Por
primera vez desde la aprobación de la Constitución se aplica el punto 5 del
artículo 99, según el cual “si transcurrido un plazo de dos meses, a partir de
la primera votación de investidura, ningún candidato obtuviese la confianza del
Congreso, el Rey disolverá ambas Cámaras y convocará nuevas elecciones con el
refrendo del presidente del Congreso”. Y así ha sido, ante el flagrante fracaso
de los partidos políticos para ponerse de acuerdo, por lo que se avecinan
nuevas elecciones para el día 26 de junio, mientras el Presidente Rajoy calcula
que habrá nuevo gobierno a finales de julio, salvo que, de nuevo, los distintos
grupos parlamentarios que surjan de las elecciones hagan gala de su manifiesta
incompetencia e incapacidad para garantizar la gobernabilidad de nuestro país
si es que los españoles no nos decantamos por alguna opción vencedora cercana a
la mayoría absoluta. Ya de entrada, mientras Rajoy y Rivera recriminan a
Sánchez el veto a pactar con el PP y los líderes territoriales del PSOE se
distancian de la estrategia de alianzas postelectorales que propone su líder
(vetar en democracia opciones nítidamente democráticas, al margen de la
ideología que tengan, no parece muy democrático que digamos), el PP cree que el
pacto Podemos-IU facilita la gran coalición, ya que Sánchez se vería forzado a
apoyar a Rajoy tras el 26-J para evitar quedar fagocitado por el nuevo eje de
izquierdas, por lo que el Presidente en funciones, si el PP vuelve a ganar las
elecciones e incluso aumentar escaños como dicen las encuestas, espera ser
investido en julio. Entretanto Garzón negocia con Iglesias saldar la deuda de
16 millones de IU y concurrir en coalición como una especie de frente de
izquierda radical, sin el PSOE, mientras Gaspar Llamazares, ex líder de
Izquierda Unida, manifiesta que “IU corre el riesgo de ser el satélite de un
partido populista”, quedando diluido como un azucarillo entre un mar de
múltiples opciones ideológicas, algunas de ellas con evidentes síntomas
antidemocráticos y antisistema que en Europa son opciones manifiestamente
minoritarias. Se pone así fin a esta frustrada legislatura, insólita en los
países democráticos desarrollados, cuyo único aspecto positivo es que,
finiquitada definitivamente, el pueblo español tiene de nuevo la palabra para
decidir sobre su futuro. Esperemos pues que el pueblo haya tomado buena nota de
todo lo sucedido y, valorando los comportamientos y las propuestas de unos y
otros, sepa acertar lo que más nos conviene a todos.
Disueltas pues las Cámaras
y convocada oficialmente las nuevas elecciones o, dicho de otra forma,
recuperada la normalidad democrática, Zarzuela diseña una campaña para
“relanzar” a Felipe VI, que intensificará su agenda tras cuatro meses sin
grandes actos por culpa del bloqueo político y apelará al consenso en sus
discursos hasta el 26-J para evitar otra legislatura fallida, que sería
catastrófica. Y mientras, según el CIS, se conoce que la campaña electoral del
20-D influyó en el 36% de los votantes y las mayores dudas se produjeron entre
PP y Ciudadanos, parece ser que Rajoy está más dispuesto a aceptar los debates
a cuatro en esta nueva campaña y transmite a su partido que, según encuestas
internas, alcanzarían 130 diputados; que Iglesias y Garzón retarán al PSOE el
15-M en el primer acto del “Podemos –En Común nacional”; y que Sánchez planea
intercambiar a Simancas y Serrano en Madrid, es decir, intercambiar el puesto
cinco por el nueve para premiar el trabajo de éste en el grupo negociador de la
fracasada investidura.
Y, dejando los temas
preelectorales, cabe destacar que Mariano Rajoy rectifica y devuelve a las CCAA
el control en Educación, pues Méndez de Vigo da otro golpe a la “ley Wert” al
rebajar las competencias del Estado en las reválidas de la ESO y Bachillerato, con
lo que cada autonomía podrá fijar las preguntas y el calendario por su cuenta.
Por otra parte, España ordena detener a cargos próximos a Putin por sus lazos
con la mafia, pues la Audiencia Nacional implica en la “operación Troika” a un
ex viceprimer ministro, a un general y a un líder de la Duma. Entretanto, el TC
tumba la ley catalana de igualdad y la de pisos vacíos, mientras Puigdemont
hace el ridículo en la UE ya que ni Schulz, ni Juncker lo reciben.
Por cierto, hablando
de la UE, Bruselas alerta del déficit y la inestabilidad, aunque ratifica que
la economía seguirá creciendo, mientras no valida la previsión de déficit del
Gobierno y sólo dará un año de prórroga a España para que corrija el
desequilibrio extra en sus cuentas públicas. Por otro lado multará con 250.000
euros por cada refugiado no acogido, proponiendo un método de distribución
automática que penaliza a los países que rechacen el cupo correspondiente de
peticiones de asilo. Además, mientras sucede el amarre histórico en La Habana
de un crucero norteamericano después de 50 años, que es recibido con júbilo en
la isla, Europa reconoce serias trabas en el tratado con EEUU.
Y en los deportes la
gran noticia la protagoniza el Atlético de Madrid que, perdiendo en Munich ante
el Bayern, 2-1, hace valer su triunfo en la ida en el Calderón, 1-0, y se
planta como primer finalista de la Champions a la espera del otro finalista que
se dilucidará en el partido de vuelta en el Bernabeu entre Real Madrid y
Manchester City. Enhorabuena a los de Simeone por su exhibición de fe, capaz de
dejar fuera de la Champions a uno de los más grandes equipos del mundo.
Jorge Cremades Sena
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