En efecto,
son los dos asuntos que acaparan buena parte de las portadas de los principales
diarios españoles. Según la EPA del tercer trimestre la creación de 151.000
nuevos empleos hace que la tasa de paro en España baje del 24% por primera vez
desde el año 2011, niveles record, sin duda, que, en todo caso, han de tomarse
con alegría pero con mucha cautela, al ser todavía el número de parados algo
difícil de soportar. Si el turismo es el principal sector que ha propiciado
esta bajada del desempleo en 195.000 personas, hay que tener en cuenta que,
pasado el periodo vacacional, muchos de los puestos de trabajo, obviamente
temporales y muy probablemente a tiempo parcial, hayan finalizado con el
regreso de los pertinentes trabajadores a las listas del desempleo. Ahora bien,
por este tipo de cuestiones, no reconocer los datos como buenos me parece un
ejercicio de hipocresía, salvo que quien así proceda aporte con pelos y señales
un plan concreto creíble y viable para mejorar las políticas actuales de empleo
que ha puesto el Gobierno en práctica y que, aunque tímidamente, están consolidando
el cambio de tendencia anterior que nos llevaba inexorablemente al abismo. Nada
peor, al margen del color político del Gobierno que gobierne, que no poner toda
la carne en el asador a la hora de arrimar el hombro para ayudar a resolver el
mayor problema que tienen los españoles, y menos desalentar las esperanzas
minimizando los éxitos, por pequeños que sean.
Algo parecido con lo
que sucede con el segundo problema que tienen los españoles. Mientras PP y PSOE
parece que en breve van a firmar por fin el pacto contra la corrupción, esta
continúa su diabólico camino. Oleguer Pujol queda en libertad con cargos por
blanqueo y fraude, tras ocho horas de registro de su vivienda y sus empresas.
Queda libre con cargos al igual que su socio Luis Iglesias, por cierto, yerno
de Zaplana quien como recordarán dijo en su momento que llegaba a la política
para forrarse. Oleguer se ha negado a declarar ante la policía, mientras el
juez Pedraz cree que lavó el dinero de la familia, mientras se incauta de
documentos de diversas operaciones inmobiliarias en las que se habrían
blanqueado fondos del cobro de comisiones. En estos momentos, los siete
miembros de la familia Pujol, prácticamente forrados hasta las trancas, tienen
abiertas ya cinco causas judiciales. Y algunos sospechan que Oleguer conocía
que iban a registrar su casa ya que su abogado estaba en ella en el momento de
entrar la policía que no ha encontrado ni rastro de dinero tras desmantelarla
de arriba abajo. Y es que Oleguer, puede que sea un chorizo de cantimpalo, pero
de tonto no tiene un pelo. Otros se preguntan si no hay otros mecanismos más
contundentes para evitar el posible borrado de las pruebas. Y, si no los hay, ¿qué
hacen nuestros legisladores para que los haya?.
La Generalitat por su
parte organiza por Internet la mascarada del 9-N para no dejar rastro y evitar
así otra impugnación del Tribunal Constitucional, mientras que Societat Civil
advierte que el desempleo subiría al 34% en una hipotética Cataluña
independiente. ¡Cómo si esto les importara a los independentistas! Entretanto
Hacienda estudia corregir el castigo fiscal a la venta de vivienda usada que,
en contra de la oposición, pretendía incluir en su reforma del IRPF.
Y una noticia
sorprendente. Un nigeriano
muere en Barajas desatendido por miedo al ébola al tener convulsiones por lo
que, ante posibles síntomas de la enfermedad, se optó por activar los
pertinentes protocolos, pero, una vez activados, cuando acudieron a socorrerle
nada pudieron hacer por salvarle; le había reventado una bola de cocaína entre
las que transportaba en el estómago y ello requiere una intervención urgente
que no se dio. Entretanto, Fernando de la Calle, médico de Teresa Romero, dice
que “no entendemos aún cómo pudo producirse un contagio aquí”. Ya ven, algunos,
en un sentido o en otro, desde el instante en que se produjo, lo tenían bien
claro. Y ahora ¿qué? Hecho el daño y generada la alarma, mutis por el foro.
Y mientras los chinos
en España, unos 185.000, de segunda generación rompen con los estereotipos
tradicionales del bazar a casa y viceversa, cambiándolo por la Universidad, con
una capacidad de adaptación más intensa de lo que se piensa. Entretanto Valls,
el jefe de gobierno francés, renuncia al término “socialista” para definir a la
nueva izquierda, afirmando que “hay que dejar de aferrarse a un pasado
nostálgico”.
Jorge Cremades Sena
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