Si ayer la OTAN, ante la peligrosa deriva que
tomaba el asunto, decía a los cuatro vientos que protegería a Ucrania “por
tierra, mar y aire”, es decir, con todos los medios posibles, hoy nos
despertamos con la satisfacción de que EEUU, Rusia, Ucrania y la UE han llegado
a un acuerdo para resolver el problema o, al menos, intentarlo. Un pacto de
desarme de los rebeldes, que se habían apoderado de algunos edificios e incluso
de blindados ucranianos, a cambio de una amnistía para los sublevados y de
autonomía para las regiones orientales, mayoritariamente rusas. Será la OSCE quien
haga de mediadora, en tanto que Kiev impulsará un “proceso constitucional” que
permita la legalización de la citada autonomía. Ahora falta saber si dentro y
fuera de Ucrania se impone la voluntad política de que dicho acuerdo se materialice
sin trampas ni cartón y si se tiene el coraje suficiente para que quienes
burlen lo acordado, que los habrá, sean castigados debidamente, sean quienes
sean, pues, en caso contrario, la situación de Ucrania puede incluso empeorar.
No obstante y de momento, la mera existencia del citado pacto, por precario que
pueda ser, rebaja la tensión prebélica y, a mi juicio, es una gran noticia.
También son buenas noticias que, de una parte, Hacienda
dé más poderes a los inspectores para que suba la recaudación, y, de otra, que
la Justicia ordene el ingreso en prisión de dos condenados por el “caso
Pallerols”. Supongo que la orden de Hacienda va encaminada a perseguir el alto
nivel de fraude, con lo que recaudar más por la vía de reducción del mismo
supone, entre otros asuntos, no tener que recurrir a nuevos gravámenes. Sabemos
que, simplemente reduciendo el fraude fiscal a la mitad, nuestras cuentas
quedarían saneadas el doble y nuestros bolsillos aliviados en buena medida. Y
supongo que todos se alegrarán, menos los chorizos, de que, tras dos décadas,
alguien pague por fin por el “caso Pallerols”, vinculado a Unió Democrática de
Catalunya, ya casi olvidado para el común de los mortales. Se alegrarán de que
al fin el Gobierno niegue el indulto a estos dos condenados (un cargo de Unió y
un empresario) que, tras un rocambolesco juicio, recurrían, como suele ser
costumbre, al último recurso del perdón de pena. A esta justicia injusta por su
absurda tardanza, intolerable por dónde se mire, sólo le falta, como a veces
sucede, que se le ponga la guinda del indulto final como colofón al escarnio de
todos los ciudadanos honrados. Conviene recordar que los hechos delictivos se
remontan a 1994 en que el empresario Fidel Pallerols impartió cursos de
formación a parados, subvencionados por la UE, por casi nueve millones, a
cambio de desviar una parte de los mismos al partido, lo típico, y que en el
2000 Durán y Lleida calificó el asunto como de una mano negra que buscaba
desacreditarle y que dimitiría si se probaba la financiación irregular. Todo se
probó, nada de mano negra, aunque Durán siga vivito y coleando (políticamente
hablando).
Seguramente el asunto Pallerols habrá preocupado a la
Junta de Andalucía, pues no hay que olvidar que acaba de surgir la noticia de
una investigación sobre el supuesto mal uso de los fondos de formación
procedentes de la UE. Si en su momento Durán hablaba de “mano negra”, desde la
Junta se habla ahora de “causa general”, cuando noticias, no desmentidas categóricamente,
afirman que la Junta pagaba por los cursos el doble de lo que marca la ley, que
hay más de mil irregularidades en las ayudas, que debe diecisiete millones a
academias que sí impartían cursos y que permitió que no se justificaran las
subvenciones. Y mientras la Asociación de Centros Privados de Málaga y Sevilla
denuncia al Gobierno de Andalucía por no pagarle los ciclos de formación que
subvenciona Bruselas, mientras Anticorrupción investiga el asunto y mientras
Bruselas reclama que se despeje si en el asunto investigado hay fondos
procedentes de Bruselas, la Junta acusa al Gobierno de España de orquestar una “causa
general”, seguro que con idéntico objetivo que el de la famosa “mano negra” en
Cataluña, es decir, para desprestigiar, en este caso a la Junta. Por higiene
democrática y por el bien de todos, pero especialmente de Andalucía, procede
que con la mayor urgencia posible las principales autoridades andaluzas
comparezcan para aclarar meridianamente tan malas noticias. Ni las manos
negras, ni las causas generales, indefinidas e indemostrables, son la
explicación adecuada, sobre todo, cuando generalmente suelen ser la excusa para
no afrontar la realidad.
En otro orden de cosas, destacar que la baja inflación
del área del euro entra en zona de alto riesgo, que los países del sur reclaman
a la UE fondos para inmigración, que la oposición argelina denuncia fraude en
las elecciones y que un desgraciado hundimiento de un ferri en Corea del Sur ha
causado la muerte o desaparición de casi trescientas personas, la mayoría
estudiantes. Son algunas de las noticias que recogen las portadas de los
principales diarios españoles. También, dos frases del Papa Francisco: “la
resurrección no es el “happy end” de la película” y “ser servidores los unos de los otros”, mientras lava,
en esta Semana Santa, los pies a los más débiles.
Y unanimidad en dos noticias. La primera, la euforia del madridismo tras ganar la Copa del Rey mientras espera al Bayern en semifinales de la Champions y todas las alabanzas al magistral gol de Bale. La segunda, la tristeza generalizada por la muerte de Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura y extraordinario narrador en lengua castellana que, durante tantos años, nos emocionó con sus mágicos relatos, siendo uno de los líderes indiscutibles de la novela hispanoamericana; descanse en paz.
Y unanimidad en dos noticias. La primera, la euforia del madridismo tras ganar la Copa del Rey mientras espera al Bayern en semifinales de la Champions y todas las alabanzas al magistral gol de Bale. La segunda, la tristeza generalizada por la muerte de Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura y extraordinario narrador en lengua castellana que, durante tantos años, nos emocionó con sus mágicos relatos, siendo uno de los líderes indiscutibles de la novela hispanoamericana; descanse en paz.
Jorge Cremades Sena
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