Mientras
la UE revisa el Tratado de Schengen y aprueba el control de las fronteras
exteriores que pidió Francia, el Consejo de Seguridad de la ONU autoriza “todas
las medidas necesarias” contra el Estado Islámico. Por fin no hay vetos y, poco
a poco, la Comunidad Internacional se va dando cuenta de que o se acaba con el
terrorismo yihadista o la barbarie acaba con la civilización. Y no es para
menos, el yihadismo radical, esta vez bajo una franquicia de Al Qaeda, que lo
ha reivindicado, escoge un hotel de lujo en Bamako para, de alguna forma,
atentar de nuevo contra Francia, de forma indirecta en Mali, su ex colonia
africana, causando más de veinte muertos tras un secuestro de siete horas.
Dicen españoles residentes en Bamako que “nos alertaron de que después de París
seguiría Mali”, y, lamentablemente, acertaron. Por lo tanto desde ahora los
europeos y no comunitarios tendrán los mismos controles al entrar o salir de la
UE, cuando se confirma que dos kamikazes del estadio de Saint-Denis entraron
como refugiados por Grecia y que Bélgica, en alerta máxima, teme un inminente
atentado similar al de París. El Gobierno español, por su parte, reafirma el
desmentido de los supuestos planes militares en África, insinuados por
García-Margallo, quien puntualiza que sólo habló de ellos como una posibilidad,
entre otras, de ayudar a Francia en su lucha contra el EI, ayuda que,
confirmada políticamente por todos los estados miembros de la UE, no se ha
concretado todavía y París nada ha pedido. Y mientras los franceses, una semana
después de los atentados, luchan contra el miedo en la calle e intentan
restablecer la normalidad, su Gobierno, amparado por el estado de emergencia,
prosigue la investigación de todo lo ocurrido con registros masivos y detenciones
de sospechosos, en tanto que en España unos 1.100 policías y 1.400 guardas de
seguridad vigilan el estadio Santiago Bernabéu y sus aledaños para que el
clásico Madrid-Barça se desarrolle con normalidad, amparado por tamañas medidas
de excepción. En fin, es la tensa realidad nacional, europea e internacional
que se vive en estos momentos, nublando los sueños de quienes pensaron que
bastaba proclamar la libertad y la paz para conseguirlas, sin pensar que sin la
suficiente protección dichos sueños podrían convertirse, como está sucediendo,
en pesadillas.
Y casi una pesadilla
es el problema del independentismo catalán. En una Cataluña desgobernada,
arruinada y con su credibilidad financiera a niveles de bono basura, las
empresas catalanas piden al desnortado Artur Mas respeto a la ley o nuevas
elecciones. Justo lo que Mas ni los independentistas quieren. Por su parte
Montoro, con toda razón, ya que los catalanes no tienen la culpa de los
desmanes de sus gobernantes, se dispone a conceder a la Generalitat 3.034
millones de euros del Fondo de Liquidez Autonómica, pero, obviamente, bajo un
estricto control del mismo, dado el despilfarro anterior por parte de las
autoridades catalanas, pues “elobjetivo es que no se gaste ni un euro en
veleidades independentistas” como se ha hecho en ocasiones anteriores, por lo
que, como es su obligación, vigilará para que no se gaste en el “procés”
ilegal, totalitario y antidemocrático que es lo único que les interesa a Mas y
compañía, en vez de pagar las facturas a farmacias y atender con normalidad los
servicios básicos.
En cuanto a otros
asuntos de interés mediático cabe destacar que Iglesias y Rivera visitan a
María Teresa Campos en busca del voto de los mayores (no está el asunto como
para descuidar cualquier sector); y que los temarios a las oposiciones a
maestros no cambian desde 1993, mientras los sindicatos de profesores reconocen
que los planes de estudio de su carrera están “obsoletos” (¡y luego quieren que
la Educación en España sea de calidad!).
Jorge Cremades Sena
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