Mientras que
en España el Ministerio de Interior refuerza el control a unos 100 islamistas,
a los que la Policía somete a una férrea vigilancia desde el cruel atentado en
París, Francia moviliza a casi 90.000 policías para impedir que consigan salir
del país los yihadistas que atentaron contra el semanario “Charlie Hebdo”. Por
otra parte, la muerte ayer en otra zona de París de una agente municipal añade
más confusión y tensión al atentado terrorista, sospechándose que pudiera tener
alguna relación con el mismo. Nada es descartable. En todo caso, los
terroristas están acorralados en el norte de París, donde la policía francesa
les pisa los talones, mientras el mundo se moviliza apoyando a las víctimas y a
la libertad con el slogan de “Todos somos Charlie”, que obviamente no está
exento de razón. Conmoción generalizada, especialmente en Francia, y duelo en
París, así como actos de solidaridad en muchos países, es la tónica general en
estos momentos trágicos, en tanto que la UE prepara un refuerzo de la seguridad
aérea. Cualquier precaución preventiva es poca y, en todo caso, mejor errar por
exceso que por defecto. Además se prepara para el domingo un gran acto de
repulsa, del que, curiosamente, sólo queda al margen el Frente Nacional, que
pide a Hollande que se suspenda el acuerdo de Schengen. Y, curiosamente, Bildu
impide que el Parlamento vasco condene el atentado, mientras las Fuerzas de
Seguridad en España solicitan al Gobierno un aumento de los fondos reservados.
Por su parte, la Fiscalía española carga contra la Audiencia por excarcelar a
etarras “sin base legal”, en tanto que media para que Marruecos colabore con
París contra el terrorismo y se reanuden las relaciones al efecto rotas hace
poco tiempo. Es obvio que, tanto a nivel internacional como a nivel interno,
los diferentes Estados democráticos deben hacer un mayor y más eficaz esfuerzo
contra la amenaza terrorista mundial, de la que se tiene la sensación de que
sólo nos acordamos cuando arremete directamente contra alguno de nosotros.
En cuanto a temas
económico-políticos se refiere, Piketty, el economista francés de moda entre la
izquierda europea, advierte que “es un error afirmar que lo peor de la crisis
ha pasado ya” al mantener que mientras no se refunde el euro se corre el riesgo
de recaídas. No hace falta ir a Salamanca para decir semejantes obviedades, a
las que se podría añadir que incluso con la refundación del euro nadie pude
librarnos de recaída alguna en una economía tan globalizada. Pero en fin, el
gurú se permite pontificar así elevando para sus creyentes sus conclusiones a
la categoría de dogmas de fe, como cuando pide “no rechazar a partidos como
Podemos” sino “atraerlos a la buena dirección”. Sólo le queda aclararnos en qué
consiste esa “refundación” del euro inexpugnable y esa “buena dirección” de los
partidos antisistema. En todo caso qué quiere decir con eso de “no rechazar a
partidos como Podemos”, que yo sepa, en democracia todos los partidos son
rechazados por unos y aplaudidos por otros, lo que nos llevaría a preguntarle
que, según él, qué partidos políticos debieran ser rechazados. No sabemos si en esa “buena
dirección” que reclama Piketti, rechaza o avala, no al partido en cuestión, sino que el director del programa de
Pablo Iglesias haya sido imputado por equiparar al PP con ETA, tal como ha
sucedido.
Por cierto, hablando
de imputaciones y de tribunales, el Tribunal Superior de Justicia catalán cree
que Artur Mas, otro que tal baila, pudo cometer desobediencia al Tribunal
Constitucional convocando la farsa, mascarada o pseudoconsulta (llámenlo como
prefieran) del 9-N, por lo que admite la querella de la Fiscalía contra él y le
llamará a declarar. Menos mal que lo que es meridianamente claro para cualquier
mortal, parece también claro, aunque con la categoría de indicios (mientras no se demuestre lo contrario), para la
Justicia. Ya es más complicado que la Justicia llegue a considerar que dicha
desobediencia fue hecha hasta con chulería, como vieron todos los mortales,
pues me temo que, en estos casos, la chulería no cuenta.
Entretanto el Banco de
Santander refuerza su capital para crecer, captando 7.500 millones y pagando
menores dividendos, aunque en efectivo, al menos en parte, con lo que pretende
reforzar su solvencia y financiar su crecimiento.
Jorge Cremades Sena
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