Como si de algo extraordinario se tratara se
destaca la noticia de que Angela Merkel está contra el proceso independentista
de Artur Mas, manifestando su apoyo al Gobierno de Rajoy al opinar, como no
puede ser de otra forma, “como el Gobierno español” y declararse a favor de “la
integridad territorial de todos los Estados”. Mal asunto cuando hay que hacer
alarde de lo obvio. Merkel, como el resto de gobernantes democráticos de
izquierdas o derechas, del norte o del sur, del este o el oeste, terrestres o
extraterrestres, no puede estar de acuerdo con procesos no ajustados a la
estricta legalidad democrática que además ponen en grave riesgo la futura
integridad territorial de todos y cada uno de los Estados legalmente
constituidos y reconocidos por la comunidad internacional, generando un
peligroso precedente contra la paz y la seguridad universal. No se trata pues
de cerrar filas caprichosamente con Rajoy para destrozar las pretensiones de
Artur Mas, ni se trata de un no rotundo y específico a la independencia de
Cataluña por mero capricho. Se trata de cerrar filas con el sentido común para
destrozar el sinsentido de quienes al margen de la ley pretenden poner patas
arriba la protección territorial de los distintos estados constituidos a través
de largos y complejos procesos históricos, evitando un caprichoso e interesado
objetivo atomizador, egoísta e insolidario, que supondría un atentado a la
estabilidad política mundial. Entretanto, la vicepresidenta Santamaría ofrece
un “espíritu abierto” en la reunión de Rajoy y Mas. Abierto a qué. Esa es la
cuestión. Ya es hora de, como Merkel, llamar a las cosas por su nombre, al pan,
pan, y al vino, vino, evitando rodeos y eufemismos que a nada conducen. Mas y
los suyos tienen todo el derecho a declararse independentistas, y a ofertar a
los españoles su proyecto, pero carecen de legitimidad para forzarlo, sí o sí,
mediante atajos ilegales, perturbando no sólo la paz en Cataluña, sino también
en el resto de España, en Europa y en el resto del Mundo. Esa es la cuestión y
punto. Y así lo entiende cualquier demócrata que se precie. Por tanto, espíritu
abierto para hacer entender de todas las formas pacíficas y razonadas posibles
que el espíritu cerrado de los independentistas debe, sí o sí, abrirse a la
legalidad nacional e internacional, en vez de seguir anclado en el
totalitarismo ilegal y por tanto violento, renunciando a cualquier proceso con
estas característica si no quieren que recaiga sobre sus espaldas el peso de la
ley, antes de que su pueblo, en este caso el catalán y por tanto el español,
quede abocado a los riesgos de un futuro incierto.
Por otra parte, el presidente del Bundesbank, Weidmann, advierte
en Madrid del riesgo del dinero barato, de los bajos tipos de interés, instando
a que se vigile escrupulosamente el déficit, pues los países suelen aprovechar
estas circunstancias para volver a gastar y gastar olvidándose de la
consolidación fiscal. Y luego, pasa lo que pasa. Pasa que si no se actúa con
responsabilidad, al final pagan justos por pecadores, pues no debiera aumentar
el precio del dinero, perjudicando a gentes que lo requieren para financiar sus
proyectos o necesidades de cualquier tipo, para ahuyentar a los
despilfarradores irresponsables. Como no debieran pagar los trabajadores
honrados la irresponsable actitud de otros que abusan del absentismo laboral al
extremo de que el Gobierno ha decidido dar más poder a las mutuas para controlar
las altas médicas, permitiéndoles controlar desde el primer día la incapacidad
laboral. Como no debieran soportar las empresas y los sindicatos la justificada
sospecha ciudadana de su actuación irresponsable, si algunas, como Publicar,
una de las empresas proveedoras de UGT, no actuara con tamaña
irresponsabilidad, prácticamente delictiva, al enviar correos al sindicato
preguntando: “¿Queréis una factura por su importe real, o por otro?”. Una
especie de facturas a la carta para, entre unos y otros, robarnos y
perjudicarnos a todos, gracias a la conducta irresponsable tanto del sindicato
como de la empresa.
Y mientras Portugal prepara un plan audaz para fomentar
la natalidad, que ojalá tenga éxito y podamos importarlo a España lo antes
posible para asegurarnos el futuro, Israel y Ucrania acaparan el interés
mediático internacional. La paz o al menos la tregua en el conflicto
palestino-israelí parece cada vez más lejana, pues Hamás rechaza el plan de
alto el fuego propuesto por Egipto poniendo más énfasis en el enfrentamiento
existente entre ambos que en intentar suavizar las relaciones bélicas con
Israel que, en todo caso, con su ofensiva terrestre en Gaza apela a su derecho
a la defensa para proseguir con la destrucción de las infraestructuras bélicas
de Hamás en la frontera, provocando daños colaterales en los bienes y en las
vidas de muchos palestinos civiles inocentes. Algo parecido en lo referente a
suavizar el conflicto sucede en Ucrania con el trágico e inhumano derribo del
avión malasio, pues, confirmado el atentado, mientras Obama y Occidente
responsabilizan a Putin (“Los separatistas no pueden abatir aeronaves sin un
equipo que viene de Moscú. Putin controla la situación” afirma la Casa Blanca),
en medio de un clamor mundial contra el ataque y la petición de EEUU de mayores
sanciones económicas a Rusia, por asesorar y no controlar a los rebeldes
prorrusos, desde donde, según la embajadora norteamericana en la ONU procede el
lanzamiento del dichoso misil, desde Rusia se culpabiliza por acción u omisión
al gobierno de Kiev. En fin, son las consecuencias de resucitar, asesorar y
equipar con armamentos a los viejos fantasmas del pasado, cuyas acciones son
controlables al inicio pero imprevisibles e incontrolables a medida que van
consolidando sus macabros y violentos objetivos. De no ser así, de lo que
estaríamos hablando sería de algo mucho peor aún. Algunos países, como España,
piden que se haga una investigación independiente de los hechos para que cada
uno asuma sus responsabilidades en tan cruel iniciativa.
Jorge Cremades Sena
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