicidio, debe
rebelarse de forma contundente frente a quienes, sin sonrojarse, tienen la
desfachatez de postularse de nuevo para seguir dirigiendo el caos en vez de
poner sus cargos a disposición del partido ante los pésimos resultados
obtenidos bajo su desastrosa gestión. Si ellos no son capaces de estar a la altura
de las circunstancias, sólo la militancia puede ponerles en su sitio negándoles
rotundamente su apoyo y apostando por una nueva alternativa, que seguro que la
hay, capaz de diseñar un nuevo proyecto que, con un nuevo liderazgo, libre de
hipotecas del pasado, devuelva la ilusión perdida a millones de ciudadanos,
defraudados por tanta incompetencia e incapacidad, y sirva como modelo
alternativo, imprescindible para la higiene democrática.
¿Qué
nivel de descrédito hay que acumular para tener la decencia de dimitir o de ser
cesado? Si el de los dirigentes del PSOE ya es bastante bajo, el de los del
PSPV está por los suelos. ¿No es suficiente haber perdido la credibilidad en
todas las CCAA y en casi todos los pueblos importantes de España? ¿Ni siquiera
haberla perdido en todos los pueblos valencianos con más de 3.000 habitantes?
Es obvio que Rubalcaba, Chacón y Alarte lo consideran insuficiente ya que se
sienten legitimados para seguir liderando tan atractivo proyecto. La incógnita
entonces es si la militancia socialista coincide o no con ellos y les va a
apoyar o no en tan loables pretensiones. De momento todo indica que, unos y
otros, seguirán, erre que erre, a lo suyo. Los recaudadores de votos van a
tener bastante trabajo en las diferentes agrupaciones locales.
Fdo.
Jorge Cremades Sena
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