Sin lugar
a dudas son los personajes mediáticos de hoy. Esperanza Aguirre se ofrece a
Rajoy como candidata a la Alcaldía de Madrid, Montoro perdona los intereses a
las CCAA y Castedo, ya era hora, deja por fin la alcaldía de Alicante a causa
de la corrupción. Se aproximan elecciones y el PP intenta buscar la fórmula de
contener la hemorragia de votos que vaticinan todas las encuestas.
El ofrecimiento de Aguirre es entendido,
según unos u otros, como una presión a Rajoy o como la lógica consecuencia de
que, tal como está el patio, al ser ella, según las encuestas, la mejor
posicionada como candidata popular, no podría ser de otra manera, con lo que se
despejan expectativas de otros pretendientes. Aunque desde el PP se advierte a
Esperanza que el Presidente “no se deja presionar” y algunos lo consideren un
desafío, aunque digan que Rajoy “es poco influenciable” y otros mantengan que
lo que ha hecho la madrileña es ponerlo entre la espada y la pared, y aunque
todos consideren que Rajoy decidirá “sin presiones”, la verdadera presión es
que en la batalla de Madrid, plaza de vital importancia para cualquier partido,
el candidato o candidata habrá de ser quien de partida tenga más posibilidades
de atraer votos; en definitiva, quien tenga mejor valoración en las encuestas.
Y es obvio que Esperanza Aguirre conoce el lugar que tiene en el ranking. Y
además sabe que no está el horno para bollos.
Montoro, por su parte, intenta poner su
granito de arena ante el año electoral que se avecina, poniendo encima de la
mesa 8.000 millones, un nuevo fondo para calmar a las CCAA cumplidoras,
descontentas con su decisión de perdonar los intereses de los préstamos
derivados del FLA (Fondo de Liquidez Autonómica) a las que se acogieron al
mismo. Montoro no exigirá un plan de ajuste para dar fondos a las autonomías
cumplidoras, que se financiarían con un 0% de interés, y asume el coste del
famoso “céntimo sanitario”, que supone unos 2.500 millones, con el aplauso del
conseller catalán Mas-Colell que reconoce que “es una cantidad positiva”. Pero,
como nunca llueve a gusto de todos, algunas de las autonomías cumplidoras, como
Madrid o Castilla-León, ponen el grito en el cielo, enturbiando la paz que
pretendía Montoro y, no sin parte de razón, consideran las propuestas del
Ministro de Hacienda como una “gran injusticia” ya que supone un premio para
los incumplidores con los compromisos de control de déficit y, por tanto, un
castigo para aquellas comunidades que, como ellos, cumplieron con los
compromisos adquiridos. En todo caso, lo que debiera hacerse es controlar que
en ningún caso las CCAA utilizaran estos recursos para satisfacer gastos
innecesarios, como, por ejemplo, sucede en Catalunya con el derroche en
políticas independentistas precisamente.
Castedo, con su dimisión, tarde y mal, pone
en evidencia la necesidad de que se ponga fecha de una vez por todas al momento
en que cualquier cargo político deba dejarlo, sí o sí, en caso de estar inmerso
en un proceso judicial. Hay asuntos que no pueden quedar al libre albedrío de
las conciencias personales. Lo de menos es si Fabra lo consiguió tras dos meses
de presiones o si la propia Castedo, ante lo que se le avecina, lo haya hecho
por decisión propia, después de todo el daño causado a su propio partido y a
los alicantinos; lo importante es que por ley se impida que cualquier cargo
público denigre a la ciudadanía ejerciéndolo con comportamientos tan
indecentes. Si, al parecer, se ha llegado a un principio de acuerdo sobre la
financiación de fuerzas políticas en el sentido de que, por ejemplo, quede
prohibida la condonación de las deudas de los partidos, no estaría de más que
acordasen que ningún cargo pueda seguir ejerciéndolo bajo fundada sospecha
penal, dejando claro a la ciudadanía que los corruptos no son tuyos ni míos
sino nuestros, es decir, de todos.
Por supuesto que hoy también merece el
título de personaje mediático Felipe VI que se estrenará personalmente con el
habitual discurso de Navidad por parte de la Jefatura del Estado. Para algunos
asume el reto bajo la sombra de la acusación a la Infanta, su hermana,
planteamiento injusto teniendo en cuenta que cuando se produjeron los hechos ni
él era el Rey, ni tenía posibilidad alguna de impedirlo; más aún cuando fue el miembro
de la Casa Real que más enérgicamente reaccionó contra las andanzas de su
cuñado Urdangarín. Por muy antimonárquico que se sea, para ser justos, “al
César lo que es del César” y, al menos de momento, sembrar dudas sobre el Rey
Felipe, me parece lamentable. Hay otros muchos argumentos para defender otras
formas de Estado. Al parecer en su discurso, que no ha cambiado tras publicarse
el auto de imputación a su hermana, abordará como tema central la corrupción y
la necesidad de una regeneración en todas las instituciones.
En cuanto a otros asuntos se refiere,
destacar que el Supremo niega la custodia compartida a las parejas en clima de
conflictividad (ya era hora); que la recuperación se acelera al crecer el PIB
un 1´4% en el último trimestre, reduciéndose el déficit del Estado un 10´3%,
mientras la construcción vuelve a crecer por primera vez en seis años
(excelentes noticias todas ellas); que siete presidentes de federaciones
deportivas cobran más que Rajoy (una muestra más del desmadre de sueldos existentes
en España); y que Montserrat Caballé, propensa a calificar los actos delictivos
como errores, pacta para evitar la prisión por fraude fiscal (algunos se
preguntarán por qué ella sí y otros no, cuando lo correcto sería erradicar
semejantes pactos).
Y mientras Europa está en alerta por temor
a ataques islamistas, el imán de la Mezquita de Madrid elude el problema del
islamismo radical en los mismos márgenes de la famosa M30. Es lo que hay.
Jorge Cremades Sena
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