Es la
conclusión final de Rajoy para finalizar la campaña electoral: “Quien no vote
PP puede estar votando al PSOE sin darse cuenta”, mientras Sánchez pide a la
izquierda que no se divida, es decir, que le voten al PSOE, y Rivera apela al “cambio
sensato” frente a Pablo Iglesias. Para algunos lo que hace Rajoy es azuzar el
miedo contra una alianza PSOE, C´s y Podemos como acicate para que apuesten por
él y su partido, para otros es simplemente advertir de lo que puede suceder si,
tal como dicen las encuestas, los populares serán la fuerza más votada pero sin
mayoría absoluta o suficiente como para hacerse con el poder. La realidad es que
se trata de una estrategia, como otra cualquiera, para intentar lograr un
resultado favorable, que, simplemente se desmontaría, si los partidos citados
hiciesen una declaración solemne de que el supuesto tripartito, con las
tremendas diferencias ideológicas entre ellos, no tendría lugar en ningún caso,
pero éstos utilizan la ambigüedad como estrategia sobre ese supuesto “frente
popular”, que denominan algunos, necesario para echar al PP del poder. No
extraña pues que Rajoy apele al voto de la estabilidad, advirtiendo de que no
se puede “experimentar con la recuperación y los intereses de los españoles”,
frente a ese voto genérico del “cambio” por el cambio sin más que no
necesariamente supone que sea un cambio a mejor, justo cuando se vislumbran
mejoras, reconocidas por todos, en nuestra economía y en la recuperación
económica. Y, frente a ello, el 15-M vuelve a desafiar la ley anunciando una
concentración en Sol en plena jornada de reflexión. Es lo que se cuece en este
final de campaña que al PP se le ha hecho corta, llegando al 24-M con
expectativas moderadas, pero al alza, en la que también repunta Podemos a
última hora en detrimento del PSOE (de ahí que Sánchez apele a la unidad de la
izquierda) y de Ciudadanos, que no ha sido capaz de sacar el rédito esperado en
el sprint final electoral con ciertas meteduras de pata por llamarlo de alguna
forma. Y así se acerca el día clave, mañana, en el que con toda seguridad el
voto joven será decisivo para consumar el cambio que preconizan algunos,
mientras otros se preguntan “¿pero qué cambio?” ya que, a todas luces, nada
tiene que ver el que propone Podemos con el que defiende Ciudadanos, PSOE o IU.
Los españoles tienen mañana la última palabra.
Y mientras Madrid y
Barcelona han copado la atención en la recta final de la campaña ya que ambas
ciudades, según las encuestas y los posibles pactos post-electorales, pueden
experimentar un vuelco muy significativo, más de 200 ayuntamientos catalanes
declararán la independencia tras el 24-M y de cara a las próximas elecciones
generales (o a las catalanas si es que se convocan antes), con lo que, justo
pasado mañana, ya tenemos el espectáculo montado que según los resultados y la
solidez de los gobiernos locales y autonómicos que puedan establecerse, sin
duda puede tener trazos cómicos, dramáticos o trágicos. Entretanto, mientras la
vicepresidenta Soraya defiende a Montoro y avisa a Esperanza de que antes de
acusar hay que saber quién filtró su renta, la UDEF cree que Oleguer oculta más
patrimonio en Andorra… si compró por 339 euros la mitad de una empresa titular
de 2´6 millones, no me extraña nada, absolutamente nada, ni siquiera la inmensa
fortuna que se le atribuye, ¡así, cualquiera!
Para finalizar, fuera
de nuestras fronteras destaca que el Estado Islámico sigue su avance en la
frontera entre Irak y Siria (y nadie lo para; esperemos que tal como sucediera
con Hitler cuando el mundo despierte no sea demasiado tarde); que las FARC
suspenden la tregua en Colombia (otros que tal bailan); que Monseñor Romero
será hoy beatificado y la asistenta del obispo salvadoreño revela que él “sabía
que lo matarían” (él y todo el mundo en aquel El Salvador sangriento); que la
presidenta argentina inaugura un gran centro cultural dedicado a su marido, 250
millones para que la memoria de Kirchner prevalezca (otra ocurrencia más de la
dama); y que Brasil inaugura una era de austeridad, anunciando el Gobierno un
ajuste de 23.300 millones de euros (y es que, lo he dicho mil veces, “lo que no
puede ser no es y además es imposible” por más que algunos, incluida Dilma Rousseff,
la presidenta brasileña, se empeñen en prometer lo contrario).
Jorge Cremades Sena
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario, gracias