No era
casualidad, no era el espejismo de una esporádica coyuntura, no era flor de un
día y, por fin, el año 2014 nos deja un balance positivo en cuanto al empleo se
refiere. Por más que las cifras de desempleo en España sigan siento
insoportables (por lo que el objetivo prioritario de cualquier gobernante debe
seguir siendo la creación de puestos de trabajo) los 417.574 empleos creados el
pasado año suponen, sin lugar a dudas, no sólo un alivio personal para los
nuevos ocupados, sino una esperanza para el conjunto de los ciudadanos que, por
fin, vislumbran que es posible cambiar la tendencia de la inevitable
destrucción de puestos de trabajo en los últimos años. La mayor preocupación
ciudadana sin lugar a dudas. Por fin España rompió su peor racha, gracias, una
vez más, a los servicios y a la construcción, motores indiscutibles de la
reducción del paro. Por primera vez, nada menos que desde 2007, España crea
empleo y provoca la mayor caída del angustioso paro en 16 años que parecían
interminables, al bajar el número de desempleados en 253.627 personas,
situándolo aún en la terrorífica cifra de 4.447.711 parados. Por su parte la
Seguridad Social cerró diciembre con un aumento histórico de 79.463 afiliados.
Estas son las cifras; cifras todas buenas a excepción de la cifra total de
parados que, comparada a las de los últimos años y valorada con dicha perspectiva,
aunque siga siendo mala, pudiera despojársele del calificativo de pésima en
términos relativos. Cuestión distinta es la valoración que hagan unos u otros con
clara intencionalidad política y su peculiar interpretación que le den para
magnificar o minimizar las cifras. No es lo mismo, por ejemplo, decir que los
contratos fijos son menos del 8% del total o que los contratos indefinidos
crecen un 19%, dos realidades aparentemente contrapuestas, dentro de una
realidad mayor indiscutible como es que jamás se volverá a la añorada situación
anterior a la crisis. Esta es la triste realidad aunque no sólo en España sino
en el resto de países de la UE. Al final la diferencia interpretativa de los
datos, desde un optimismo o un pesimismo intencionado, consiste en decir “más y
mejor empleo” o “más y peor empleo” por lo que el “más”, por fin, es
indiscutible, por más que deprima a algunos y por más que ponga eufóricos a
otros. Ni tanto, ni tan clavo; todo en su justa medida. Esta es la realidad al
inicio de este año tan electoral, en el que Rajoy ha decidido agotar su agenda
legislativa, renunciando a la reforma electoral y a otras iniciativas
relevantes para centrarse en aquellas que están ya en trámite parlamentario.
Entretanto el fiscal
reclama más datos sobre las finanzas de los partidos, pues Olayo González
Soler, fiscal jefe del Tribunal de Cuentas, se ratifica en su informe sobre
irregularidades, aunque aún lo considera como provisional, según el cual,
también aparece Podemos por ocultar el origen de 50.000 euros en donaciones
para las europeas, su primera campaña cuando ni siquiera se había constituido
como partido político (de ser así, buen estreno, sin lugar a dudas).
Seguramente poco ha de importarle estas cuestiones a Oriol Pujol, que cobró
hasta por poner en contacto a empresarios con Mas y que ha sido citado a
declarar el día 12 al estimar la jueza que cometió delitos continuados de
cohecho y falsedad.
Y, hablando de Mas,
tras el nuevo fracaso de su nueva y última reunión con Junqueras, anda
meditando ya sobre listas separadas sin llegar a ningún acuerdo sobre adelanto
electoral. Es el esencial asunto y preocupación de los independentistas… lo
demás puede esperar. No en vano el barcelonés Josep Palouzié, teniente
reservista de Infantería de Marina, dice tajante que “ser español y militar en
Cataluña cuesta” (¡si lo sabrá él!), mientras el Ministro de Defensa aclara que
“el soberanismo irrita igual a un militar que a cualquier español” y critica
que los ciudadanos no tengan la conciencia de que “la seguridad es un elemento
básico de las obligaciones del Estado”.
En cuanto a otros
asuntos el CGPJ cree inconstitucional la intervención de teléfonos sin orden
judicial; el torero Ortega Cano sale de la cárcel de Zuera para disfrutar de
seis días de permiso tras casi nueve meses de reclusión; y la Policía, como no
podía ser menos, investiga el grupo de WhatsApp que promueve la anorexia.
Y en el exterior,
mientras Alemania sufre una ola de manifestaciones contra el Islam, que está
dividiendo a la sociedad alemana, el riesgo de que Grecia, tal como insinúa
Merkel, deje el euro, hunde las Bolsas, en tanto que Bruselas defiende la
pertenencia griega a la eurozona como respuesta a las advertencias de Berlín.
Por su parte Rena Dourou, gobernadora de la región de Atenas y dirigente de
Syriza, dice que “amenazar a Grecia no lleva a ninguna parte”. Cierto; lo
discutible, al menos, es si advertir de los riesgos de un gobierno eurófobo es
una amenaza, pues parece que quien realmente amenaza es quien propone incumplir
los compromisos adquiridos. Menos mal que Tsipras, como bien lo sabe, en su
campaña electoral está reculando a marchas forzadas, suavizando en la medida
que puede sus agresivas propuestas iniciales. Como debe ser, los griegos
tendrán la última palabra y, obviamente, apechugarán con las consecuencias… ¿O
no? Espero que semejante obviedad no sea considerada una amenaza a Grecia.
En cuanto a temas
deportivos se refiere la presumible crisis del Barça ya es un hecho
constatable. Bartomeu intenta taparla o zanjarla con el despido fulminante de Zubizarreta,
mientras que Pujol también se marcha, despidiéndose del club con un tuit, y
Messi, por bajini, critica el autoritarismo de Luis Enrique. Las malas lenguas
dicen que la sombra de Laporta, el independentista, es alargada. Al tiempo.
Jorge Cremades Sena
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