No
cabe ninguna duda de que el contencioso hispano-británico por Gibraltar sigue
acaparando el interés mediático y la preocupación de los españoles, con el
permiso de otros asuntos, como la presunta financiación ilegal del PP, que le
va a la zaga. Es más, algunos incluso mantienen que precisamente la iniciativa
reivindicativa del gobierno de Rajoy sobre Gibraltar se debe al interés por
relegar el “caso Bárcenas” a un segundo plano. Sea como fuere, dos asuntos que
por su trascendencia copan el interés general a la espera de que en el primer
caso Madrid y Londres lleguen a un acuerdo y, en el segundo, a que el juez Ruz
continúe investigando los hechos, cuando, justo en esta semana, irán a declarar
como testigos Cospedal, Arenas y Álvarez Cascos, que, al estar obligados a
decir la verdad, pueden aportar alguna luz sobre el asunto. Por tanto, a la
espera de lo que declaren, que dará mucho que hablar, voy a centrarme hoy en el
tratamiento que se está dando a la evolución del “caso Gibraltar”, tanto en el
fondo como en las formas.
Me llama
la atención que, mientras en Inglaterra siguen manteniendo una cierta
unanimidad a las posturas adoptadas por su gobierno, en España seguimos
discutiendo sobre el sexo de los ángeles en vez de hacer lo propio con lo que
hace el nuestro, lo que, a mi juicio, debilita internacionalmente a Rajoy
frente a Cameron. Es deplorable que, cuando nadie se atreve en España a
cuestionar públicamente el fondo del asunto –es decir, acabar con el
impresentable residuo colonial en territorio europeo-, algunos, según les
interesa, se dediquen a marear la perdiz sobre las formas en que se ha de
reivindicar y el momento en que ha de hacerse.
Desde mi punto de
vista es accesorio si Rajoy utiliza el asunto como cortina de humo sobre el
“caso Bárcenas” y sobre los problemas económicos. Lo cierto es que, ante la
enésima chulería del gobierno gibraltareño, tirando 70 bloques de hormigón al
mar con puntas de acero en las inmediaciones del puerto, el gobierno español
responde, ¡menos mal!, con una aplicación estricta de su obligación de
controlar la frontera y con el anuncio de tomar todo tipo de “medidas legales”
para acabar con las ilegalidades de todo tipo que se suelen dar en la zona de
forma impune. Si, ante esta provocación, el gobierno ha decidido responder
ahora, aunque no se haya hecho anteriormente, es lo importante. Él sabrá si lo
hace por razones oportunistas o no. En todo caso la provocación gibraltareña es
un hecho irrefutable, que, menos el gobierno británico, reconoce todo el mundo,
incluidos los diarios nacionales e internacionales más críticos con la postura
de Rajoy, Que algún diario, como el Wall Street Journal, diga que "No hay duda de que el Gobierno de
Madrid prefiere batir tambores nacionalistas antes que hablar sobre la economía
nacional, pero es una distracción que no conduce a ninguna parte” sólo
demuestra su parcial visión del problema, apoyado en algunos comentaristas y
políticos españoles que hacen lo propio para devaluar las iniciativas gubernamentales.
Pero que, dicho diario, además se jacte afirmando que “El primer ministro
británico David Cameron ha reiterado que el Reino Unido nunca negociará
devolver la Roca mientras sus residentes quieran seguir siendo británicos"
pone en evidencia a quienes se erigen como paladines de las medidas
diplomáticas pero renunciando a otro tipo de medidas legales que, como en este
caso, al menos dificulte el normal funcionamiento, ampliamente delictivo, de
los habitantes de la Roca.
Desde mi punto de vista no están reñidas, ni son excluyentes,
las medidas que anuncia Rajoy con otras propuestas de otras opciones políticas.
Llevar el conflicto a la ONU que, por cierto ya se ha pronunciado en otras
ocasiones favorablemente a las tesis españolas, no está reñido en absoluto con
la propuesta socialista de que el conflicto se discuta en la UE, ni siquiera
con la vía jurídica del Tribunal de la Haya. Decir que unas u otras medidas
suponen meterse en “aventuras” y que buscar apoyos a la causa fuera de la UE,
por poco fiables que sean, son “falsas alianzas” me parece poner palos en la
rueda. Si, como dice el PSOE, “no tiene ningún sentido” mantener la colonia del
Peñón, ceñirse a “una solución europea, en el marco de la Unión, entre dos
países socios”, me parece restar posibilidades a la solución del conflicto que,
ante las tesis de Cameron y de Picardo, suponen una ingenuidad de órdago a la
grande, pues con socios o amigos así, evidentemente, no se necesitan enemigos.
Si para el Reino Unido “la autodeterminación importa más que la integridad
territorial” al margen de todas las resoluciones de la ONU sobre dichos
derechos y quienes pueden ejercerlos, con permiso de los independentistas
catalanes, de prosperar estas tesis en la UE, estaríamos en el umbral del mayor
proceso de atomización política con grave riesgo para la paz y la seguridad
internacional. ¿Mantendrían dichas tesis los británicos en caso de que la
colonia, fraudulentamente obtenida, estuviese en su territorio? Seguro que no.
Pero el colmo de la
manipulación informativa es que el citado diario de prestigio internacional
base su discurso probritánico en parte del famoso artículo X del Tratado de
Utrecht ("el Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede
por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de
la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y
fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que
la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento
alguno") y olvidando parte del mismo en que también dice que dicha propiedad se cede "sin
jurisdicción territorial y sin comunicación abierta con el país circunvecino
por parte de tierra", además de que para
"evitar abusos y fraudes en la introducción de las
mercaderías" fija que "la comunicación por mar con la costa de España
no puede estar abierta y segura en todos los tiempos". Es muy fácil citar
una parte del Tratado y omitir el resto, para criticar una reivindicación
totalmente justa por parte de España. Lo absurdo es que no sé qué intereses
tienen quienes, siendo españoles, se empeñan en tirar piedras sobre nuestro
propio tejado. Es decir, nosotros somos una especie de cerdos nacionalistas
españoles, y los ingleses son todo lo contrario. Deplorable.
Me
sorprende que, ante informaciones sesgadas de algunos diarios, como el citado
Wall Street Journal para menoscabar las medidas adoptadas por Rajoy ante las
respuestas de Cameron, ningún diario español salga al paso aunque sólo sea para
de forma objetiva aportar toda la información al respecto y que los ciudadanos
saquen sus propias conclusiones. Está claro, una cosa es el Reino Unido y otra
es España.
Por
cierto, en mi blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/, acabo de colgar el
artículo “Gibraltar en el punto de mira”.
Jorge Cremades Sena
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