Que las
cosas no andan bien en Europa, ya lo sabemos. Desde que llegó la crisis apenas
levantamos cabeza y, cuando parecía que en España se comenzaba a enderezar el
rumbo, dejando de ser una de las mayores preocupaciones de la UE, dos asuntos
nos atenazan de nuevo. Se trata del estancamiento económico en la zona euro y
de la aparición del ébola en el mundo desarrollado que, obviamente, inciden muy
negativamente en nuestra economía, basada en las exportaciones y en los
servicios, como el sector del turismo. El último sobresalto ha sido la caída
del Ibex que pierde un 3´59% y se sitúa por debajo de los 10.000 puntos,
perdiendo todo lo ganado durante el año. Cierto que no sólo España ha sufrido
el batacazo, pues el temor a otra recesión en Europa hunde al resto de las
Bolsas y, aunque los expertos crean que la inestabilidad de los mercados es
pasajera, un incierto futuro se vislumbra en el horizonte. En definitiva, la
alarma por la economía acelera los cambios de política en Europa, poniendo en
evidencia el escaso margen que tienen los respectivos gobiernos en los
distintos Estados para poner en práctica sus proyectos ideológicos
diferenciadores que son de alguna forma fagocitados por la voracidad de la
globalización y abocados a un pragmatismo muchas veces intolerable. Las nuevas
dudas sobre Grecia, que no levanta cabeza, la acentuación de reformas liberales
en Francia a manos de un gobierno socialista, la reducción de impuestos a las
empresas en Italia, por otro gobierno socialista, y la ralentización de Alemania,
que ya provoca desencuentros en la coalición gubernamental, diseñada entre la
derecha y los socialdemócratas para dar estabilidad al gobierno y cerrar el
paso a las aventuras populistas extremas de cualquier signo, es el peor de los
escenarios para generar ilusión de cara al futuro de la UE, sobre todo por esos
malos datos de Alemania que, durante la crisis, ha sido el indiscutible motor
europeo.
Y por si lo anterior no fuera suficiente,
aparece el ébola en Europa y en EEUU, desplomando el negocio turístico,
especialmente en el gigante americano, donde una segunda víctima por contagio
en el hospital (ya no es un accidente casual) viajó en un vuelo junto a otros
132 pasajeros que están siendo buscados para ser tratados y despejar la
incertidumbre del posible contagio. En España, la buena noticia es que Teresa
evoluciona satisfactoriamente y en su primera conversación telefónica dice a su
marido que “volvería a tratar a gente con ébola”, nuestro mayor deseo es que
todo le vaya bien. Entretanto el Ejército español instruye a civiles contra la
enfermedad pues seis equipos de instructores militares formarán a profesionales
sanitarios sobre el uso de los trajes protectores y de los protocolos.
Cualquier precaución y prevención es poca ante este desconocido y cruel enemigo
cual es el virus del ébola.
Como ya es habitual en esta crónica de
noticias, no podía faltar el asunto soberanista. En el primer pleno del
Parlament tras la ruptura del bloque independentista, los líderes de ICV, ERC y
CUP recriminan a su hasta ahora socio, Artur Mas, por haber optado por un
sucedáneo, mientras los líderes de la oposición le instan a que abandone el
desgobierno catalán lo antes posible. Es la evidencia de la soledad del
president ante su absurda mascarada del 9-N, en que, al parecer, la Generalitat
permitirá votar hasta 15 días después de la fecha (¿y por qué no “sine díe”
hasta que los resultados satisfagan al president?). Entretanto se conoce que
Mas rechazó un futuro pacto con el socialista Iceta, días antes de convocar el
9-N (el referéndum totalitario, ahora abandonado por imperativo legal),
asegurándole al líder del PSC que “no estaba en condiciones” de llegar a ningún
acuerdo. Y, digo yo, cuando un gobernante no está en condiciones para llegar a
acuerdos (distinto es que no quiera llegar a ellos), lo procedente es abandonar
su cargo… ¿no es lo que debiera haber hecho Mas hace tiempo? Ahora Iceta sigue
manteniendo contactos con Durán Lleida, que intenta evitar las plebiscitarias.
Y, digo yo, ¿pero qué hace Durán vendiendo siempre la misma burra mientras
sigue “in eternis” en el mismo carro? Aunque fuera lamentable, en caso de que,
oficialmente o no, se llegara a dar categoría de plebiscito a unos comicios
autonómicos, no pasa nada. Con todo el riesgo que se quiera, sería la constatación
definitiva de lo que realmente quieren los catalanes que, en ese caso y
conociendo el percal, sabrían a lo que están jugando los promotores de las
mismas y tienen todo el derecho a equivocarse. ¿Acaso no se equivocaron en su
día los alemanes, eso sí, dentro de la legalidad, apoyando mayoritariamente al
partido nacional socialista de Hitler? En este caso, al ser ilegal la elección,
nadie tendría la excusa de apelar después a un desconocimiento previo de las
carencias democráticas del evento y la calaña política de sus promotores, lo que,
lamentablemente, los alemanes constataron “a posteriori”.
Tampoco puede faltar el
capítulo sobre los jetas, quienes, en caso de arrepentimiento, podrán devolver
lo que inmoralmente gastaron con las dichosas tarjetas, pues Economía abre una
cuenta para el ingreso de sus pagos fraudulentos. Curiosamente el ejecutivo que
más gastó se presenta como víctima, se trata de Sánchez Barcoj que asegura a la
Audiencia, con toda su cara dura: “Devuelvo lo que considero que no debo”, es
decir, justo lo que la inmensa mayoría considera no sólo lo que debe devolver,
sino también, por lo que debiera pagar los correspondientes intereses y, en
caso que así lo decidan los jueces, asumir las responsabilidades añadidas por
tamaña indecencia. No sólo él, sino también el resto de jetas de las tarjetas,
y, en primer lugar Blesa, que, según Barcoj, era quien las controlaba.
En cuanto a otros
asuntos, Rosa Díez fulmina a Sosa Wagner como líder de UPyD en Europa, al
sustituirlo como portavoz en la Eurocámara
por la eurodiputada
Maite Pagazaurtundúa. Por otra parte Facebook y Appel animan una
controversia sobre un delicado asunto, ya que pagarán el tratamiento a sus
empleadas que lo soliciten, una especie de incentivo laboral inédito, para que
congelen sus óvulos y así poder compatibilizar su vida laboral con la
maternidad; eso sí, esta última para Dios sabe cuándo. Tengo la sensación de
que nos estamos volviendo majaretas.
Típica de majaretas es
la bronca que el futbolista Piqué, que ya ha pedido disculpas, ha montado con
los guardias urbanos de Barcelona, a quienes, tras una multa, les ha dicho de
todo menos bonicos, comenzando por achacarles que al ser famoso le tienen
“envidia” (no sabía yo que únicamente los no famosos son quienes han de pagar
las multas de tráfico). Y es que hay
cada chulo que ni te lo imaginas. Bueno, chulos y medio trastornados, como la
guardia civil que en 2010 tiroteó a una gasolinera, hiriendo gravemente a una
persona, pues resulta que se enajenó por un curso anti-ETA y, por tanto, veía
etarras por todas partes. Los hay que, como mínimo, han equivocado de arriba
abajo su vocación laboral. En fin, cosas que pasan.
Quienes no andan
errados en su vocación son el periodista mexicano Jorge Zepeda y Pilar Eyre,
ganador y finalista del Premio Planeta respectivamente. Una novela negra sobre
corrupción, en este caso sobre la mafia ucraniana en Marbella, es la trama de
la novela triunfadora. Si llega a elegir como argumento la corrupción española
en España, el mejicano se hubiera visto obligado a escribir una enciclopedia de
varios tomos en vez de una novela. En fin, enhorabuena a Zepeda y Eyre, que
también se lo merece.
Jorge Cremades Sena
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