Es la pregunta que muchos se plantean ante el
callejón sin salida en que Artur Mas ha metido a Cataluña y, de rebote, al
resto de España. Aunque mantiene para Noviembre la consulta ilegal de
independencia, sus socios de ERC no le permitirían lo contrario; aunque él
habla de legalidad de la misma al pretender ampararse en la ilegal “ley catalana”,
no entiende que los parlamentos autonómicos tienen sus limitaciones en materias
que no son de su competencia; y, aunque CiU ya está por debajo de ERC en las
encuestas, asumiendo todo el coste de su irracional proyecto, parece ser que,
si Oriol Junqueras sigue dándole la espalda, negándose ERC a entrar en el
Govern, Artur Mas adelantará las elecciones, probablemente para celebrarlas en
marzo, tras prohibirse, como es previsible (lo contrario sería la liquidación
definitiva del estado de derecho) la ilegal consulta, corriendo él solito con
el coste antidemocrático y totalitario de, saltándose la legalidad, mantener la
tozudez de convocarlas a pesar de todo. En todo caso, en pleno caos por el
escándalo del clan Pujol, mientras sigue manteniendo que la fortuna y los
negocios de los Pujol son asunto “privado”, presume de que la salida de la
crisis de España se la debemos a Cataluña, donde, obviamente, las cosas se
hacen mejor, omitiendo que ha recibido del Estado más de 40.000 millones de
euros, que, entre otras cosas, le permiten mantener la orgía de gastos que
supone su aventura soberanista. En fin, es el más cínico estilo del
nacionalismo independentista: cuando las cosas van mal la culpa es de otros, en
este caso de la España que nos roba, y cuando las cosas no van tan mal, a pesar
de conocerse que quienes les roba son sus propios dirigentes y sus aledaños, el
mérito es propio. Lo triste es que, en este país, hasta el propio Gobierno
reconoce que el éxito de la reforma fiscal dependerá de las autonomías, siendo
este guirigay institucional la verdadera tragedia del Estado Español.
Entretanto, un hallazgo sorprendente pone de relieve
hasta qué extremo pululan en España a sus anchas los sinvergüenzas. Nada menos
que en el buque escuela de la Armada Juan Sebastián Elcano, se han hallado 127
kilos de cocaína, que se suman a la detención de tres marineros hace un mes por
tener drogas, mientras se buscan cómplices y se investiga para esclarecer los
hechos. Es por tanto pertinente y oportuna la pregunta de UPyD al Gobierno por
la corrupción en el Ejército y por el teniente en huelga que lo denunció. ¡Éramos
pocos y parió la abuela! Sólo falta que una de las instituciones más valoradas
por los ciudadanos decida, como las demás, encauzarse por la senda de la sinvergonzonería.
Y, como era de esperar, mientras el ébola vacía las
calles de Sierra Leona ante los estragos causados por la epidemia, el misionero
español infectado por la enfermedad en Liberia será repatriado de urgencia para
ser internado en La Paz y tratado según los protocolos de máxima seguridad
establecidos por la OMS. Sanidad asegura que los riesgos de posible contagio en
España son “muy bajos”, en tanto que el afectado, Miguel Pajares, que se
encuentra en estado muy grave a sus 75 años de edad y permanece en cuarentena
en la clínica de Liberia donde combatía el virus, dice que su labor “mereció la
pena”. Es por tanto lo mínimo, como dije ayer, que se puede hacer por este
hombre de bien, además de desearle una recuperación por más que parezca
milagrosa.
En asuntos no dolorosos, ni preocupantes, mientras don
Juan Carlos recibirá un homenaje en la investidura del presidente colombiano
Santos, a cuyo evento asiste nuestro ex monarca, su hijo el Rey Felipe con su
familia, siguiendo la tradición, se fotografían en los jardines del palacio de
Marivent en Mallorca, donde va a disfrutar de unos días de descanso vacacional,
manifestando que “Mallorca es un trozo de cielo en la tierra”. En efecto, un
trozo de cielo entre los muchos que hay en nuestra querida España a pesar de
que nos empeñemos en convertirlos en infiernos.
Y, hablando de infiernos, el de Gaza se da un respiro.
Israel se retira de la zona para negociar con los palestinos una tregua que sea
duradera. Esperemos que ningún intransigente perturbado cometa ninguna fechoría
intolerable que sirva de excusa a unos u otros para reanudar el conflicto
bélico. Seguro que habrá más de uno que eso es lo que desearía y se sentirá
frustrado por este pedacito de titubeante paz.
Jorge Cremades Sena
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