Mientras en
Francia hacen balance de la tragedia de Niza, que ha dejado 84 muertos, entre
ellos 10 niños, y 202 heridos, más de 50 de ellos en estado crítico, y mientras
se investigan todos los detalles del salvaje atentado, salta la noticia de que
en Turquía, país miembro de la OTAN y punto clave estratégico para Europa y el
Mundo Occidental, se perpetra un serio intento de golpe de Estado para derribar
el democrático gobierno de Erdogan, que lo califica como un “ataque contra la
democracia”, sumiendo al país en un caos de primera magnitud. Como suele
suceder en estos casos, que recuerdan el famoso 23-F español, destinados al
fracaso más rotundo en los países europeos o de órbita occidental, durante los
primeros momentos reina por doquier la confusión mediática más absoluta con
noticias incluso contradictoria sobre los hechos. Que si carros de combate
abren fuego contra el Parlamento mientras el Gobierno de Erdogán llama a los
ciudadanos a luchar en las calles contra el alzamiento, que si el Gobierno
bloquea las comunicaciones e impone el toque de queda, que si se da el golpe de
estado por fracasado y el Gobierno ha recuperado el poder, que si aún no se ha
controlado la intentona…. son, entre otras, las primeras noticias que nos
llegan al respecto. Lo cierto es que, tanto los atentados terroristas de Niza
(o los perpetrados anteriormente en otras ciudades francesas o de otros países
de Europa), como el intento de golpe de estado en Turquía (con un gobierno
democrático, surgido de las urnas, por más que a algunos no les guste
determinadas características del mismo), constituyen una seria amenaza para la
democracia y la libertad, para la convivencia y la paz en nuestra vieja Europa,
que, además de lo anterior, sufre otras amenazas internas a causa del ascenso
de partidos radicales extremistas, tanto de izquierdas como de derechas, que
llevan en su DNI políticas eurófobas, xenófobas, ultranacionalistas y
antidemocráticas, que, en su conjunto, atentan contra los principios básicos de
entendimiento, garantes de la convivencia social pacífica en los diversos
pueblos que habitan Europa y entre los diversos Estados que la conforman, ya
sea entre los integrantes de la UE (el Brexit es un buen ejemplo) o entre los
que decidieron no integrarse en ella.
Dice Valls, el Primer
Ministro francés, que “Francia va a tener que vivir con el terrorismo”,
admitiendo así que la amenaza será prolongada, en tanto que los ministros
europeos van a reunirse el lunes para decidir medidas comunes. Es el triste
ritual tras cada atentado. Añade el Gobierno de Hollande que “hay que
acostumbrarse a vivir con el terror”, admitiendo de alguna forma la impotencia
en la lucha contra el yihadismo, y, mientras prolonga tres meses más el estado
de emergencia (hay que destacar que el trágico atentado se ha producido en
plena vigencia de dicha medida excepcional), se van conociendo detalles,
bastante confusos sobre el conductor asesino, quien, al parecer, tenía
antecedentes por delitos comunes, pero era “un perfecto desconocido para los
servicios de inteligencia”, en tanto que Fiscalía rastrea posibles llamadas a
España para intentar esclarecer los hechos que, por cierto, ante la tardanza en
ser reivindicado por ninguna organización yihadista y ante el desconocimiento de
vínculos islamistas del autor, genera más incertidumbre todavía. En todo caso
el CNI francés había alertado de un atentado como el del camión, perpetrado en
plena vigencia del “estado de emergencia”, lo que demuestra la vulnerabilidad
de la democracia frente a los liberticidas incluso en sus momentos de máxima
restricción de las libertades y derechos ciudadanos por razones puntuales como
es el caso. A los demócratas, que no debemos caer en el error de recurrir a
métodos liberticidas (la violencia sólo genera violencia y sinrazón) y
renunciar a nuestros principios, sólo nos queda afrontar el reto con serenidad
y actitudes militantes pro libertad, poniendo nuestras diversas ideologías
democráticas al servicio del superior objetivo común de defender la democracia,
desenmascarando y rechazando contundentemente las ideología totalitarias
liberticidas que se desarrollan en nuestras sociedades, legislando más
eficazmente para crear un mejor marco legal contra los violentos del tipo que
sea, dotando a las fuerzas de seguridad del Estado de los mejores recursos
legales y materiales para que su labor sea más eficiente, haciendo piña sin
fisuras con el gobierno democrático de turno en la lucha antiterrorista,
esforzándonos en desarrollar una pedagogía política para que todos entiendan
quienes son nuestros verdaderos enemigos y no los confundan con quienes
simplemente son nuestros contrincantes políticos dentro del sistema democrático,
en fin, toda una serie de actitudes y medidas del estilo de las anteriores… y a
pesar de todo no estaremos exentos de sufrir ataques violentos como los
citados.
Y ya, vueltos a
nuestro país (Francia y Turquía ocupan casi todo el interés mediático en el día
de hoy), donde, como era de esperar, el Presidente del Gobierno y los diversos
líderes políticos han condenado los sucesos acaecidos en ambos países y se han
solidarizado con sus respectivos gobiernos, destacar que, mientras España
ofrece 100 militares más para la lucha contra el Estado Islámico (la lucha
armada frente al mismo hasta derrotarlo es fundamental para la paz), el PP
prepara una nueva oferta a Sánchez para que apoye la investidura de Rajoy, una
especie de programa con propuestas del PSOE incluidas, que le hagan más fácil a
los socialistas apearse del no, y además se muestra abierto a una reunión a
tres con Rivera, pues, en estos momentos, lo prioritario y sensato es que entre
los tres partidos con claros principios democráticos y constitucionalistas se
pongan de acuerdo para desbloquear la ingobernabilidad que tanto perjudica a
todos los españoles y a los intereses de España en el exterior.
Jorge Cremades Sena
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario, gracias