Mientras
Ciudadanos, como era de esperar, descarta pactos de gobierno antes de las
elecciones generales y, por tanto, no entrará en coaliciones después de las
autonómicas con el objetivo de preservar su independencia respecto al PP y al
PSOE, y, mientras Monedero da un paso atrás en la obligada deriva de Podemos
hacía políticas más razonables y avisa a “Pablito” de que hay que recuperar el
15-M, movimiento del que surgió el partido, Susana Díaz margina a Pedro Sánchez
en sus necesarios pactos e irrita al mismísimo Felipe González, generando una
marejadilla en el PSOE que, junto a otras cuestiones importantes, se está
convirtiendo en una verdadera marejada. En efecto, entre la lucha por el
liderazgo, las negociaciones en Andalucía y el estigma de los ERE, se está
produciendo una erosión del partido nada deseable, reabriéndose (si es que se
cerraron) las heridas tradicionales que vienen sacudiendo a los socialistas
desde hace tiempo. Ferraz reconoce que ignora el sentido político e ideológico
de las negociaciones susanistas, Felipe González critica que se entregue a
Chaves y Griñán para conseguir gobernar en Andalucía y puntualiza que su apoyo
a Pedro Sánchez es “bastante probable” pero no seguro, mientras el ex
interventor de la Junta afirma, en sede judicial, que Griñán era el “destinatario”
de sus informes y que advirtió del fraude de la formación a la Junta pero ésta
decidió “mirar para otro lado”, acusando a Griñan de “hacerse el sordo” con los
ERE a pesar de que le enviaba informes sobre irregularidades, pero “no para que
los guardara en el armario”. En fin, todo un lío que no hay por dónde cogerlo,
mientras Griñán anuncia su despedida del Senado pero conservando su escaño
hasta la fecha prevista para su relevo (de Chaves, mejor ni hablamos) y, para
más desgracia, Pedro Sánchez arropó el pasado lunes al candidato de Azuqueca de
Henares que, un día después, fue imputado por estafa. Y es que, como dice el
refrán, cuando uno tiene mala suerte (o se la busca), pone un circo y le crecen
los enanos.
Cabe además destacar
en el día de hoy que dentro del PP, donde tampoco está el horno para bollos, se
desatan críticas, como hace la oposición, a Esperanza Aguirre por su propuesta
de retirar a los sin techo de la calle. Y, citar obviamente, que han sido
evacuados 157 pasajeros de un ferry en llamas a 30 kilómetros de Mallorca,
provocando gran alarma al comenzar a arder con 753 toneladas de fuel que es
ahora la gran preocupación por el desastre ecológico que pudiera provocar en
caso de derramarse en el mar.
En cuanto a asuntos
del exterior, mientras los monjes de Nepal afirman que “el terremoto ha sido un
castigo divino”, cabe resaltar el discurso, mucho más humano y apegado a la
realidad, del Presidente egipcio Abdelfatah al Sisi, afirmando que “si Egipto
se derrumba, la región irá al desastre y Europa sufrirá”, que “el peligro sería
mayor si los islamistas volvieran al poder en Egipto, pues Libia, Siria, Mali,
Chad…todo iría al caos”, que “liberamos a los libios de Gadafi, pero les
dejamos bajo el terror de las milicias y ahora sufren su presión” y que “la
religión verdadera nunca impide la evolución ni permite el terrorismo… es vida,
no destrucción”. Y no le falta razón a Sisi que confiesa: “Hago todo lo que
puedo… Contenerme es fundamental porque la opinión pública me pide algo
diferente”. Todo un mensaje para un Occidente que en muchas ocasiones, cargado
de razones teóricas y escrúpulos puristas, apuesta no por mejorar lo malo
progresivamente sino por destruirlo, apostando por lo peor.
Y, mientras Grecia
amenaza con un referéndum sobre el trato con Europa, advirtiendo Tsipras de que
lo acordado debe ajustarse al “mandato popular” (como si el mandato popular de
los griegos hubiera de ser de obligado cumplimiento para el resto de pueblos
europeos), mientras su ministro Varufakis negocia con Suiza una “amnistía
fiscal” para recaudar 800 millones por el camino que critica la izquierda en
España y especialmente sus colegas de Podemos, el Papa decide abrir los
archivos vaticanos sobre la dictadura en Argentina, en tanto que la cólera
racial acorrala a Obama (¡quién lo diría!), pues Baltimore se ha convertido en
zona de guerra, con el Ejército que trata de contener una oleada de disturbios
y protestas de la población negra (como el presidente) tras la muerte de un
joven de raza negra mientras estaba bajo custodia policial, lo que, obviamente,
es intolerable.
Jorge Cremades Sena
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