Cualquier
noticia, cualquier problema, cualquier evento, cualquier suceso, hasta el
momento, queda eclipsado hoy por el atroz atentado contra la sede de la revista
satírica francesa “Charlie Hebdo” en Paris que ha dejado 12 muertos, entre
ellos el director, tres dibujantes y dos policías. Tres asaltantes
encapuchados, tras cometer su sanguinaria matanza, huyen, rematando a quienes
se encontraban heridos aún con vida, al grito de “¡Alá es grande!”. Teniendo en
cuenta que dicha revista publicó hace tiempo unas caricaturas de Mahoma, se
podría pensar que el atentado obedece a una especie de intolerable venganza,
concreta y puntual, por parte de yihadistas radicales, pero el asunto es más
grave aún. Ni siquiera se trata de un ataque a la libertad de prensa o a la
libertad de expresión, aunque también, sino de un ataque frontal y directo al
sistema de libertades que goza Occidente, cuyos países son víctimas de
semejantes atrocidades desde hace algún tiempo, como es público y notorio. Pero
lo más trágico aún es que los terroristas, ya identificados, son ciudadanos
franceses de origen árabe, nacidos en Francia, el país que acogió a sus
progenitores emigrados del norte de África, aunque, eso sí, entrenados al
parecer por el Estado Islámico en Siria, dándose la paradoja de que uno de los
policías acribillados en el asalto y rematado por uno de los terroristas,
también era francés de origen árabe. El terrible atentado, como es lógico, ha
causado una gran conmoción política en toda Europa, cada vez más vulnerable, y
el temor a que el atentado yihadista sirva para reforzar a los partidos
xenófobos cada vez más sólidos en muchos países europeos como sucede en la
propia Francia, en Alemania o en Reino Unido. La condena unánime no se ha hecho
esperar, incluida la de los musulmanes moderados, horrorizados con la
estrategia de matar bajo el nombre de Alá y manifestando que eso no es el
Islam, en tanto que miles de franceses se echan a la calle contra el fanatismo
y en defensa de la democracia.
Tras el atentado de
París, el Gobierno español, como el resto de sus colegas europeos, ha aumentado
el nivel de alerta y de refuerzo de la seguridad, como el blindaje de las
infraestructuras críticas, con el incremento de vigilancia policial en
aeropuertos, centrales nucleares, estaciones de tren y edificios estratégicos
del Estado, teniendo en cuenta nuestra amarga experiencia como víctimas del
terrorismo (la mayor de toda Europa) y que España, no lo olvidemos, es objetivo
del fanatismo islamista, tal como dicen algunos fanáticos yihadistas, al
considerarla a estas alturas las “tierras de sus abuelos”, como si la Historia
de España hubiese comenzado en el año 711 con la invasión musulmana. En fin, todas
estas precauciones están muy bien, pero bien valdría, tanto en España como en
Francia (y en el resto de países europeos), dar una vuelta de tuerca
legislativa endureciendo sin contemplación alguna la incitación a la violencia,
la militancia en organizaciones radicales que promueven la violencia y, por
supuesto, los delitos terroristas de palabra u obra (por leves que sean) y, a
la vez, poniendo muchos más medios de control y vigilancia de un fenómeno, el
fanatismo yihadista, que desgraciadamente tenemos los europeos instalado en
nuestra propia casa. No en vano, al parecer, uno de los tres terroristas de
Paris tenía claros antecedentes al respecto, incluida una condena de cárcel por
asuntos relacionados con el yihadismo, pero, como es ya absurda costumbre en
Europa, su pena había quedado reducida a la mínima expresión. En fin, sin comentarios,
pues para algunos demócratas de última generación a quien exija este tipo de
reivindicaciones en pro de la seguridad de todos, hasta le pueden considerar
como un represor indecente. Y luego, cuando sucede este tipo de atrocidades,
como la de París, nos rasgamos las vestiduras.
En cuanto a otros
asuntos se refiere, la caída del petróleo pone a la UE al borde de la deflación,
mientras crece la presión para que el BCE, de una vez por todas, compre deuda
soberana, en tanto que en Grecia se está dando una fuga masiva de capitales,
con un montante de más de 3.000 millones de euros en un solo mes. Por otra
parte, en España, se sigue investigando los casos de corrupción y así vamos
conociendo datos sorprendentes, como el de la herencia recibida de su padre por
Jordi Pujol, que su propia hermana desconocía y que él reconocía como el origen
de toda su inmensa fortuna y la de sus hijos; dicha fortuna consistía en unos
13 millones de las antiguas pesetas que, como ven, han dado mucho de sí.
Y en la ida del derby
copero el Atlético de Madrid toma una sustancial ventaja en el Calderón
derrotando al Real Madrid por 2-0 aunque, eso sí, en un partido muy igualado.
Jorge Cremades Sena
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