Durante la
tarde de ayer París se convirtió en algo más que en la capital de Francia, y
Francia en algo más que en nuestro país vecino del norte. Con más de un millón
y medio de manifestantes en la capital y bastantes más en otros lugares del
país (unos cuatro millones en total), con medio centenar de mandatarios de
otros tantos países, el suelo galo se convirtió en un clamor ensordecedor por
la libertad. Un clamor sin precedentes, salvo que nos remontemos a la feliz
noticia del fin de la Segunda Guerra Mundial que, obviamente, provocó una
explosión de inmenso júbilo en las calles parisinas. Ahora, nada de júbilo,
sino la exigencia y la advertencia a los liberticidas de que, al margen de
credos, de ideologías o de legítimos intereses, los ciudadanos libres no
estamos dispuestos a dejarnos avasallar por quienes hacen de la violencia, la
tiranía y el fundamentalismo intransigente su razón de existir y además
pretenden imponerlo a los demás. En este caso, una explosión de protesta y
rechazo del odio yihadista que convierte en sus enemigos tanto a los cristianos,
a los judíos y a los musulmanes que, a diferencia de ellos, buscan, sin odio
alguno, una convivencia en paz y en libertad basada en la tolerancia. Por eso y
para eso, todos unidos por la libertad en un gran acto, el de ayer, frente al
terrorismo. Una inmensa marcha encabezada por Hollande (como el último presidente,
que no el único, cuyo país ha sido golpeado), acompañado por decenas de colegas
suyos en tan altas responsabilidades, pero tan distintos (entre otros) como
Merkel, Tusk, Cameron, Boubacar, Rajoy, Netanyahu o Abbás, quienes en pro del
valor supremo de la libertad y especialmente contra la barbarie del
fundamentalismo aparcan, aunque sea por unos instantes, sus legítimas
diferencias e intereses para unirse a este clamor. Ahora bien, conviene
recordar que no basta tan elocuente gesto si, a partir de mañana, cada uno de
ellos en su respectivo país se olvida de una obligada y urgente cooperación
frente a esta plaga que amenaza a todos. No basta pues con condenar
puntualmente la masacre de París, en lo que pueden coincidir todos los hombres
de bien; se requiere además una permanente colaboración de todos para que, como
ha sucedido ahora, los terroristas no campen a sus anchas, cargados de armas y
explosivos, amenazando la seguridad ciudadana de forma tan vil. Obviamente algo
falló estrepitosamente en términos de prevención.
Por tanto, de momento,
parece ser que Europa estrechará la colaboración policial, reforzará el control
en fronteras y aumentará la vigilancia sobre internet; los ministros de
Interior instan a defender la democracia con mayores controles de fronteras,
viajeros y mensajes en las redes sociales. Asimismo parece que Europa y EEUU se
disponen a acordar una mayor colaboración y refuerzo del control aéreo y
vigilar el proselitismo terrorista en internet. Entretanto, mientras la prima
de un terrorista ceutí se convierte en la sexta española reclutada por el IS,
España teme el retorno de unos 1.500 terroristas a Marruecos procedentes de
Siria, en tanto que es incendiado un periódico alemán que también publicó las
viñetas satíricas sin que, afortunadamente, haya habido víctimas mortales. Y,
además, se conoce que la terrorista huida de París era un “correo” del IS y
habría pasado más veces por España. En fin, toda una serie de hechos que ponen
en evidencia que algo se está haciendo rematadamente mal en la lucha
antiterrorista y, aunque llevan razón, quienes defienden que las medidas que
haya que tomar no hay que hacerlo en caliente, no es menos cierto que habrá que
tomarlas, sin prisas pero sin pausas, de forma contundente en defensa de la
seguridad pues sin ésta es imposible el ejercicio de la libertad. Por cierto,
aunque se refiera a otro tipo de terrorismo, destacar que el Tribunal Supremo
cuenta con el aval de la UE para no excarcelar etarras.
Y mientras el
multimillonario estadounidense de origen húngaro, George Soros, invierte en el
Santander nada menos que 500 millones, tanto Repsol como Cepsa bajan del euro
sólo en sus gasolineras de bajo coste. En fin, el mundo de los negocios. Por su
parte Alfonso Alonso, el Ministro de Sanidad, dice que “no van a ser los
políticos quienes prescriban el tratamiento contra la hepatitis C”… lleva
razón, los políticos (sobre todo cuando gobiernan) lo que deben hacer es poner
a disposición de los enfermos cualquier medicina que para curar sus
enfermedades prescriban los facultativos.
Por lo que respecta a
los deportes, en fútbol, el Barça derroba al Atlético de Madrid, 3-1, con goles
de Neymar, Suárez y Messi, dando así un respiro a la crisis y a Luis Enrique;
mientras que en baloncesto, Pau Gasol, con 46 puntos y 18 rebotes en un
partido, se convierte en leyenda en Chicago, sólo Jordan había logrado
semejantes cifras.
Jorge Cremades Sena
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