Es la
noticia, sin lugar a dudas. Rodrigo Rato, estandarte del Gobierno de Aznar de
las cosas bien hechas e icono del PP como ejemplo de eficiencia, ha sido
detenido, mientras la policía registra durante horas su domicilio y su
despacho. Tras denunciarle Hacienda, el ex vicepresidente del Gobierno y
mandamás del FMI, es detenido por corrupción (el pan nuestro de cada día en
España), acusado de fraude fiscal, blanqueo, tráfico de divisas (una minucia de
12 millones) y alzamiento de bienes para evitar un embargo por su
responsabilidad en el “caso Bankia”, por lo que el juez ordena detenerlo tras
detectar movimientos de capital en el extranjero, en tanto que el fiscal le
acusa de los delitos citados. Aunque Rato lo desmiente, supuestamente, creó
sociedades en EEUU, Holanda, Reino Unido, Gibraltar, República Dominicana y
Suazilandia a nombre de su ex mujer, tres hijos, su hermana y una sobrina,
mientras el PP teme que la detención le destroce su campaña electoral y el
Gobierno popular dice que el arresto “demuestra que la ley es igual para
todos”, en tanto que rumores interesados apuntan a venganzas internas contra el
aznarismo, a comparaciones odiosas con el diferente trato a los Pujol y hasta
con la osadía del policía que, como suele ser costumbre en estos casos, pone su
mano en la nuca del detenido para ayudarle a entrar en el coche policial. En
fin, versiones para todos los gustos, cuando todos debiéramos congratularnos de
que, al margen de especulaciones, los presuntos delincuentes, ya sean chorizos
comunes o de cantimpalo, afronten ante la Justicia las chorizadas que hayan
cometido y que finalmente paguen por ellas lo que esté estipulado. Rato, tras las
horas que ha durado el registro, ha sido puesto en libertad con sus cuentas bloqueadas,
a la espera de que el proceso de investigación judicial siga su curso. La
noticia, que ha trascendido obviamente el ámbito nacional, está siendo
utilizada interesadamente por tirios y troyanos, no sólo en España sino en
otros lugares del mundo, que es lo normal en estos casos de ángeles caídos con
los pies de barro. Y, siguiendo con el PP, el juez Ruz cree que la financiación
ilegal del partido comenzó en los años de Aznar (más motivos para las
especulaciones sobre el antiaznarismo en el PP actual) y atribuye al ex
tesorero Lapuerta nada menos que 15 años de control de la Caja B.
Tampoco andan
cristalinas las aguas en el PSOE, pues, mientras Susana Díaz aplica el rodillo
y deja al PP con la misma representación que IU en la mesa de la cámara
legislativa de Andalucía (cuando lo normal es un reparto proporcionado a la
representación obtenida en las urnas), prosiguen las pintorescas declaraciones
de sus ilustres compañeros ante el Supremo por el “gran fraude” de los ERE,
tocándole el turno a Zarrías, quien se quita de en medio y orienta las
responsabilidades hacia la Consejería de Hacienda, que estaba en manos de
Griñán, y cargando contra el interventor para eludir sus propias
responsabilidades, ya que como ex consejero de Presidencia de la Junta, según
dice, presidía “consejillos” pero no decidía sobre el asunto. En fin, otro más
que, como Chaves y Griñán, después de años y años de ostentar altas
responsabilidades políticas en la Junta de Andalucía, simplemente pasaba por
allí y no se enteró de nada. Ni siquiera de la pasta que, entre otros, tenía
otro de sus compañeros relevantes o mandamases, de cuyo nombre no quiero
acordarme, cuando su madre presumía descaradamente de que su hijo tenía
billetes “pa asar una vaca”.
Y mientras en Reino
Unido el nacionalismo escocés será decisivo en las próximas legislativas
(vamos, algo así como lo que sucede en España) y en Grecia se produce una
desbandada de inversiones ante el riesgo de impago (es lo habitual con
gobiernos demagógicos que ignoran la realidad), una noticia insólita sorprende
al mundo entero: Italia detiene a 15 africanos musulmanes por tirar por la
borda a 12 cristianos. Cuando estamos en vilo por la tragedia que viven miles y
miles de africanos jugándose la vida al atravesar en patera el Mediterráneo
para llegar a Europa, que consideran un paraíso, en una de ellas encuentran el
infierno gracias a sus propios compañeros de travesía. Incomprensiblemente la
guerra religiosa de los intransigentes no da tregua ni siquiera cuando los contrincantes
se están jugando la vida, lo que, por el bien de todos, requeriría, por mero instinto
de supervivencia, la solidaridad más absoluta por encima de cualquier tipo de
discrepancia o, como mínimo, la misma que pretenden a su llegada a tierras
europeas. La atroz conducta de semejantes inmigrantes musulmanes, arrojando por
la borda de la patera a sus compañeros inmigrantes católicos, no debe empañar,
para nada, el concepto sobre la conducta de los miles y miles inmigrantes que
de buena fe y por necesidad se juegan la vida para tener un futuro mejor, ya
sean musulmanes, católicos o ateos, aunque también debe servirnos para estar en
alerta ya que, como ven, no todo el monte es orégano.
Jorge Cremades Sena
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