Las
CCAA, entre ellas y con el Gobierno Central, andan a la gresca con el objetivo
de déficit autonómico, sin que se vislumbre un acuerdo satisfactorio para
todos. Es bien sabido el esfuerzo que viene realizando España para reducir su
excesivo déficit que, según el Programa de Estabilidad 2011-14, fijaba el
objetivo de situarlo en un 3% del PIB en 2013, atendiendo las recomendaciones
del Consejo de la UE. Su distribución quedó en el 1´7 % para la administración
central, el 1´1% para las CCAA y el 0´2% para los ayuntamientos, pero las
posteriores previsiones económicas a la baja de la UE lo relajaron alargando el
plazo para lograrlo hasta 2014 y permitiendo para el conjunto de España un
techo del 4´5% para 2013. Y aquí empieza la polémica. El gobierno Rajoy no
traslada dicha relajación a las CCAA en la nueva distribución, sino todo lo
contrario (0´7%, frente al 1´1% anterior), reservándosela con creces para la
administración central (3´8%, frente al 1´7% anterior) y dejando a los
ayuntamientos el 0´0%. Es decir, mayor esfuerzo autonómico y mayor relajación
para la administración central, aunque, ante las malas perspectivas de
recuperación económica, el propio gobierno fija después el déficit de las CCAA
en el 1´2% frente al 0´7% inicial. Este primer motivo de discrepancia con el
gobierno de Rajoy, no está exento de razón por parte de las CCAA, pues no
parece razonable su criterio a la hora de repartir la relajación del techo de
déficit concedida por la UE para 2013 (del 3% al 4´5%), al exigir a las
autonomías un esfuerzo de consolidación desproporcionado y hacer lo contrario
con la administración central. Lo razonable es que ese diferencial del 1´5% del
PIB para el conjunto de España, no sólo repercuta en un menor esfuerzo del
previsto inicialmente para la administración central, sino que también lo “disfruten”
las CCAA, que, de entrada, han de conseguir el 1´2% de su PIB.
Pero, si a lo
anterior se añade el diferente comportamiento de las distintas CCAA en el
ajuste del déficit previsto en 2012, la polémica está absolutamente servida con
todo tipo de argumentos. En efecto, España, a pesar del ingente esfuerzo
realizado, cerró el año 2012 con un 6´7% de déficit frente al 6´3% pactado con
Bruselas (4 décimas más de lo previsto). Para la administración central más la
Seguridad Social se previó el 4´5%, para las CCAA el 1´5% y para los
ayuntamientos el 0´3% restante; sin embargo, sólo éstos con un 0´2%
consiguieron superar el objetivo, pues ni la administración central-SS, con un
4´8%, ni las CCAA, con un 1´7%, lo consiguieron. Y aquí está el segundo motivo
de la discordia que, al fin, es la madre del cordero, pues el asimétrico
resultado de las CCAA en el ajuste del déficit en 2012, más la citada
desviación global del 0´2% (al conseguir el 1´7% en vez del 1´5% previsto),
coloca a las CCAA en un desigual punto de partida respecto al objetivo de
déficit para 2013. Mientras ocho de ellas cumplieron con holgura en 2012 el
objetivo del 1´5% de su déficit,
situándolo incluso por debajo del mismo (Extremadura, 0´6%; Asturias y La
Rioja, 1%; Madrid y Cantabria, 1´1%; Galicia y Canarias, 1´2%; Navarra, 1´3%) y
otras cuatro también lo consiguieron (País Vasco y Castilla-León, 1´4%; Aragón
y Castilla-La Mancha, 1´5%), las cinco restantes lo incumplieron con amplitud
(Baleares, 1´8%; Cataluña y Andalucía, 2%; Murcia, 3%; Comunidad Valenciana,
3´4%). Y, son éstas, precisamente, las que, obligadas obviamente a un mayor
esfuerzo para conseguir el objetivo de déficit en 2013 (0´7% o 1´2%, que es lo
probable), plantean que se les permita incluso un techo de déficit mayor. Es
decir, que se haga una distribución asimétrica del mismo para suavizar el
tremendo sacrificio que, en todo caso, habrán de realizar hasta el 2015. Una
especie de “déficit a la carta” que, en caso de concederse sin más, penalizaría
a las CCAA cumplidoras y premiaría a las incumplidoras en la consecución del
objetivo.
Iniciado el conflicto
por el independentista Artur Mas -quien, una vez más, lo plantea como un nuevo
conflicto con España-, al reclamar a Rajoy para Cataluña un techo de déficit
para 2013 como mínimo del 2´1% (mayor que el conseguido en 2012 y que el
previsto para el conjunto de las Autonomías), el asunto hubiese quedado como un
nuevo conflicto bilateral Cataluña-resto de España, pero se ha convertido en
una gresca global, pues las cuatro comunidades restantes que, como Cataluña, no
ajustaron su déficit en 2012, hacen causa común con los nacionalistas catalanes
y, como entre ellas, las hay gobernadas por socialistas, como Andalucía, y
populares, el guirigay está servido. La variable cumplidor-incumplidor con el
déficit trasciende cualquier otro principio político o ideológico que, con más
o menos virulencia, pone en evidencia la discrepancia entre los nacionalistas,
entre los socialistas y entre los populares, según pertenezcan a una comunidad
con el déficit ajustado o disparado en 2012, a la hora de criticar o no las
tesis del gobierno central. Desde el “no pagaremos delirios soberanistas” del
popular castellanoleonés De Santiago, hasta “el café para todos sería injusto”
del socialista andaluz Griñán, pasando por silencios cómplices y otras
exhibiciones argumentales, más o menos oportunas, en favor o en contra de las
tesis de Montoro, lo razonable es que, si, por pura necesidad, se concede un
trato asimétrico del problema –como la UE ha hecho con España- se exijan las
contrapartidas pertinentes para evitar lo que, según Monago, provocaría “más
gasto descontrolado”, premiando a las CCAA con gobiernos despilfarradores en
vez de “tener una atención especial con las que han cumplido” como defiende
Urkullo entre otros. Es fácil de entender. Ante la necesidad, cualquier trato
de privilegio, exige un control inmediato por parte de quien lo otorgue, para
evitar que el beneficiario se permita el lujo de priorizar sus delirios, no
sólo los soberanistas, relegando las urgentes y verdaderas necesidades de los
ciudadanos. Lo contrario es mantener la irresponsabilidad que nos ha conducido
a este callejón sin salida.
Nota: Acaba de aparecer la noticia de que el Ejecutivo
Comunitario acaba de proponer nuevas relajaciones para que ajusten el déficit
siete países, que, en el caso de España quedaría en el 6´5% para 2013 (5´8%,
2014; 4´2%, 2015 y 2´8” en 2016), incluso dos décimas más que el 6´3% que pedía
Rajoy y dos puntos más que el objetivo del 4´5% anterior. Dicha relajación,
obviamente, va acompañada de una serie de recomendaciones y exigencias de
control que, tal como planteo en el artículo, pretenden garantizar con seriedad
el cumplimiento de los objetivos, entre ellos, la puesta en marcha del nuevo
Consejo Fiscal Independiente y la mejora de la eficacia de la Ley de
Estabilidad Presupuestaria para controlar el gasto de las CCAA. ¿Hará lo propio
el ejecutivo español para zanjar la gresca autonómica? Es lo que espera la UE
del señor Rajoy.
Fdo. Jorge Cremades Sena
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