Salvo que
alguien lo remedie estamos a punto de consumar un fraude electoral sin
precedentes tanto en Cataluña como en el resto de España, aplicando de forma
torticera el juego democrático tras la ausencia directa de mayorías absolutas
indiscutibles, tanto en las últimas elecciones autonómicas catalanas como en
las generales que acaban de ejercerse. Que la suerte de Cataluña en buena
medida esté en manos de la mayoría de la asamblea de la minoritaria CUP y que
la suerte de España pueda estar en manos de la minoritaria Podemos, tercera
fuerza política elegida por los españoles, no sólo es un fraude electoral a los
ciudadanos sino además un ejercicio de irresponsabilidad política ante ellos
por parte, en este caso, de Junts pel Sí en el caso catalán y del PSOE en el
caso español, avalistas respectivos, cuando no titulares, del engaño manifiesto
a todos los españoles, incluidos los catalanes, que en ninguno de los casos
eligieron mayoritariamente ser gobernados por opciones anticapitalistas y
antisistema democrático, ni que estas anacrónicas formaciones comunistas, en el
mejor de los casos, ejercieran un papel primordial en la gobernabilidad de sus
destinos. Ni Artur Mas, que cada vez pinta menos, por parte de Junts pel Sí, ni
Pedro Sánchez, cada vez más discutido como líder socialista, por parte del
PSOE, entienden que, aunque formalmente les avalase la matemática democrática y
pudieran legítimamente acceder al poder, no se pueden sumar churras con merinas
ya que la suma de elementos heterogéneos es, en el mejor de los casos, confuso
y, tratándose de elementos tan dispares, como es el caso, sólo puede acarrear
graves consecuencias, como ya ha sucedido en otras ocasiones. Si en el caso
catalán la gravedad ya radica en la variopinta y heterogénea oferta política de
Junts pel Sí, que engloba desde marxistas radicales a liberales, haciendo
imposible cualquier proyecto de gobernabilidad y pretendiendo además sumar
ahora a elementos claramente antisistema democrático, en el caso español lo
grave, de momento, es incorporar, como ya se ha hecho en la gobernabilidad de
ayuntamientos y autonomías, al variopinto mundo de Podemos y sus
correspondientes marcas, por más que éstas de forma cínica e irresponsable
estén dispuestas a hacer renuncias estratégicas de sus iniciales postulados
antisistema con el fin de liquidar el proyecto democrático surgido en España on
la Transición.
En efecto, una minoría
anticapitalista decide la suerte de Cataluña, pues los 3.577 miembros de la
CUP, divididos además ante la crucial votación para mantener a Mas en la
presidencia de la Generalitat, decidirán el futuro inmediato de los catalanes,
reconociendo ellos mismos que “estamos cuarenta a sesenta por ciento a favor y
en contra”, con lo que poco más de 1.750 catalanes tienen en sus manos el
destino de Cataluña, de España e incluso de la configuración territorial de la
propia UE.
Y en efecto, por otra
parte, mientras Rajoy, guste o no, vencedor de las elecciones generales, ofrece
al PSOE una negociación “generosa” para evitar nuevas elecciones generales, que
tampoco sería nada descabellado aunque sea inconveniente, Sánchez busca apoyos
con Podemos y el antidemocrático mundo independentista, porque, sumando churras
con merinas, entiende que, al no haber obtenido el PP mayoría absoluta, los
españoles han decidido optar por un “Gobierno de izquierdas”, entendiendo como
tal no una opción socialdemócrata (su oferta electoral que ha quedado como
segunda fuerza) perfectamente homologada y homologable con los partidos que
gobiernan en la UE, sino el conglomerado de opciones antidemocráticas,
comunistas, independentistas y antisistema que conforman el resto de opciones,
mas minoritarias todavía. Un despropósito sin precedentes que, además de ser
perjudicial para los intereses de España, atentan directamente sobre el papel,
como un serio partido de Estado, que ha venido representando el PSOE en nuestro
periodo democrático. No extraña que Susana Díaz y algunos de los barones
socialistas presionen a Sánchez y le pidan que renuncie a un acuerdo con
Podemos, asumiendo democráticamente lo que han decidido los españoles, e
intenten el control de los pactos mediante la imposición de una comisión que
dirija la negociación con Iglesias y compañía, llevando al Comité Federal dicha
propuesta que, en todo caso y como mal menor, deje claro al menos que las
líneas rojas están en poner en cuestión la unidad de España, que propone
Podemos avalando un antidemocrático referéndum en Cataluña.
Por cierto, hablando
de Podemos, a pesar de haber sido la tercera fuerza política elegida por los
españoles, la formación de Iglesias igualará al PP, primera fuerza, en
subvenciones del Congreso ya que ingresará de asignación anual 2.735. 125 euros
con su estrategia de dividirse en cuatro grupos en la Cámara, un millón más que
si fuera un solo grupo, mientras que el PP cobrará 2.771,908 euros, en
definitiva, 1.243,990 euros menos que en 2015 ante su caída de escaños. Ya ven
que Podemos está dispuesto a conseguir el máximo de “pasta” del Estado que le
permita la ley en vez de intentar el máximo ahorro por el bien de los
españoles. Entretanto el Ibex se mantiene alerta con las maniobras de los
expresidentes del Gobierno, en definitiva, las de Aznar frente a Soraya y las
de González contra Iglesias. Por otro lado, según NCReport, la mayoría de
españoles rechaza un pacto del PSOE con Podemos y nacionalista, y más de la
mitad no quiere nuevas elecciones y cree que la inestabilidad perjudica la
economía, mientras que, si se repitiera elecciones, Rajoy sería el candidato
por parte del PP.
En cuanto a otros
asuntos se refiere, mientras la ONU llama a negociar un acuerdo de paz en Siria
el 25 de enero (¡ojala que se lleve a efecto!), en la localidad almeriense de
Roquetas un despliegue de la Guardia Civil evita más incidentes tras el
asesinato de un guineano por una mera discusión de tráfico: “Quita el coche,
por favor, queremos pasar”, fueron las últimas palabras del asesinado que, sin
más, recibió la puñalada mortal como respuesta, desatando el pertinente
conflicto, mientras la autoridades locales manifiestan que “no son los gitanos,
ni los africanos, son todos contra todos” y que en la localidad “hay
marginalidad, no racismo”.
Jorge Cremades Sena
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