Tanto la
capacidad de diálogo como la del sentido del deber debieran ser cualidades
indispensables en cualquier político o dirigente democrático, por lo que, ante
lo que viene sucediendo en España, es lógico que el Rey Felipe VI, nuestro Jefe
de Estado porque así lo hemos decidido los españoles democráticamente, urja al “diálogo”
y al “sentido del deber” justo cuarenta días antes de que expire el plazo de
investidura y, aunque todos dicen que no quieren terceras elecciones, los
españoles nos veamos abocados a una nueva convocatoria electoral indeseada e
indeseable simplemente porque a nuestros representantes en el Parlamento no le
vengan bien lo que por dos veces hemos decidido ya en las urnas. Y lo dice el
Rey Felipe ante el foro más importante del mundo, cual es la cumbre de la ONU,
añadiendo además que “las diferencias se resuelven con voluntad de acuerdo
dentro del respeto a las reglas”, imprescindible requisito en cualquier sistema
democrático, reconociendo que España atraviesa una coyuntura compleja pero que
la superará. Un discurso real impecable, respetando en todo momento su exigida
neutralidad e imparcialidad, del que debieran tomar nota nuestros políticos
que, obviamente sin ser nombrados, se sienten más o menos aludidos, unos más
que otros, ya que la opinión pública española es consciente más o menos de
quienes intentan hacer gala de las cualidades citadas y quienes se empeñan de
forma torticera en comportarse de forma contraria. Y obviamente sin diálogo,
sin sentido del deber, sin voluntad de acuerdo y sin respeto a las reglas de
juego, estamos abocados a un futuro incierto y desastroso, a una crisis
política perniciosa no sólo ya para nuestra economía, como alerta De Guindos
entre otros, sino también para nuestra convivencia en paz y libertad. Menos mal
que, al menos, si no ya para la gobernabilidad del Estado, tanto Gobierno como PP
y PSOE, al parecer, negocian medidas económicas urgentes (intentan acordar una
reducción del ajuste de las CCAA, desbloquear la CNMV y endurecer el impuesto
de sociedades), algo es algo, pero los socialistas, que piden que en el pacto
se incluya a Ciudadanos y a Podemos, prefieren no hablar de negociación, sino
de contactos, cuando, en caso de ser cierta, debieran no sólo de reconocerla
como algo positivo sino también de proclamarla a los cuatro vientos, pues la
negociación política es consustancial con la democracia siempre que sea en
beneficio de la ciudadanía y ajustada a la legalidad establecida. En España se
tiene la sensación de todo lo contrario, para mayor desgracia del pueblo
español.
Entretanto, mientras
el PSOE pide el escaño a Rita Barberá aunque mantiene y nada dice sobre el del
etarra Goioaga en el Senado, Iglesias y Errejón llevan a las redes sociales su
guerra ideológica, acusándose ambos de haber provocado el retroceso de Podemos
el 26-J cuando ya estaban convencidos de conquistar el cielo por asalto. En
realidad se trata de una feroz lucha por el poder y el control de Podemos,
aunque ya sabemos que esas cosas sólo ocurren en los partidos de la casta y que
en los populistas-comunistas no son indecentes luchas por el poder sino altruistas luchas ideológicas
que forman parte de la democracia suprema que sólo ellos representan y, de
momento, no tienen reparo alguno en hacerla pública, evidenciando ambos líderes
sus desacuerdos a través de Twitter; mientras Iglesias rebate a Errejón, su
número dos y amigo desde hace años, asegurando que “tienen que dar miedo” para
no ser un partido más del sistema (recuerdan la propuesta inicial podemita,
entonces indiscutida e indiscutible en el movimiento, de que “el miedo tenía
que cambiar de bando”), éste prefiere suavizar su estrategia asegurando que es
mejor intentar atraerse a la gente por convencimiento, como hace el resto de
partidos. En definitiva, se trata de las clásicas guerras habidas en los viejos
partidos comunistas, plagados de encarnizadas luchas por el poder entre sus
dirigentes y, una vez en el poder, preñados de feroces purgas con el único
objetivo de imponer el pensamiento único y el culto a la personalidad del jefe
supremo. Basta echar un vistazo histórico a los regímenes comunistas que son y
en el mundo han sido para constatar en todos ellos idéntico proceso.
En cuanto a otros
asuntos cabe destacar que Blesa devuelve sus 437.000 euros de las tarjetas
black para intentar reducir su condena (algo es algo, al menos, al margen de
las penas que le caigan por sus manifiestas fechorías); que una sobrina de
Ángel María Villar ha sido asesinada en Méjico, donde trabajaba, tras un
secuestro exprés (tipo de delitos muy frecuente en el país que en su mayoría
son resueltos con el pago del rescate, pero que en este caso ha fallado a pesar
de haber pagado una parte del mismo); y que partidos políticos y sindicatos
piden una reforma laboral tras la sentencia europea en el sentido de indemnizar
por igual a trabajadores temporales-interinos que fijos, mientras la patronal
rechaza que los temporales tengan idéntica indemnización y ya se calcula que indemnizar
un año a los interinos costaría más de 350 millones de euros (sentencia europea
que viene a resolver la discriminación indemnizatoria por razones de despido y
que debiera entrar en vigor lo antes posible), algunos ya se preguntan si la
igualación de las indemnizaciones se cuadrarán por arriba o por abajo.
Y en el exterior,
mientras el Comisario económico Moscovici dice que “si España cumple, dispondrá
de los fondos” y que, en todo caso, espera que presente “un borrador de Presupuestos,
al menos prorrogados”, Obama, en su despedida internacional, advierte contra
Trump en la cumbre de la ONU, en tanto que la reanudación de la guerra en Siria
bloquea la ayuda humanitaria y el país vuelve a ser un infierno (si es que
alguna vez dejó de serlo), por lo que la ONU se ve obligada a suspender el
envío de ayuda tras el bombardeo a un convoy con alimentos en Alepo y Ban
Ki-moon dice contra Asad y sus aliados: “tenéis sangre en las manos”. Ya ven,
el diálogo, el sentido del deber, la voluntad de acuerdo y el respeto a las
reglas de juego (incluso a las establecidas para la guerra), no sólo brillan
por su ausencia en España.
Jorge Cremades Sena
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