Se tiene
la sensación de que con sus respectivas ambigüedades calculadas para intentar
quedar bien ante la ciudadanía, tanto el PSOE como Ciudadanos andan intentando
diluir sus manifiestas irresponsabilidades que, curiosamente, vendieron como
actitudes responsable tras el 20-D con el absurdo e inviable pacto que acabó en
la fracasada investidura de Sánchez y que la ciudadanía tan caro se lo ha hecho
pagar el 26-J convirtiéndoles en los grandes perjudicados al perder cinco
escaños el PSOE y ocho Ciudadanos. En efecto, tras haber jugado ambos a
rotundos e irresponsables vetos al partido ganador (en democracia jamás se ha
de aplicar el “nunca jamás” al partido que gana las elecciones y, menos aún, si
no hay una mejor alternativa sólida, creíble y viable), poniéndose a la altura
de populismos e independentismos antisistema (únicos que pueden permitirse
semejantes licencias antidemocráticas), cuando, en todo caso, éstos habrían de
ser los vetados para la gobernabilidad por los partidos constitucionalistas,
ahora, al haber llegado tan lejos en semejantes irresponsabilidades, que los
electores ya le han reprochado, intentan diluirlas para que no sea sólo uno de
ellos quien se cargue en exclusiva el muerto. Sólo así se entienden las
respuestas que, tanto Sánchez como Rivera, han dado a Rajoy (a “día de hoy, no”
o “primero voto en contra y luego me abstengo”), provocando especulaciones
sobre que la realidad es que el PSOE finalmente estudia abstenerse si Rajoy,
que se centra en buscar el “sí” de Rivera, suma a Ciudadanos en la investidura,
mientras mantiene discretas conversaciones tanto con Sánchez como con Rivera
para lograr antes del dos de agosto un pacto que le permita formar Gobierno.
Pero, si lo sustancial es regresar a la responsabilidad lo antes posible, ¿qué
sentido tiene este absurdo tactismo político cuando lo valorable por los
ciudadanos ha de ser el servicio que presten a España? Ningún sentido que
Ciudadanos diga primero “no” para luego abstenerse “in extremis” o decir
finalmente “sí” para que Sánchez pueda justificar su abstención, alargando
irresponsablemente la solución responsable de la urgente gobernabilidad y
cuanto antes se decidan por ello tanto mejor para todos los españoles. Si tal
como han dejado claro los ciudadanos el 26-J se equivocaron ambos partidos,
mantenerse ahora en el error e incurrir en nuevas irresponsabilidades es la
peor opción y sólo rectificando podrán, si lo explican bien, ganarse de nuevo
en el futuro la confianza perdida.
En cuanto se refiere a
otros asuntos nacionales cabe destacar que, con buen criterio, PP y PSOE votan
juntos contra los jurados vecinales de Carmena, otra de las ocurrencias de la
alcaldesa madrileña; y que Pujol Jr. blanqueó en Croacia con “el rey del juego”
catalán, detectando la policía que el clan compró fincas en el país balcánico
con “dinero fuera del circuito declarado”, asociándose con los Suqué, dueños de
casinos en Barcelona, Tarragona y Peralada.
Y en el exterior,
mientras Europa abre un nuevo frente en su batalla contra Google y la acusa de
abuso en la publicidad “online”, estrechando así el cerco judicial contra el
gigante americano por posición dominante en el mercado de publicidad, Europa
tacha de provocación que Johnson sea el nuevo ministro de Exteriores de Reino
Unido, que es tachado por sus colegas de “mentiroso”, “irresponsable” y
“peligroso”, mientras el eurófobo mantiene que “abandonar la UE no es abandonar
Europa”, lo que es cierto en términos de geografía física pero no en términos
de geografía política ya que su eurofobia siembra problemas futuros en la UE
que, para bien o para mal, es la experiencia mejor en Europa como proyecto de
paz, desarrollo, colaboración y entendimiento entre los distintos estado que la
conforman.
Pero la noticia que
acapara toda la atención nacional e internacional es un nuevo atentado
terrorista en Francia, concretamente en Niza, donde un camión de gran tonelaje,
conducido por un francés de origen tunecino de 31 años, arremete a gran velocidad, tras saltarse varios
controles, contra una multitud que se concentraba en el paseo marítimo para ver
los fuegos artificiales con motivo de la celebración del gran día de Francia,
su Día Nacional, mutando la alegría en horror y dolor en un instante. El
resultado, de momento, 84 fallecidos y más de doscientos heridos. El Gobierno
francés desde el primer instante barajó que se trataba de un atentado de Daesh,
aunque nadie se ha adjudicado la autoría y la Fiscalía francesa apunta a un
atentado tras hallar armas y alguna granada en el vehículo tras ser abatido a
tiros el conductor, quien respondió también a los disparos de las fuerzas de
seguridad y acompañó su macabra actuación a tiro limpio durante los dos
kilómetros de atropellos por el paseo haciendo zig-zag con el camión, alquilado
el mismo día, para causar más daños todavía. Hollande, tras la celebración de
la Eurocopa de Fútbol bajo grandes medidas de seguridad, había anunciado que
levantaría el Estado de Excepción a finales de este mes. De nuevo el horror y
el luto provocado por alimañas con apariencia humana. De nuevo la barbarie
contra la libertad. De nuevo el salvajismo contra la cultura. Hoy más que
nunca, una vez más, hemos de estar todos los hombres de bien más unidos que
nunca si queremos ganar esta intolerable guerra provocada por el fanatismo. Hoy
más que nunca, una vez más, hemos de sentirnos franceses y convertirnos en
acérrimos defensores de la Libertad, Igualdad y Fraternidad que en su Fiesta
Nacional celebraban con júbilo hasta el instante en que el demonio
personificado con apariencia humana decidió sembrar Niza de lo único que sabe
hacer: la muerte y la desolación por doquier.
Jorge Cremades Sena
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