Con la
frase “no me opongo a reformar la Constitución” ante el mismísimo Rey, Mariano
Rajoy, como Presidente del Gobierno y, hoy por hoy, del principal partido
político en España, abre la puerta a una reforma constitucional en la próxima
legislatura que, por cierto, de una u otra forma, casi la totalidad del resto
de partidos solicita y entiende como necesaria. Por tanto, en principio, la
reforma de la Constitución está cada vez más cerca, aunque, de entrada, Rajoy
expone el requisito básico para llevarla a feliz término, pues dichos cambios
habrán de hacerse por amplio “consenso”, ya que se trata de mejorar el marco
legal en beneficio de todos los españoles, depositarios de la soberanía. Ya
apunta el Presidente que la supuesta reforma “no contentará a los
independentistas” y habrá de hacerse “con el consenso de una gran mayoría de
los partidos”. Es más, apuntando por dónde han de ir dichos supuestos cambios,
también insinúa que afectarían al polémico y cogido con pinzas Título VIII,
que, como saben, alude al diseño territorial del Estado, teniendo en cuenta, en
todo caso, que para nada “dejará satisfechos a los independentistas”, cuyo
objetivo, por pura lógica, no es mejorar el Estado sino destruirlo. Dicho lo
anterior, ahora empieza pues lo difícil, como es ponerse de acuerdo en qué
tipos de cambios constitucionales hay que hacer ya que los modelos que
pretenden imponer los diferentes partidos nada tienen que ver unos con otros y,
obviamente, lo irracional e inaceptable sería que una exigua mayoría (como
pretende imponer Mas para proclamar la independencia de Cataluña, en caso de
que fuera legal hacerlo) impusiera a los demás un determinado marco legal
contra su voluntad, tal como, lamentablemente, ha sucedido a lo largo de toda
la historia constitucional española (excepto con la actual Constitución) en
que sistemáticamente media España se dotaba de marcos legales, no en beneficio
de todos, sino para someter a la otra mitad de españoles… ¡Y así nos fue hasta
la Transición! En todo caso, y no me cansaré de repetirlo, se hagan los cambios
que se hagan, nada mejorará la situación si, como sucede ahora, cada uno se
salta la legalidad vigente, sea la que fuere, cuando le conviene o le viene en
gana, generando un ambiente de inseguridad jurídica insoportable, sin que el
Estado actúe rápida y contundentemente contra semejantes comportamientos
totalitarios.
Así las cosas, mientras
Rajoy recuerda a los catalanes que “hay que ir a votar” el 27-S porque serán
unas elecciones autonómicas muy importantes, en tanto que la apertura del
debate territorial citado crea tensión interna en el PP, en el PSOE, que da la “bienvenida”
a que Rajoy acepte cambios en la Constitución, crece la alarma por la deriva
del PSC hacia el soberanismo, en tanto que la oposición en general, aunque no
ve desacertado el viraje reformista de Rajoy, lo tilda como “electoralista” por
plantearlo en estos momentos. En fin, como ven, cada uno arrima el ascua a su
sardina, aunque para algunos, como por ejemplo “Kichi”, el alcalde gaditano, lo
esencial de la política sean simplemente poses, en este caso para los “podemitas”,
y pocas medidas concretas. Las poses y los anuncios quedan muy bien, pero, una
vez planteados, cuando llega la hora de la verdad han de materializarse en
hechos concretos y si son asuntos que, como la reforma constitucional,
requieren de amplios consensos, lo primero que han de hacer las distintas
fuerzas políticas es consensuar internamente su postura global y definitiva
para después intentar consensuarla con las de los demás. Y ya ven, tengo la
sensación de que, a nuestros partidos políticos bien se les puede aplicar la
expresión tradicional de “mucho ruido y pocas nueces”.
Y mientras tanto cinco
comunidades autónomas están afectadas por el fuego en este ardiente agosto, ya
que diez incendios forestales arrasan miles y miles de hectáreas y arruinan
zonas estratégicas para el turismo y de gran valor ecológico, al extremo de que
han sido evacuados más de 2.000 personas en Sierra de Gata, la zona de más
incendios sin causa conocida, no descartándose en absoluto que semejante
majadería haya sido provocada. En los pueblecitos que quedarán rodeados de
árboles calcinados en medio de un paisaje fantasmagórico se preguntan
desesperadamente “¿Quién vendrá ahora aquí?”, aunque lo esencial (el daño ya
está hecho), además de las ayudas que dichas poblaciones merecen, es
preguntarse, si se confirma la autoría voluntaria o negligente de los
incendios, qué se va a hacer contra semejantes sujetos para que no se vuelva a
repetir tamaña irresponsabilidad en el futuro.
En cuanto a noticias
del exterior, mientras la ONU denuncia “el caos” migratorio en el Mediterráneo,
al extremo de que la Agencia para los refugiados pidió ayer medidas urgentes
ante la llegada masiva de inmigrantes al sur de Europa por mar, Grecia, por si
no tuviera ya bastante con lo que tiene, se convierte en el principal destino
de inmigrantes desde Turquía, cuya ruta a las islas griegas en el ferry (módico
precio de 10 euros para turistas y desorbitado de 10.000 euros para refugiados)
se convierte en la principal vía de entrada en Europa, nada menos que para
125.000 inmigrantes, la mayoría refugiados de guerra, cuya lógica obedece a que
en tan sólo media o una hora de navegación desde Turquía es más segura que la
travesía Libia-Italia, donde se juegan además torturas y extorsiones de los
yihadistas, además los barcos son más pequeños y no van tan sobrecargados,
Turquía está muchos más cerca de Siria e Irak que Libia y, para colmo, los
recortes en combustible han provocado que patrullen muchos menos guardacostas
griegos que hace unos años…. Y, mientras Rusia destruye fruta europea en
represalia por las sanciones por Ucrania, en Siria el EI ha secuestrado a 230
civiles, entre ellos 60 cristianos asirios, en la ciudad de Al Quariatain…
¡cómo para no huir aunque sea hacia el infierno! Como ven, un panorama
desolador.
Jorge Cremades Sena
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