¡Quién lo diría hace un año! Seguramente
nadie. Que Alemania, el motor de la UE, que Francia, su mejor combustible, y
que Italia, su mejor lubricante, iban a ralentizar la marcha hacia la
recuperación, arrastrando a los vagones más pesados enganchados a la cola como
Grecia, Portugal o España, por ejemplo, era impensable. Pero los datos, siempre
tozudos, se imponen, al extremo que ahora, el estancamiento de la zona euro
(especialmente con la caída de la economía alemana en un 0´2%, así como la
italiana, y el estancamiento de la francesa) dificulta la recuperación española
justo cuando, por fin, enderezaba su rumbo y se convertía con el 0´6% de
crecimiento en una sólida esperanza de cara al futuro. Como ven, cuando no es
un pito es una flauta en esta Europa que quiere, pero no puede o, quizá, puede
pero no quiere. Y eso que todavía no han llegado los efectos de las sanciones
que Rusia impone por el asunto de Ucrania. En definitiva, Alemania y Francia
frenan a Europa, mientras España, que parecía ir por buen camino (en cuanto al
crecimiento se refiere) amanece con nubarrones en el horizonte, que amenazan
con tormentas, especialmente por su inmensa deuda pública que, por primera vez,
rebasa el billón de euros y cada día sigue engordando en unos 300 millones más.
El problema de las deudas no es tenerlas, sino poder pagarlas y, para ello, es
imprescindible seguir creciendo.
Seguramente la UE también frena la solución al dramático
asunto de la inmigración ilegal. Sin una política común, sólida y eficaz, es
imposible afrontar las posibles soluciones de un problemón, que, siendo de toda
Europa (yo diría que de todo el mundo), se deja en manos de los países
fronterizos del sur, no para que lo resuelvan, que sería una pretenciosa
quimera, sino para que, como gendarmes o como mediadores (es decir, a palos o
mediante heroica persuasión), les retengan al otro lado del muro, el
fronterizo, cuando el verdadero muro, que nadie quiere ver, es el del hambre,
la miseria y la muerte. Y, lamentablemente, este muro ni se derriba con el
garrote (en todo caso se oculta), ni con pacíficos mensajes de bondades cínicas
incomprensible o razonamientos sobre los perniciosos efectos de una inmigración
masiva e incontrolada. Si Marruecos mira hacia otro lado durante dos días,
avalancha segura, como ha sucedido esta última vez. Si de nuevo los marroquíes
recuperan la vista, saltos frustrados de la valla a base de palos de un lado y
guante blanco del otro para disimular, como hemos visto en la tele. En
definitiva, más de lo mismo. O te pasas, o no llegas. Por cierto, después de
seis meses, la Guardia Civil releva al Jefe de Ceuta que usó pelotas de goma
con los inmigrantes y quince de ellos se ahogaron. Entretanto algunos especulan
con que la actitud permisiva temporal de Marruecos es como un aviso o una
respuesta a la decisión de un juez que ha admitido a trámite una querella
contra los agentes marroquíes que anteriormente se habían pasado en los métodos
de persuasión. ¡Vaya usted a saber! Mientras tanto, Rajoy apuesta por una
política “contundente” contra la inmigración ilegal. ¿A qué contundencia se
refiere? La única razonable, que excede el ámbito de un país (y por tanto de
Rajoy), pasa por paliar o, al menos aliviar, las causas en origen. La única
contundencia contra el hambre es la comida, y contra la miseria y la
enfermedad, la salud. Ni los centros de acogida colapsados, ni las devoluciones
en origen o tras los protocolos diseñados, ni el garrotazo o el guante blanco,
ni las pelotas de goma, concertinas o vallas antitrepa pueden resolver la
inhumana situación de millones de personas que desde el mundo subdesarrollado
observan la opulencia que, al menos para ellos, disfrutamos en la otra orilla.
Y mientras el escrito de Alaya al Supremo mantiene que el
fraude de los ERE de Andalucía se cifra en 855 millones, responsabilizando a
los ex presidentes, Cháves y Griñán, en última instancia, del reparto de
beneficios a un “selecto círculo de influencias”, otorgando ayudas “sin
solicitud” ni “documentación justificativa” tras subvertir la ley, el
Ministerio de Interior blinda la pensión del Inspector Ballesteros, condenado a
inhabilitación por el TS por el chivatazo a ETA, prejubilándolo por su “pérdida
de condiciones psicofísicas”, según un informe médico. Artur Mas, por su parte,
intenta poner fin a la crisis de su Gobierno con un calendario para la consulta
ilegal. Al final, cada uno a lo suyo.
En cuanto al exterior, mientras en EEUU se desata un
conflicto racial tras la muerte de un joven afroamericano por disparos de un
policía en las afueras de San Luís, en Ucrania las tropas avanzan sobre
Donetsk, forzando la caída del jefe militar prorruso, en tanto que el Papa
Francisco, en su viaje histórico a Corea del Sur, dice tajante que “el mundo
está cansado de tanta guerra”. Habría que añadir y de tanta injusticia, de
tanto cinismo, de tanto engaño, de tanta miseria y de tanta irresponsabilidad.
En cuanto al deporte se refiere, de un lado la Liga
aplaza el arranque de Segunda División por el conflicto judicial con el Murcia
ya que el Tribunal del Deporte desoye al juez y lo deja en Segunda B. ¡Ay!, el
día que se meta mano en los turbios asuntos del fútbol… De otro lado se
mantiene la sanción a Suárez, aunque se le permite entrenar con el Barça, por
lo tanto oficialmente reaparecerá en el clásico. ¡Qué casualidad!
Jorge Cremades Sena
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