Todo, absolutamente todo, lo invade el debate
sobre el estado de la nación que acaba de finalizar, si nos guiamos por las
portadas y los principales titulares de los principales diarios nacionales.
Sólo les queda espacio en alguno de ellos para muy pocas noticias como la
muerte de un español en Venezuela, tiroteado en las protestas contra Maduro;
como la oposición del Supremo a la concesión del indulto a Garzón al no estar
arrepentido y al no considerarlo de “utilidad pública”; como el temor en Kiev a
que Rusia corte los créditos que había garantizado, dejando a Ucrania al borde
de la bancarrota; como la declaración de Barcina, acusando al líder de los
socialistas de interceder por empresas en Hacienda cuando era vicepresidente de
Navarra; o como que las nueva becas llegan tarde y sólo con parte del dinero.
Asuntos importantes que, de no coincidir en el tiempo con el debate sobre el
estado de la nación, hubiesen merecido un protagonismo mucho mayor en los
distintos medios de comunicación. Al fin y al cabo, tratan de la difícil
situación por la que atraviesan, tanto Ucrania como Venezuela, de la absurda y
anacrónica figura del indulto, del delicado problema político por el que
atraviesa Navarra y de las consecuencias de los recortes que obligadamente ha
de hacer el Gobierno español para cumplir con los objetivos comprometidos con
la UE. Todos ellos, asuntos que por sí mismos merecerían una especial atención
por parte de cualquier observador del acontecer cotidiano que, comprensiblemente,
quedan relegado a un segundo plano ante el interesante debate en el Congreso de
los Diputados.
Así, mientras Bruselas duplica la previsión de
crecimiento para España en 2014, situándolo en el 1%, tal como hace poco
anunciaba el mismísimo De Guindos, se celebra el debate sobre el estado de la
nación justo en el ecuador de la legislatura del gobierno de Rajoy. Un debate
en que, tanto gobierno como oposición, han tirado de hemeroteca, especialmente
Rajoy y Rosa Diez, para avalar su discurso político. Rajoy para demostrar la
mejora de la situación respecto al debate del año anterior, Diez para
evidenciar que la situación sigue siendo calamitosa, mientras Rubalcaba, Cayo
Lara y el resto de grupos negaban sistemáticamente cualquier atisbo de mejora,
describiendo una especie de apocalipsis sin aportar ni una sola medida creíble
que pudiese significar una seria alternativa a lo que viene haciendo el
gobierno.
Por tanto, nada mejor que los titulares de las portadas
de los diferentes medios para atisbar el resultado definitivo de tan
interesante debate que, como es lógico, cada cual lo interpreta según el cristal
con el que mira: “Rajoy da por acabada la crisis y anuncia estímulos al empleo”,
“Rajoy descoloca a Rubalcaba con una gran rebaja de las cotizaciones”, “Rajoy
presume de datos y Rubalcaba le culpa del sufrimiento de la gente”, “La
ambición de Rajoy derrota al apocalipsis de Rubalcaba”, “Rajoy promete mejoría,
Rubalcaba pide realismo” o “Rajoy saca pecho, Rubalcaba, el látigo”….. Poco se
puede aportar al posterior debate mediático sobre quién ha vencido en el debate
que, en definitiva, es lo menos importante para el futuro de nuestro país.
Juzguen ustedes mismos al respecto.
Al final, con la vista puesta en las ya cercanas
elecciones europeas, el debate ha tenido un evidente ramalazo electoralista que
augura por donde pueden ir los tiros de la pertinente campaña electoral. El PP
y su gobierno empeñados en hacer ver las mejoras, al menos a nivel
macroeconómico, respecto al año anterior y, por supuesto, a la herencia
recibida del PSOE; Rubalcaba y el PSOE, empeñados en hacer valer la imagen fija
de la situación actual, obviamente delicada (al menos en el asunto del
desempleo), desentendiéndose de cualquier responsabilidad al respecto; y, el
resto de la oposición, empeñada en zarandear la responsabilidades de unos y
otros, haciendo diagnósticos de una complicada realidad pero sin aportar ni la
más mínima medida creíble y factible para salir del agujero en el que estamos
metidos. En definitiva, todos, absolutamente todos, intentando salir airosos,
en la medida de lo posible, en las confrontaciones electorales que se avecinan.
Otra cuestión bien distinta es lo que sea más adecuado, objetivamente, para
conseguir en el menor tiempo posible situar a España en el escenario del Estado
de bienestar que todos deseamos, pero real y sostenible, con arreglo a las
posibilidades de nuestra riqueza y no, como antes, a la lotería de que los
mercados nos permitan vivir en una falsa burbuja que jamás volverá en el
futuro, al menos durante muchos años. Si cada partido, cada gobernante presente
o pasado, asumiera con seriedad sus respectivas responsabilidades, otro gallo
nos cantaría.
Jorge Cremades Sena
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