Tras la excelente y pedagógica intervención
de Rubalcaba en el Congreso de los Diputados, que todo hay que decirlo, el PSOE
sigue deshojando la margarita sobre quién o quiénes van a dar el paso
definitivo de apostar, con todas las consecuencias, por la Secretaría General
del partido. Que si con la retirada de Susana es Madina quien refuerza sus
posiciones, que si algunos dirigentes instan a que se presente Patxi López, que
si Pedro Sánchez se enfrentara a una posible radicalización de Madina para
hacerse con el poder, que si Susana comunicó su decisión de quedarse en
Andalucía a Zapatero pero no a Rubalcaba, que si Sotillos se presenta, que si
Aguilar y Soraya Rodríguez se lo piensan…. Especulaciones y especulaciones que,
en definitiva, a nada conducen. La situación del PSOE es una tragedia no ya
para los socialistas, sino para España y, por si fuera poco, Navarro tira
definitivamente la toalla al frente del PSC ante la presión soberanista dentro
de su propio partido. Han sido tantas las imprecisiones, las incoherencias, las
indefiniciones y el querer estar a la vez repicando y en misa que ahora, vistas
las orejas al lobo, se hace complicado enmendar tantos entuertos. Si es cierto
que Susana se queda porque algunos andaluces le piden “primero arregla esto”,
generando malestar entre los barones que precipitadamente apostaban por ella, o
porque “tenía más que perder que ganar”, sabiendo que, en todo caso, tendrá un
especial protagonismo en la elección del Secretario General, la retirada
personal de Susana de la contienda congresual huele a que, pretendiendo como en
Andalucía ser proclamada como única candidata, no quiere desprenderse del
sillón andaluz al que tan cómodamente la aupó el aparato del partido. Y,
entretanto, una vez más, aunque sean pocos y mal avenidos, una vez más en el
Congreso, a pesar de los esfuerzos de Rubalcaba por evitarlo, se rompe la
disciplina de voto, haciendo gala del profundo deterioro del PSOE como partido
político con aspiración mayoritaria, más parecido al ejército de Pancho Villa
que a un instrumento político creíble y fiable para asumir, como antaño, las
riendas del gobierno.
Pero si lo anterior es grave, se agrava aun más si
observamos lo que hay alrededor que, a todas luces, evidencian que las cosas
pueden empeorar. Ayer mismo en el Congreso de los Diputados se visualizó el
merecido deterioro y la desconfianza ciudadana en nuestras instituciones
democráticas, comenzando por la mayoría de los partidos políticos y sus
respectivos grupos parlamentarios. Aunque con el concurso del PP, UPyD y el
PSOE, gracias al esfuerzo de Rubalcaba, se consiguió dar vía libre a lo que establece
la Constitución por un 85% de la Cámara, el resto, salvo algún que otro
diputado de algún grupo minoritario, se dedicó a protagonizar una bochornosa
sesión parlamentaria en base a supuestos que nada tenían que ver con el orden
del día. Es lo que desgraciadamente hay fuera de la responsable actitud de los
grupos mayoritarios. Izquierda radical, en sus diversas versiones, y
nacionalismos extremos, es lo que se ofrece a la ciudadanía como alternativa al
bipartidismo con sus respectivas proclamas antidemocráticas. Así de crudo y así
de inestable. No en vano ayer mismo, sin ir más lejos, si algunos diputados
hubieran contado con más apoyos y el bipartidismo con menos, de las mismísimas
Cortes Españolas hubiesen surgido tres nuevas repúblicas (catalana, vasca y
gallega) como inicio manifiesto del desmantelamiento del Estado, asunto sin
precedentes a lo largo de toda la Historia Universal. Y el problema, tras el
varapalo de las europeas a PSOE y PP, no ha hecho más que empezar. Menos mal
que, como ven, IU, CiU, PNV, ERC, Amaiur, BNG, Compromís, Podemos…. y compañía,
con la responsabilidad que les caracteriza y su manifiesto respeto a las reglas
de juego democráticamente establecidas no dudarán un instante en ponerse de
acuerdo para garantizar en el futuro la necesaria estabilidad gubernamental que
todo Estado requiere.
Mientras tanto Hacienda descarta subir los impuestos al
alcohol y al tabaco en la reforma fiscal que se avecina, el juez Ruz rastrea el
dinero de Bárcenas en India, Taiwan y Tailandia, y Artur Mas da un ultimátum a
Durán, que justificó ayer su abstención porque España le excluye, consistente
en que o apoya el plan soberanista o se va. Sólo faltaría que el mismísimo
Durán se convirtiera a estas alturas en un catalán de segunda como los que
discrepan del régimen independentista.
Y mientras media Europa se queda sin taxi por la, según
los taxistas, competencia ilegal de los coches compartidos a través de
Internet, con huelgas y protestas en Madrid, Barcelona y otras muchas ciudades
europeas, en Irak la inestabilidad y la violencia ganan terreno a pasos
agigantados. Las milicias radicales suníes, tras tomar Mosul, la segunda ciudad
iraquí, reanudan su ofensiva contra el gobierno chií y avanzan sin que nadie
les ponga freno hacia Bagdad, uniendo sus territorios en Irak y Siria. Es obvio
que no sólo en España las cosas pueden empeorar, más aun si entre todos nos
empeñamos en que así sea.
Jorge Cremades Sena
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