Aunque siga haciendo un
calor sofocante en estos primeros días del veraniego otoño los funcionarios se
han quedado congelados. A pesar de los indicios de una tímida recuperación económica
y de la salida de la recesión, que confirma tanto el Gobierno como el Banco de
España, así como las agencias de calificación y hasta el mismísimo Bill Gates, el
Gobierno de Rajoy anuncia que en 2014 se volverá a congelar el salario de los
funcionarios. Y ya van cuatro años consecutivos, lo que ha supuesto en dicho
sector una pérdida de poder adquisitivo superior al 15%. Los signos de mejora
que muchos dicen ver, seguirán siendo invisibles no sólo para los funcionarios,
sino también para los pensionistas, que, en el mejor de los casos, conseguirán
incrementar sus pensiones en un 0´25% (muy por debajo del IPC), para los
trabajadores y autónomos, que seguirán trabajando más y cobrando menos, y,
especialmente, para los parados, que, de momento, no tendrán perspectivas de
encontrar un puesto de trabajo, ya que, en el mejor de los casos, se conseguirá
(que no es poco) seguir conteniendo la caída del empleo. Como dice Rajoy, se ha
salido de la recesión, pero la crisis continúa.
También han debido quedarse
congelados los sindicalistas de buena fe al conocer la noticia de que UGT
estafaba por sistema a la Junta de Andalucía a través de facturas falsas. Las
distintas consejerías de la Junta, seguramente por razones de confianza, pagaban
hasta el triple de los costes de los albaranes en alguna que otra empresa, y con
la diferencia sobrante, la UGT generaba un sustancioso “bote” para hacerse
propaganda. Una especie de hucha, como la que tienen muchos niños con la
calderilla que sobra de las compras de sus padres, que, en este caso, suponía
unos 124.000 euros en menos de dos años. Es como para dejar congelados a los
miembros de la Junta, que no se enteraban, a los de doble militancia
socialistas-ugetistas, que deben estar doblemente defraudados, y también a los
dirigentes ugetistas que, rota la hucha a golpe de noticia, corren el riesgo de
perder en el futuro tan sustancioso “bote”.
Congelados estamos todos los
españoles ante el escalofrío que nos produce la muerte de Asunta, una niña
china de doce años, adoptada por un matrimonio acomodado (ella abogada, él
periodista), que, según las primeras investigaciones, son ellos los
responsables de su muerte, quedando en prisión acusados de homicidio. Una presunta
barbaridad más en la que las víctimas son niños. Pero, si a todos se nos
congela la sangre en las venas ante estos horrores, quienes deben estar al
borde de la inanición absoluta o de la extrema locura son los padres de Marta
del Castillo, cuyo presunto asesino ya está en condiciones de solicitar
permisos para salir de la cárcel, cuando, ni siquiera ha colaborado con la
Justicia para esclarecer el lugar donde yace el cadáver. Sólo falta que quienes
se oponen a la reciente reforma del Código Penal, incluyendo la figura de
Prisión Permanente revisable (como en casi todos los países civilizados del
mundo), hablen públicamente de los derechos del preso, del sufrimiento que
supone la pena de cárcel, de la benevolencia social ante verdaderos majaderos y
otras milongas por el estilo.
Y, finalmente, quienes han debido
quedarse congelados son todos aquellos españoles (incluidos los catalanes) que,
de buena fe, quieren que, de una vez por todas, el llamado “problema catalán”
encuentre el camino de volver a una mínima esperanza de solución que, de
momento, no se ve. Salvo a quienes tienen bien claro que en el asunto del
soberanismo no cabe ningún atajo y sólo vale la autopista de la Constitución, al
resto, partidarios o no del independentismo, se les puede aplicar la famosa
frase de Groucho Marx “estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”.
En efecto, cada uno con sus creencias (propias, adoptadas o prestadas) tanto
CiU, como ERC, PSC e ICV han pactado una moción descafeinada por el “derecho a
decidir”, que nada decide, pues la resolución elude cualquier referencia a la
consulta y a la independencia. Entre quienes están de acuerdo sólo con la “filosofía”
del derecho teórico al divorcio, o con
el divorcio “sí o sí” de forma unilateral y con todas las consecuencias, o con
el divorcio pactado para seguir manteniendo relaciones íntimas (olvidando que
para ello tendrá que estar conforme la otra parte), o con seguir manteniendo un
paripé de matrimonio con derecho a todo tipo de infidelidades y deslealtades,
han llegado a la conclusión de que, si cada cual expone sus verdaderas
intenciones, se queda más solo que la una, prefiriendo aparentar fortaleza con
apariencia de una falsa unidad ante su incapacidad individual de materializar
sus permanentes amenazas al cónyuge, asumiendo todas las consecuencias que se
derivarían, en caso de llevarlas a cabo, no sólo para ellos, sino también para
sus hijos, sus familiares e, incluso, sus vecinos, que pudieran darles la
espalda o mostrarse hostiles ante tan irresponsables y egoístas decisiones. En
fin, una moción ambigua, con varias preguntas sobre nada concreto, que bien podría
convertirse en una especie de encuesta incardinada en el CIS para conocer lo
que piensan los españoles sobre determinadas cuestiones de interés general.
Para hacer este camino no se necesitaban alforjas, ni levantar polvaredas en
los atajos, cuando el itinerario alternativo está en la autopista que, al
final, salvo a los que se pierdan por los caminos, les lleva al único y mismo
destino posible.
Jorge Cremades Sena
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