Guste o no
guste, contente o no a unos o a otros, la frase que mejor define lo sucedido en
las elecciones del 26-J es que sólo ganó Mariano Rajoy y su Partido Popular ya
que todos los demás, liderando a sus respectivos partidos, o perdieron o, en el
mejor de los casos, simplemente conservaron a duras penas lo que habían
conseguido el 20-D. Una circunstancia más que hace de estas elecciones un caso
insólito (ya lo eran al ser las únicas que se celebraban a causa de un
estrepitoso fracaso de gobernabilidad), pues, que yo sepa, de todas las que se
han celebrado hasta la fecha son las primeras en que, con los resultados en la
mano, sólo uno de los candidatos gana y el resto pierde al no haber ninguno de
ellos que saque ni una mínima ventaja con respecto a los resultados anteriores.
En efecto, el PP vuelve a ganar las elecciones con casi 7´9 millones de votos,
el 33´02 % y consigue 137 escaños (tenía 123); seguido del PSOE con 5´4
millones, el 22´68% y 85 escaños (tenía 90; en tercer lugar Unidos Podemos con
poco más de 5 millones de votos, el 21´11% y 71 diputados (tenía 69 y los dos
de IU); y cerraría el cuarteto de los partidos de ámbito nacional español
Ciudadanos con 3´1 millones de votos, el 13´04% y 32 diputados (tenía 40). Y en
lo que respecta a los partidos de ámbito nacionalista ERC obtiene 627.401
votos, el 2´63% y 9 escaños (tenía 9); CDC, 480.308, el 2´02% y 8 (tenía 8);
PNV, 286.215, 1´20% y 5 (tenía 6); EH Bildu, 184.092, el 0´77% y 2 (tenía 2); y
CC, 76.245, el 0´32% y 1 (tenía 1). Los datos no mienten: sólo ha ganado Rajoy
y el PP, cuando todos los demás, por una u otra razón, han arremetido contra él
tachándolo de corrupto, de inmovilista, de responsable de hundir a este país,
de favorecer a los ricos y hundir a los pobres y, si me apuran, hasta de
fascista, rebasando los límites de lo decente. Ante todo ese argumentario,
utilizado contra él para justificar el rechazo a su oferta de gran coalición
gubernamental y los vetos a su investidura, aunque había ganado también las elecciones
del 20-D, impidiéndole presentarse a ser investido y provocando estas
elecciones, tras ser incapaces de conformar una fórmula de gobierno
alternativa, a Rajoy le ha bastado en esta campaña poner cierta racionalidad
sobre la realidad española, desenmascarar la demagogia y poco más, para lograr
que todos ellos pierdan y sólo él salga victorioso en estos comicios.
Entre las pinceladas
de este triunfo del PP y, por tanto, de Rajoy, cabría citar que el PP se
refuerza y lo que llaman el bloque de izquierdas (otros, bloque del cambio)
pierde terreno, pues mientras los populares añaden 14 escaños más, pese a la
dura campaña por parte de todos contra el PP, los socialistas registran el peor
resultado de su historia obteniendo 5 escaños menos (y eso que ya habían tocado
fondo el 20-D) y Unidos Podemos defrauda todas las expectativas al no lograr el
pretendido “sorpasso” al PSOE (tradicional objetivo de los comunistas desde la
época de Anguita) y pierden 1´2 millones de votos respecto al 20-D, mientras
que Ciudadanos es el más descalabrado al perder nada menos que 8 escaños. No es
casualidad que en la calle Génova, los simpatizantes del PP celebraran la
victoria popular con el grito “sí se puede”, utilizado por Unidos Podemos para
animar a la gente a apoyar su revolución pendiente. En todo caso, ahora cabe,
de nuevo, hablar de pactos de gobierno que será la tarea más urgente en los
próximos días y al respecto Rajoy promete hablar con todos mientras reclama su
derecho a gobernar. ¿Seguirán Sánchez, Iglesias y Rivera mareando la perdiz y
no reconocer su estrepitoso fracaso? Esa es la cuestión, pues aunque lo tienen
ahora más difícil no parecen muy dispuestos a reconocer su errada trayectoria,
ninguneando al partido que gana las elecciones y, por si hay duda, lo vuelve
hacer por segunda vez poniendo más distancia con los perdedores. Esta es, guste
o no guste, cruda realidad y no reconocerlo es un fraude democrático. Sánchez
no puede vender como victoria su estrepitosa derrota simplemente porque
Iglesias no ha conseguido el “sorpasso”, lo que ya hubiera sido catastrófico.
Cierto que el PSOE sube en Madrid a la tercera posición a costa de Ciudadanos,
pero en Andalucía, por ejemplo, es el PP quien le da el “sorpasso” superando
por primera vez al PSOE desde que gobierna Susana Díaz.
Lo cierto es que el PP
sale victorioso en todas las comunidades autónomas excepto Cataluña, donde se
impone Colau, y País Vaso, donde se impone Unidos Podemos, mientras el PSOE no
se alza victorioso en ninguna de ella y sólo lo logra en las provincias de
Jaén, Sevilla y Huelva (triste balance para un líder, Sánchez, que hace cuatro
días pretendía, habiendo perdido las elecciones, ser investido como Presidente.
Me temo que todos tienen bastante que reflexionar y, si es posible, añadir
algunas dosis de cordura a su proceder. Es lo que espera la mayoría de los
españoles. En los próximos días habrá
que hacer muchos análisis al respecto.
Jorge Cremades Sena
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