Dice Rajoy
que “2015 será el año del despegue” pero que “hay que seguir en guardia”; y
añade que el “despegue definitivo” queda condicionado a la estabilidad de PP y
PSOE y que cuando falla la alternancia llega el “retroceso y la pérdida del bienestar”.
De un lado ojala que acierte en el pronóstico, pues sería lo mejor que podía
suceder a España y, por supuesto, al resto de Europa; no hay que olvidar que en
buena parte el citado despegue dependerá de la evolución económica no sólo
europea sino internacional en un contexto de economía globalizada. De otro lado,
compartir en términos generales buena parte del resto de su discurso, teniendo
en cuenta que si se baja la guardia cualquier logro puede volver a estropearse,
lo que, sin lugar a dudas supondría un retroceso, no tanto para la “pérdida del
bienestar”, bastante deteriorado en estos años, sino para la recuperación del
mismo si es que alguna vez disfrutamos de él de forma consolidada y no se trató, simplemente, de un simulacro. Asimismo, es obvio que la alternancia política es una
garantía para todo sistema democrático y, por supuesto, para el nuestro;
también es obvio que la inestabilidad política es un factor de riesgo evidente,
por más que algunos se alegren de finiquitar un bipartidismo que, con todos los
errores y deficiencias (nada hay perfecto), nos ha asegurado más de tres
décadas de libertad, paz y prosperidad, sin precedentes en nuestra historia.
Por tanto, sin que sea obviamente lo más deseable (lo ideal sería una sólida
alternancia), nada que objetar a que Rajoy no descarte, en caso de necesidad, gobernar
con el PSOE para evitar la inestabilidad política en momentos tan delicados, ya
que cualquier gobernante, debe tener como prioridad que los intereses generales
estén siempre muy por encima de los particulares y lo más prioritario es
siempre la gobernabilidad del Estado; lo mezquino es apostar egoístamente por
el caos y el desgobierno si esa fuera la opción. Dice además el Presidente que
“hemos pasado lo peor” (es probable), mientras amplía tres meses la tarifa
plana para los contratos fijos; dice que optará a un segundo mandato y que no
habrá adelanto electoral, aunque no responde a la oferta de Aguirre como
candidata a la Alcaldía de Madrid. Todo previsible y, por tanto, nada
sorprendente. Como tampoco sorprende que, a estas alturas de la legislatura, confíe
en la economía como su principal baza electoral.
Por su parte Sánchez,
el líder de la oposición, acusa a Rajoy de exagerar sobre la fortaleza de la
recuperación, probablemente con toda razón, y, seguramente carece de ella
cuando añade que el Gobierno “entorpece la recuperación”, porque ésta “no ha
llegado a la clase media”. Es público y notorio que la recuperación no es tarea
fácil… que le pregunten a franceses o italianos. ¿Qué haría Sánchez en caso de
que fuera él quien gobernara? Aunque lo preocupante es que el líder socialista
haya manifestado por activa y pasiva que no pactaría con el PP, desdeñando el
ejemplo de Alemania por mera responsabilidad política entre la derecha y la
izquierda democráticas. ¿Y si se derrumbara como alternativa inmediata el PSOE?
Esa es la cuestión preocupante. ¿Y si Podemos le ganara en escaños como segunda
fuerza política? En fin, todo está por ver. Lo cierto es que, de momento, el
partido de Pablo Iglesias sigue ascendiendo y en el País Vasco sería ya la
segunda fuerza por delante de PSE y de Bildu, generando gran preocupación en la
izquierda abertzale y en todo el espectro político español. De ahí la
importancia de que, lo antes posible, todos los partidos, incluido Podemos,
expongan con meridiana claridad cuáles van a ser sus políticas para que los
votantes tengamos suficientes elementos de juicio y no errar en nuestra opción
electoral o, al menos, hacerlo de forma consciente. Tenemos derecho a
equivocarnos, pero no a que nadie nos confunda. Y menos aún cuando el momento
histórico actual es crucial para nuestro futuro. Sólo basta recordar cómo
estábamos no hace demasiado tiempo.
Por lo que respecta a
otros asuntos, destacar que el día de Navidad han sido rescatados nada menos
que 1.300 inmigrantes en aguas del Mediterráneo cerca de Italia (el drama de la
inmigración que no cesa), que la familia Urdangarín hace piña con Iñaki y
Cristina y resisten la presión social como único refugio de la pareja (algo
lógico desde el punto de vista familiar), y que el consorcio español que
construye el AVE a La Meca culpa a empresas chinas del retraso y cambia de
gestor (un intento de calmar los ánimos de los gobernantes de Arabia Saudí,
hartos de demasiados incumplimientos que en nada favorecen el prestigio de
nuestras empresas en el exterior). Además, el Tribunal Supremo libra de la
cárcel a Sánchez Gordillo y sólo le impone el pago de 1.200 euros por ocupar
Las Turquillas, al no observar delito de desobediencia pese a ignorar a la
Guardia Civil durante más de medio mes; entretanto, algunos presentan este país
como represor y Estado policial (sin comentarios).
En cuanto al exterior
se refiere, mientras los radicalismos aprovechan las nuevas tecnologías para
silenciar las críticas, convirtiéndolas en el último enemigo de la libertad de
expresión, Rusia recupera a EEUU y la OTAN como sus principales amenazas,
siendo ésta la primera doctrina militar de Putin tras la crisis en Ucrania,
toda una nueva reedición de la guerra fría en pleno siglo XXI.
Jorge Cremades Sena
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