Aunque
muchos ahora se rasguen las vestiduras, el caos político griego se veía venir
desde hace tiempo y, al final, ha llegado. La incapacidad de elegir presidente,
porque así lo quisieron los griegos en sus últimas elecciones eligiendo un
parlamento inestable políticamente, obliga ahora a convocar comicios
anticipados. Nada alarmante, de momento, pues es normal en democracia que,
cuando un parlamento no garantiza la gobernabilidad del Estado, prioridad
esencial para cualquier demócrata, sea el pueblo quien de nuevo manifieste su
voluntad política a través de nuevos comicios. Lo alarmante por lo tanto no
está en la convocatoria electoral para el próximo 25 de enero, está en que,
según las encuestas, el previsible vencedor es Syriza (para algunos el Podemos
griego), un partido antisistema y antieuropeo de extrema izquierda que,
obviamente, genera temor en Europa y preocupación en los partidos democráticos
clásicos europeos que, obviamente, ven amenazado su protagonismo gubernamental
alternativo (izquierda-derecha moderadas) en la inmensa mayoría de los Estados
de Europa desde que finalizara la Segunda Guerra Mundial, propiciada,
precisamente desde la democracia, por opciones extremistas vencedoras, como el
nazismo alemán. Por tanto, es lógico que todo el sistema europeo y sus
instituciones reaccionen ante opciones que precisamente pretenden socavar los
pilares del edificio que, para bien o para mal (júzguenlo ustedes), han ido
consolidando desde hace ya decenas y decenas de años. Así, por más que algunos
lo consideren como amenazas, es normal que el FMI suspenda las ayudas a Grecia
hasta que haya un nuevo acuerdo de gobernabilidad, que desde Bruselas o Berlín
se inste al futuro ejecutivo griego a respetar los compromisos (pago de deuda,
déficit, reformas…) del país, o que los mercados decidan negar o poner
dificultades a una financiación que consideran de dudosa recuperación. Tan
normal como que las opciones políticas europeas antisistema y euroescépticas se
alegren del “cuanto peor, mejor” ya que es la manera más fácil de liquidar un
sistema político (conocido como democracias liberales u occidentales) en el que
no creen, aunque, a pesar de los pesares, baste darse una vuelta por el mundo
para saber que, con todos los errores que se quiera, con todas las
deficiencias, es el sistema que mejor garantiza la combinación de la libertad,
la prosperidad y la paz en las relaciones humanas. Por tanto, nada de miedos,
simplemente, los griegos tienen, como debe ser, la última palabra, pero
sabiendo que no se puede estar a la vez repicando y en misa. Al final, hasta Syriza
sabe que el día después de los comicios, hay que seguir pagando las pensiones,
por pequeñas que sean, los salarios públicos y los servicios sociales, por
mejorables que sean, y todo el engranaje del Estado, por caótico que sea… y
que, para ello, se requiere financiación externa que, obviamente, no aparece
por arte de magia. Así las cosas, lo esencial es que, además de Syriza, lo
sepan los griegos y, sí a pesar de todo, apuestan por los profetas de milagros
inexistentes, nada que objetar. Cada pueblo tiene derecho a decidir su destino
democráticamente y, hasta la fecha, es lo que han hecho los griegos. En eso
consiste la democracia, que, entre otras cosas, exige apechugar con las
consecuencias.
Ya en España que, como
Grecia, tendrá que afrontar un año electoral complicado, repleto de recetas
mágicas y milagrosas, algunos, como Cayo
Lara, ante la pretensión de otros de poner todo patas arriba, se ponen las
pilas, cuando hasta ahora se sumaban sin más a las demagogias, y salen en
defensa de nuestra no ya tan corta experiencia democrática. Dice el líder de IU
(aunque por poco tiempo) que “La Transición no fue ningún pacto de élites” ya que
algunos protagonistas estaban “en el exilio y en la cárcel” por lo que defiende
la reforma constitucional (que la propia Constitución contempla) pero
reivindica la esencia del consenso de 1978, reconocido por toda la comunidad
internacional como ejemplo pacífico de liquidar una dictadura, por más que
desde las propias filas de IU se generen incertidumbres al respecto en su
errada estrategia matrimonial con Podemos y compañía. Entretanto, mientras
Montoro autoriza a la Generalitat a mantener su entramado de 200 entes públicos,
los soberanistas presionan a Mas para que convoque elecciones de forma
inmediata…. No vaya a ser que las cosas mejoren, como piensa Rajoy, y se les
vengan abajo sus pretensiones como en el cuento de la lechera.
Y en el capítulo de
tribunales, mientras el juez Bermúdez espera el informe de la Guardia Civil
(tras tener ya los de la Policía y la Ertzaintza) para ver si juzga a ETA por
genocidio, el Supremo avala el uso de mensajes de texto de las víctimas en los
juicios, por lo que los SMS valdrán como prueba contra los criminales. Y en el
“caso Pretoria” la Fiscalía pide casi siete años de cárcel para cada uno de los
“escuderos” de Pujol, ya que las comisiones de dichos colaboradores del que
llegara a ser Molt Honorable “no tenían justificación” al extremo de que dicha
“guardia pretoriana” pujolista ocultó veinte millones en paraísos fiscales, por
lo que tanto Prenafeta como Alavedra se enfrentan no sólo a los citados años de
cárcel sino también a una reclamación por parte de Anticorrupción de nada menos
que 33 millones… ¡Qué así sea, pues ya está bien!
Por lo demás una serie
de naciones islamistas, coincidiendo con la Junta de Andalucía, ven una “provocación”
que la Mezquita de Córdoba sea de la Iglesia, por lo que, entre los más de
cincuenta países musulmanes, algunos como Irán, Qatar y Emiratos, aplauden la “valentía”
del Gobierno andaluz y critican que los cristianos alteraran la “identidad” del
monumento en el siglo III (seguramente un error ya que la toma de Córdoba por
los cristianos fue en el XIII y en el siglo III ni siquiera existía el Islam).
Entretanto un libio curado en España en misión humanitaria se inmola en un
atentado en Irak.
Y, mientras Escocia confirma un nuevo caso
de ébola de un médico en Glasgow, el microbiólogo Peter Piat dice que “la
tragedia del ébola se podría haber evitado” y lamenta que Occidente “tardara en
reaccionar” a pesar de que lo que “ocurre en África nos afecta a todos”. Lleva
toda la razón, con miles de muertos por la enfermedad y muchos más miles
infectados, no sólo se llega tarde sino mal. Lamentablemente como en otros
muchos asuntos de ámbito internacional.
Jorge Cremades Sena
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