Mariano
Rajoy presenta un libro de De Guindos en plena tormenta política y para nada
menciona ni el “caso Soria” ni el “caso Rita Barberá” en plena efervescencia
política, sino que alerta del coste del bloqueo político para España y pide
“acabar con el ruido”. Mucho pedir (lo de “acabar con el ruido”) teniendo en
cuenta que estamos en campaña electoral en Galicia y País Vasco y que en buena
medida lo que en dichos lugares suceda tendrá gran importancia en el devenir
futuro de la gobernabilidad del Estado español, por lo que en plena tormenta
política cualquier trueno tiene vital importancia y es utilizado por unos y
otros para intentar sacar ventajas electorales del mismo. Y, aunque hoy el
principal trueno es Rita Barberá (además del “asunto Soria”, que aún colea),
las nubes anuncian nuevos truenos y relámpagos, no sólo en las filas del PP,
sino también en el de otras formaciones políticas que, a buen seguro, no
pasarán desapercibidos para los pertinentes responsables políticos y sus
palmeros de turno. Por tanto, “acabar con el ruido”, hoy por hoy, es
prácticamente imposible, pues el ruido forma parte sustancial del debate
político electoralista. Como se esperaba, Rita Barberá, tras echar un pulso al
mismísimo Rajoy (una cuestión es ser amigos y compañeros de partido y otra es
la conveniencia política en cada circunstancia) abandona el PP, tras una tensa
llamada telefónica de Cospedal, pero se aferra al escaño en el Senado. En
efecto, se da de baja en el partido antes de verse expulsada del mismo, pero
mantiene su escaño para mantener el aforamiento en la causa por presunto delito
de blanqueo que se le imputa, con lo que, teniendo en cuenta que el acta
parlamentaria es propiedad del parlamentario y no del partido (diputados y
senadores no son nombramientos que dependen al final de lo que decida quién te
ha nombrado), nadie, lo quiera o no, puede obligarla a que deje el Senado,
salvo que con altas dosis de persuasión alguien la convenza de que su renuncia
es lo más conveniente y, sobre todo, lo más decente, aunque eso de la decencia
suene a broma de mal gusto. Así, a estas alturas, el PP hizo simplemente lo que
podía hacer y Rita aguantó el pulso hasta saber que sería expulsada del mismo,
por lo que después de una agria negociación se ve obligada a abandonar el
partido que fundó, aunque decide permanecer como senadora en el Grupo Mixto,
dejando así ciertas aristas en la crisis de los populares. Rajoy salva el pacto
con Ciudadanos al forzar a la ex alcaldesa a dejar el partido ya que el resto
de decisiones de Rita ya dependen de ella misma, por más que el resto de
partidos se unan para exigirle que renuncie al acta en la Cámara Alta, mientras
ella, de momento, decide formar parte del Grupo Mixto junto a Bildu,
Convergencia y Compromis (¡éramos pocos y parió la abuela!, dirán algunos). De
alguna forma la decisión de Rajoy quita cierta presión al PP que temía que el
caso “se cargara la campaña” vasca y gallega, así como la investidura, aunque
ahora las Cortes Valencianas (que la nombraron senadora territorial) se
dispongan a pedirle el acta, a lo que se suman todos los partidos políticos,
incluido el PP.
Y en medio de este
ruido estruendoso y con los ojos y oídos puestos en el nublado cielo, que
anuncian tormentas de índole corrupta y delictiva en alguna que otra formación
política, se dispara la tensión en el PSOE por el veto de su cúpula dirigente
al debate interno que piden algunos barones, mientras Susana Díaz dice
claramente y con razón que “no se puede gobernar este país con 85 diputados”,
en tanto que Rubalcaba sostiene que “se está creando en el partido un clima
asfixiante”. La baronesa andaluza entra ya claramente en la batalla contra
Sánchez y le pide que pase a la oposición, tal como han decidido los españoles,
ya que lo que debe hacer el PSOE es una oposición “útil”, mientras otros
barones se rebelan por los ataques a Vara, pues es obvio que Sánchez, aunque lo
intente con cualquiera y al precio que sea, “no puede ser presidente”. Y
entretanto, como telón de fondo, el asunto de la corrupción en Andalucía se
vislumbra en el horizonte, mientras las encuestas vaticinan un nuevo descalabro
socialista en tierras vascas y gallegas.
Y, mientras la Guardia
Civil ya tiene al parecer “pistas fiables” sobre la desaparición de Diana, el
ex presidente balear Jaume Matas ofrece a Fiscalía implicar a Arenas en el
amaño del hospital, diciendo que fue el dirigente andaluz quien le pidió por
teléfono que se reuniera con Lapuerta, pero Arenas niega la acusación alegando
que cuando se adjudicó la obra para construir Son Espases él no tenía
responsabilidad alguna en Génova.
Como ven, ruido no falta, incluso ruido
estruendoso, aunque por culpa de la lentitud de la Justicia, muchos de estos
ruidos proceden y pertenecen a la Prehistoria y hayan pasado años y años
convertidos en ecos y rumores con sus protagonistas alejados ya de la política
cuando no encarcelados por sus fechorías. ¡Cómo para no hacer ya urgentemente
un pacto anticorrupción y por una mejora de la Justicia en vez de seguir
enredados en el esquizofrénico “y tú más” que tanto daño hace a la sociedad y a
la democracia española! Ya ven, al final, mucho ruido y pocas nueces.
Entretanto, mientras Juncker relanza la
Europa de la Seguridad y la defensa frente al “Brexit”, avisando a Londres de
que no tendrá un mercado a la carta, la UE plantea duplicar su plan inversor
para estimular la economía. Tiempos difíciles e inciertos para España y para la
UE, a la que pertenece.
Y en la Champions el
Real Madrid vence in extremis al Sporting de Lisboa por 2-1, mientras el
Sevilla arranca un empate, 0-0, en Turín.
Jorge Cremades Sena
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