Mientras algunos líderes
políticos dan ejemplo de seriedad, de entrega a los intereses generales, al
favorecimiento de un gobierno sólido en sus respectivos países, otros,
aprovechando el descontento general, incentivado por ellos mismos, se empeñan
en todo lo contrario, especialmente si las urnas han arrojado resultados
confusos que les exige una mayor dosis de inteligencia y de responsabilidad
para consolidar una sólida gobernabilidad. Basta interesarse mínimamente por
las noticias de este fin de semana para comprobarlo. Mientras en Alemania
dimite el socialdemócrata Steinbruck, derrotado por Merkel, para no
obstaculizar un posible pacto de gobierno, descartado por él mismo en campaña
electoral, Berlusconi en Italia, Michaloliakos en Grecia y Mas en España se
empeñan en poner palos en las ruedas para hacer más difícil la gobernabilidad
de sus países, retrasando la salida de la crisis, no sólo en ellos, sino también
en el conjunto de la Unión Europea a la que pertenecen. Si, para unos. la
crisis es el reto, para otros, es la oportunidad, su maldita oportunidad
particular.
Berlusconi no tiene ningún reparo en
retirar del gobierno (conformado con pinzas) a los ministros de su partido,
simplemente porque, como es de ley, se pretende expulsarle del Parlamento tras
ser condenado en firme por fraude tributario (al margen de otra serie de
imputaciones que están en los tribunales). Su partido, curiosamente, se llama
Pueblo de la Libertad, que, obviamente, no quiere decir libertad para el pueblo
italiano, sino, más bien, libertad para que Berlusconi pueda seguir haciendo lo
que le venga en gana. Entretanto, Italia, cada vez más hundida.
Michaloliakos no tiene ningún reparo
en apoyar las actividades delictivas de sus correligionarios políticos,
incluido el asesinato de un cantante antifascista, que ha provocado una serie
de protestas callejeras y de petición de justicia, al extremo de ser detenido,
junto al resto de la cúpula de su partido neofascista y algunos otros
diputados, para ser juzgados por homicidio, extorsión, agresiones y lavado de
dinero. Su partido, curiosamente, se llama Amanecer Dorado, que, obviamente, no
significa la búsqueda gloriosa de una salida de la oscura noche griega de la crisis,
sino, más bien, de una aurora dorada para los liberticidas que, aprovechando
errores de quienes gobernaron desde la libertad, hacen del lógico descontento
generalizado un semillero donde encontrar apoyos a sus falsos proyectos de
gloria y prosperidad para todos los griegos, cuando se trata de imponer la suya
propia mediante la fuerza y el terror. Entretanto, Grecia, rescatada y
rescatada una y otra vez, sin perspectivas de salir del agujero.
Mas no tiene ningún reparo en seguir
apoyándose en la estrategia suicida de ERC (incluso haciéndola suya), para
echarle un pulso al Estado de Derecho y a la propia UE, cosechando apoyos a
base de engaños, medias verdades y falsas promesas, que están generando una
fractura social, política, económica e institucional sin precedentes. Su
partido, curiosamente, se llama Convergencia Democrática de Cataluña, que,
obviamente, no busca que los catalanes converjan en los valores democráticos de
solidaridad, libertad e igualdad, sino en su ilegal y antidemocrático proyecto
que sólo genera división e insolidaridad entre los propios catalanes y convergencia
en que los verdaderos problemas de Cataluña tienen su origen en el resto de
España en vez de asumir su incapacidad de gestión para resolverlos, como está
intentando el resto de gobiernos autonómicos, relegándolos a un segundo plano a
costa de su entelequis independentista. Entretanto, España, gracias a la
estabilidad política que decidieron los españoles (incluidos los catalanes)
saliendo de la crisis a duras penas. Menos mal que, a diferencia de griegos e
italianos, fuimos capaces de no creer en brujas, posibilitando la
gobernabilidad de forma estable con una clara mayoría absoluta a una de las
opciones políticas democráticas que se presentaban, pues el daño causado por
las locuras independentistas de Mas y compañía serían casi irreparables si se
dieran en escenarios políticos como los suyos y, más aún, teniendo en cuenta
nuestro esquizofrénico entramado territorial-institucional que, menos mal, ni
italianos, ni griegos padecen.
En definitiva, bajo eufemismos
sugerentes para nombrar a sus partidos políticos, se esconden falsos proyectos
democráticos que, en el fondo, atentan, en el fondo y en las formas, a un
correcto funcionamiento del Estado de Derecho.
Desde mi punto de vista, ante la
extrema gravedad que, para la convivencia de todos los europeos en paz y
libertad supone lo comentado, el resto de noticias queda relegado a un segundo
plano. Tanto las buenas, como el resquicio a una esperanza de una previsible salida
de la crisis europea y española en un horizonte próximo, como las malas,
referentes a la corrupción de UGT y su vinculación a la Junta de Andalucía, qué
ya tiene bastante dosis, según los nuevos datos que van apareciendo, prefiero
sumarme a la preocupación de la UE por la repercusión negativa que, para el
futuro de la Unión y la salida de la crisis puedan, tener los acontecimientos
políticos de España, Grecia e Italia. Al fin y al cabo, tanto la crisis y la
salida de la misma, como la corrupción, entre otros muchos problemas que están
agravados en dichos países, pasan por zanjar de una vez por todas las
frivolidades de determinados gobernantes, mediante la concienciación progresiva
de los ciudadanos de que, por mal que estén las cosas, quien juega con fuego se
quema. Sobre todo si se juega apoyando, respaldando y confiando en los
pirómanos.
Jorge Cremades Sena
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