Prácticamente
en todos los diarios de tirada nacional la palabra “guerra” ocupa sus
respectivas portadas en exclusiva, salvo alguna que, sin palabra ni texto
alguno, simplemente se compone de una foto de la bandera de Francia. Y es que,
se mire como se mire, lo ocurrido en París es la guerra, una guerra no
tradicional, no entre dos ejércitos en el campo de batalla, sino una guerra
infame contra la población civil, desarmada y en flagrante desigualdad de
condiciones, sin ningún medio ni posibilidad alguna para defenderse. Una guerra
que en esta última sangrienta batalla ha segado la vida hasta el momento, según
el fiscal de París, a 129 personas, que no soldados, y 352 heridos, buena parte
de ellos en estado muy grave. Francia, la última víctima de semejante villanía,
anuncia, como no puede ser menos, una respuesta “implacable” ante este “acto de
guerra” del Estado Islámico, el enésimo que realiza en la vieja Europa. La
policía cree que fue perpetrado por tres células dirigidas y coordinadas desde
el exterior, causando la mayor matanza en la sala de fiestas Bataclan, entre
ellos un español, en tanto que los supervivientes cuentan cómo fue la toma de
rehenes, para sacrificarlos, diciéndoles “es culpa de vuestro presidente, no
tendría que intervenir en Siria” y amenazándoles con “os vamos a hacer lo que
nos hacéis en Siria”, cuando todo el mundo sabe que, ni por asomo, es
comparable el comportamiento de los ejércitos occidentales que combaten en la
desatada guerra en territorio sirio con la barbarie de los yihadistas que
incluso se jactan de exhibir su crueldad al mundo entero. Hasta en las malditas
guerras hay un abismo entre unos y otros, en Occidente no se cortan cuellos en
directo por televisión, ni se dispara a conciencia contra gentes desarmadas e
indefensas, ni se mata a los presos o se les maltrata hasta la muerte, ni otra
serie de barbaridades que practica en todos los órdenes el terrorismo radical
islámico. En Europa, a pesar de las graves dificultades y problemas que tenemos
los europeos, lo que se hace es dar asilo a los cientos de miles de sirios que
huyen de la barbarie y del terror de los yihadistas y, precisamente, para que
dichas poblaciones no sigan siendo masacradas impunemente, apoyar a las
poblaciones sometidas con el objetivo de finiquitar la cruel guerra desatada en
los territorios donde viven.
Y si es la guerra
declarada a Europa, según algunos, porque no les interesa que EEUU y Rusia
aceleran planes para poner fin al conflicto sirio (ya era hora), lo que en todo
caso es una respuesta bastante simplista, lo coherente es buscar respuestas
contundentes de una vez por todas, por lo que, mientras Francia investiga cómo
el IS pudo organizar tres comandos de kamikazes en el corazón de París, una
Europa conmocionada por semejante atrocidad busque respuestas conjuntas ya que
la amenaza yihadista es global, por tanto los líderes europeos aseguran que
responderán “unidos” y “con todos los medios necesarios” a los atentados de
París, de los que se van conociendo detalles como que uno de los terroristas
pudo haber entrado por Grecia entre los refugiados sirios o que los atacantes
eran tan jóvenes que algunos de ellos tenían entre 15 y 18 años. En fin, como
para andarse con bromas o buenismos generalizados a la hora de prevenir o
perseguir semejantes atrocidades en los diversos países europeos.
Concretamente en
España, que se ha solidarizado con Francia y comparte con ella su dolor, Albert
Rivera, líder de Ciudadanos, pide unirse al pacto antiyihadista suscrito en
febrero por Mariano Rajoy, líder del PP y Presidente de Gobierno, y Pedro
Sánchez, líder del PSOE y Jefe de la Oposición, quienes han dado la bienvenida
a tan coherente petición democrática. Rivera ha expresado su apoyo al Gobierno
en todas las decisiones que se tomen tras los atentados en París, asegurando
que “hoy es un día de tristeza, es el momento de estar más unidos que nunca; de
defender nuestro modelo de sociedad y de democracia”, pues el terrorismo sólo
se vence aliándose con todos “los países demócratas del mundo” y que Ciudadanos
quiere estar en este pacto antiterrorista por ser un partido ya “implantado en
toda España” y que “puede gobernar”, aclarando que “al margen de las elecciones
es una buena noticia que todos se sumen al pacto antiyihadista” por lo que,
tras hablar con Rajoy se ha puesto a su disposición “para cualquier cuestión
que necesite” porque “hay que estar más unidos que nunca, no debe haber ninguna
fisura entre demócratas”. Palabras dignas de un hombre de Estado que contrastan
con las de Pablo Iglesias, líder de Podemos, que rehúsa entrar en el pacto
antiyihadista con genéricos argumentos pueriles como que hoy no toca hablar de
venganza, sino de valores democráticos, añadiendo que su partido no se
identifica con los valores del pacto antiyihadista firmado por PP y PSOE al que
se adhiere también Ciudadanos; asegura que para él “uno de los problemas del
pacto es endurecer el Código Penal” y que “hay que pensar en la unidad, en la
defensa de las libertades y de los derechos humanos”, añadiendo que “con bombas
no se solucionan los problemas” y discrepando de “las estrategias para
garantizar la seguridad de los ciudadanos” que conlleva el pacto antiyihadista
pues “hay que utilizar más los servicios de inteligencia y menos las bombas”.
En fin, una vez más Pablo Iglesias no puede disimular su verdadero rostro y no
tiene reparo alguno en rechazar los valores compartidos por el resto de
partidos democráticos, mientras el Ministro de Interior, contesta que “aquí
nadie habla de venganza, hablamos de libertades y de seguridad” pues “este
acuerdo no nace para vengar absolutamente nada, lo que hace es garantizar la
seguridad de todos, dotar al Estado de Derecho de instrumentos para prevenir de
esos ataques terroristas”. Ya ven cuales son los valores de Podemos, según su
líder, que merecen el reproche de cualquier demócrata que se precie, tal como
ha hecho incluso Rodríguez Zapatero diciéndole con respecto a sus palabras que
“debería reflexionar”… Yo creo que quienes deberán reflexionar, y no poco, han
de ser los españoles a la hora de depositar su voto en las urnas.
Jorge Cremades Sena
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