Evidentemente,
así no se resuelven los problemas de corrupción política en España, ni el
hartazgo ciudadano, ni la recuperación de su confianza en los
representantes políticos. Así, no. Me refiero al bochornoso espectáculo que han
protagonizado en el Congreso de los Diputados el Presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, y el Jefe de la Oposición, Pedro Sánchez, con la estimable
colaboración de algunos otros portavoces políticos. Todos ellos siguen sin
enterarse que ni vale el “y tú más”, ni vale el tirar mierda a la cara del contrario cuando
la tuya también está llena, ni vale adjudicar la corrupción a una sola
dirección cuando la gente sabe perfectamente que está por todas partes. Por eso no vale el citado espectáculo; y por eso es bochornoso. Mientras Sánchez acusa a Rajoy de estar “asediado por la corrupción” y le pide
comparecer en el Congreso, Rajoy le reprocha a Sánchez que no haya tomado
medidas en Andalucía e incluso le
pregunta si es que Susana Díaz no le deja hacerlo. Aplausos
enfervorizados en las respectivas bancadas del Hemiciclo por parte de los
respectivos diputados tras los “ingeniosos” discursos de sus jefes de fila.
Seguramente, sólo a ellos y poco más, satisface tan lamentables estrategias. El
resto de los ciudadanos, consternados por tanta inmundicia repartida entre unos
y otros, mientras los populistas radicales, que jamás gobernaron y no pudieron
trincar todavía, frotándose las manos. Y, por si fuera poco, sale Cayo Lara,
portavoz de IU, y tras su filípica, incluso chistosa (“Van a tener que llevarse
la sede del PP a la Audiencia Nacional”, aplausos entre los suyos), remata el
esperpento con poca originalidad y, emulando a Estanislao Figueras (seguramente
debido a su republicanismo manifiesto,) finaliza su discurso con la famosa e
histórica frase “Estoy hasta los cojones de todos nosotros” (más aplausos entre
los suyos), como si su formación política estuviera limpia de polvo y paja. Fin del esperpento. Y
todos a casa, tan contentos. Por lo bien que lo han hecho.
Y, mientras se
desarrollaba la citada mascarada en Las Cortes, el histórico del PSC Nadal era
imputado por estafa urbanística, tirando por tierra definitivamente el cínico
discurso de su Jefe. Y así sucesivamente. El juez pidiendo decenas de contratos
ligados a la corrupción en la Comunidad de Madrid y fuera de ella; Oleguer
Pujol, que intentó lavar 470 millones días después de la confesión de su padre,
temiendo que acabe la benevolencia del juez y decida su ingreso en prisión,
aunque sea cautelar; Granados, que utilizaba todo tipo de estrategias para
llevárselo calentito, incluso alquilando locales a su testaferro para las
Consejerías y recibiendo bolsas de billetes en las cacerías, pendiente de su
declaración ante el juez; oídos sordos ante la declaración de un directivo de
una constructora ante notario de las “irregularidades” cometidas; más oídos
sordos, ante la denuncia del interventor de un “irregular” convenio de 47
millones en Collado Villalba; la Policía pidiendo más datos a la banca Suiza
sobre Trías, encargando la investigación al Servicio de Blanqueo del Banco de
España… y suma y sigue. Incluso cinco distribuidoras y 200 farmacias se están
investigando por una supuesta red delictiva consistente en sacar fármacos de
ellas a precios baratos para venderlos en el extranjero, en definitiva,
medicamentos ilegales que aportan hasta un beneficio del 800%. ¡Cómo para
soportar además el esperpéntico espectáculo del Congreso! Sin un acuerdo entre
todos para poner fin a este desmadre, sin una propuesta concreta, sin una
iniciativa creíble y convincente. Demagogia, y más demagogia, mientras algunos,
demasiados, se forran a costa de tanta incompetencia e irresponsabilidad. Esta
es la triste realidad.
Bueno, dirán algunos,
la triste realidad puede aún ser peor. Como en Cataluña, donde a todo este
merder hay que añadir el simulacro del 9-N. Mas obliga a medios de comunicación
privados (televisiones y radios) a emitir anuncios y la Generalitat se ampara
en una ley ideada para defender el “interés público” con lo que Trías arranca
su campaña con el eslogan “todo el mundo a votar”. Pero ¿no era una iniciativa
ciudadana espontánea? Bueno, si no se entiende que el “interés ciudadano” es
garantizar que nadie les robe (ya no España, como decían sino dirigentes
catalanes nacionalistas) y que la prioridad es salir de la crisis, que en
Cataluña es descomunal, para generar empleo y recuperar el Estado del
Bienestar, si no se entiende esto, cualquier ley puede servir para cualquier
cosa. Mejor dicho, para cualquier mascarada. Es más, la citada ley del “interés
público” bien pudiera denominarse y convertirse en ley de “interés
independentista”, al menos sería mucho más creíble dentro y fuera de Cataluña,
dentro y fuera de España.
Y, mientras la Reserva
Federal de EEUU pone fin a varios años de estímulos económicos, en España, con
idéntico argumento que el utilizado por uno de los presidentes estadounidenses
en Guantánamo, un tribunal militar recurre a la “doctrina Bush” para revocar el
procesamiento de tres militares españoles por un presunto delito de torturas
contra dos prisioneros en Irak en 2004 porque los convenios de Ginebra no
protegen a “terroristas”. ¿Qué les parece el asunto?
Jorge Cremades Sena
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