Las
noticias principales de este fin de semana me sugieren, no sé por qué, el
título de este comentario. Juegos malabares entre Rusia y EEUU para salvar la
cara en el grave asunto de Siria, que es intolerable, juegos malabares entre
Rajoy y Artur Mas para contentar a todo el mundo, que, a mi juicio, es
totalmente imposible y, finalmente, juegos malabares entre PP y PSOE para
intentar convencer a los ciudadanos que el contrario es el corrupto y
viceversa, en vez de ponerse de acuerdo para acabar con la corrupción de una
vez por todas.
Comenzando
por el final, no es de recibo que se apruebe una Ley de Trasparencia en el
Congreso de los Diputados con el rechazo del PSOE (principal partido de la
oposición, de momento) así como de IU y UPyD. Por deficiencias que tenga dicha
ley, por insuficiente que sea, por muchas razones que haya para no concederle
un entusiástico apoyo, nadie puede entender que, con todos los matices que se
quiera, una iniciativa así no sea respaldada prácticamente por unanimidad. No
valen excusas. Es tanto el asqueo y la podredumbre que produce la corrupción en
nuestro país (hacer una lista de casos de todos los colores ocuparía varios
folios) que es incomprensible que un partido político del arco parlamentario se
niegue a respaldar cualquier iniciativa que, al menos en la letra, pretenda
luchar contra ella o hacer la actividad pública algo más transparente. La
anunciada ruptura de Rubalcaba con Rajoy no justifica semejante actitud, más
aún, si se tiene en cuenta la gravedad de determinados asuntos (recuperación económica, independentismo. etc) que, al margen
de la rivalidad entre ellos, requieren el concurso de ambos para poder ser
resueltos con cierta solvencia. Menos mal que a Susana Díaz, la presidenta
andaluza, el “fraude de los ERE” le causa “dolor y vergüenza”, aunque a Griñán,
que, según él mismo, se fue entre otras cosas por dicho asunto, le hayan
nombrado senador. No está nada mal. También Bárcenas lo fue en su día.
Sobre el
asunto sirio, por fin se vislumbra una cierta "solución" gracias al pacto entre
Obama y Putin para limpiar el arsenal de armas químicas que atesora El Asad. Tras
la impotencia del Consejo de Seguridad de la ONU en adoptar las necesarias
medidas coercitivas contra tanta barbarie, por fin llega un acuerdo que, aunque
más vale algo que nada y tarde que nunca, algunos consideran insuficiente y otros, ineficaz o
inviable. Siete días de plazo para que Asad identifique las armas que, al
parecer, ha ido cambiando de lugar y camuflando desde que salió a la luz el
ataque con ellas en las afueras de Damasco, y hasta 2014 para eliminarlas. Una
solución política, que no militar, que, en principio no suena nada mal, aunque al final ya veremos en que queda. De momento, esperemos que quienes tengan que verificar el proceso no sean tiroteados como
ya sucedió anteriormente para comprobar si se habían utilizado armas químicas o
no.
Y
hablando de soluciones "políticas" nada mejor que las peticiones de Mas y las
respuestas de Rajoy sobre el famoso referéndum independentista de Cataluña. Si
para los anteriores asuntos, sus protagonistas tienen que hacer juegos
malabares, para este asunto me temo que, además del malabarismo para evitar que
se les vaya de la mano y se rompa en mil pedazos, tendrán que recurrir a la
magia para hacernos ver que lo imposible es posible, que lo que parece ser, no es. Mas insiste en convocar el
referéndum, que le exige Junqueras, en 2014, y, para darle cierta apariencia de
legalidad, le pide a Rajoy que le autorice a convocarlo. Rajóy, que no tiene
capacidad para ello, le contesta que se ofrece a dialogar con Mas insinuándole,
que no exigiéndole, que se ha de tener en cuenta la legalidad. En pocas
palabras, le ofrece diálogo a cambio de lealtad y respeto a la legalidad. Yo
pensaba que, al menos, la legalidad no se ofrece a cambio de nada, sino que
simplemente se exige. Y respecto a la lealtad es algo así como pedir peras al
olmo ya que toda la estructura y práctica política del nacionalismo está basada
en la deslealtad al Estado, en este caso español, y en el desafío constante a
las normas democráticas de convivencia que lo rigen. Curiosamente Mas y
compañía no desechan la invitación de Rajoy al diálogo, pero, eso sí, la
consulta, sí o sí, en 2014. Es obvio que dicho diálogo no es ni más ni menos
que un diálogo de sordos que nadie puede entender o, simplemente, un monólogo. Entretanto, mientras Mas
busca el apoyo del PSC, resulta que Rubalcaba parece estar dispuesto a dialogar
con él para intentar la “vía federalista”, como si modificar el modelo de
estado fuese cuestión de un día y de unos cuantos iluminados. Entretanto,
como dice Esperanza Aguirre, “no hay que escuchar sólo a la calle, hay que
escuchar a todos los españoles”. Seguramente es de quien están pasando unos y
otros, del pueblo español, incluidos los catalanes, que está mayoritariamente
hasta las narices de tanto politicastro de poca monta que, en vez de resolver
sus problemas, se encargan de crearles problemas nuevos y, en vez de aplicar
soluciones simples que todo el mundo entiende, aplican mecanismos enrevesados,
inútiles y complejos que complican más todavía su situación. ¿No es más
sencillo, sincero y honesto exigir el cumplimiento de la legalidad y punto? Por
lo visto, el cumplimiento estricto de la ley sólo se reserva al común de los
mortales. Y sus castigos, en caso de incumplimiento, también. Las élites
políticas, económicas, sindicales y financieras tienen patente de corso- Me
temo que, ni siquiera, con juegos de magia, salimos de este embrollo que cada
día se hace más complejo.
Jorge Cremades Sena
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