Entre
las valoraciones de la comparecencia de Rajoy en el Congreso, la controversia
de si ganó el Presidente o Rubalcaba, y las especulaciones sobre las causas del
trágico accidente ferroviario de Santiago, que tanto juego dan en los medios de
comunicación, especialmente en los televisivos, se cuela una noticia de vital
importancia. Sigue bajando el paro registrado en España por quinto mes
consecutivo, algo que no sucedía desde 2007. Respecto al mes anterior el paro
registrado baja en julio 64.866 personas, más del doble que la de julio de
2012, dejando el número total de parados en 4.698.814, que sigue siendo una
barbaridad insoportable. En todo caso, una gran noticia ya que, según el propio
Rajoy, en los últimos cinco meses 341.408 personas se han borrado de las listas
públicas de empleo, disminuyendo el número de parados en 149.000 personas, al
extremo que la disminución es “la más intensa desde el año 2004”.
Desde mi punto de
vista, no hay que echar las campanas al vuelo, pero tampoco hay que pasar de
largo ante unos datos que, por su continuidad y su dimensión, dan una cierta
esperanza a que se esté iniciando un cambio de tendencia que, de confirmarse,
sería la mejor de todas las noticias. Ya sé que, pormenorizando en los datos, se
constata que cae el empleo indefinido frente al temporal, pero también sé que
la mayoría de las personas que están en paro se alegran infinitamente cuando se
les da la oportunidad de trabajar aunque sea temporalmente o con un contrato no
indefinido. La desgraciada experiencia que nos ha traído la crisis nos ha hecho
comprender que no hay nada peor que estar parado y no poder ganarse la vida por
sí mismo, aunque desde los sindicatos, como es lógico, se defienda a ultranza
(aunque ellos no lo practiquen con sus propios trabajadores cuando necesitan
hacerlo) la figura de un trabajo seguro e indefinido con las mayores garantías
e indemnizaciones en caso de ser despedido. La dramática experiencia de miles de
empresas quebradas con dicha normativa, dejando en manos del Fondo de Garantía
Salarial las pertinentes indemnizaciones con los mínimos porcentajes y días por
año trabajado, han puesto en evidencia que siempre es mejor una normativa más
flexible, permitiendo un ajuste de las condiciones laborables si es necesario,
que una normativa inflexible para no cumplirla. Así lo entienden los
trabajadores y los sindicatos en la mayoría de los países civilizados del
mundo.
La
polémica de si ganó Rajoy o Rubalcaba me trae sin cuidado. No está el asunto
para competiciones oratorias estelares. Además, cada uno de ellos ya cuenta con
sus respectivos voceros que intentarán ganar la opinión pública en favor de su
respectivo valedor. Lo que me preocupa es la última encuesta del CIS que
manifiesta que sus respectivos partidos, PP y PSOE, siguen cayendo en picado en
intención de voto, mientras que, a gran distancia, IU y UPyD siguen subiendo.
Me preocupa que a pesar de lo que está cayendo en el PP todavía sacaría una
ventaja de 5´3 puntos sobre el PSOE si se celebrasen ahora elecciones (que ayer
pedían que convocara Rajoy, prácticamente todos menos Rubalcaba), lo que
supondría la configuración de un siniestro escenario de ingobernabilidad, que
irá agudizándose si no se cambia dicha tendencia. No sé por qué, la noticia de
que el Tribunal Supremo italiano ha confirmado la pena de cárcel inapelable de
Berlusconi, me ha levantado el ánimo sobremanera, no sólo porque dicho
personaje se lo merece, sino también porque me ha traído a la memoria el
panorama político de Italia y, a pesar de lo que aquí está cayendo, me he
alegrado de que, de momento, no se van a celebrar elecciones en España, según
dijo Rajoy ayer. Sería ya lo que nos faltaba. Menos mal que Rajoy y Rubalcaba
coinciden al menos en esto, y, aunque tengo mis dudas si lo hacen por el
interés general (como yo y supongo que como la mayoría de españoles) o por sus
intereses particulares o partidistas, estoy totalmente de acuerdo con ellos. En
todo caso, bienvenida sea la coincidencia. Quien tenga alguna duda al respecto,
visualizando el debate parlamentario de ayer y analizando las posibles
alternativas reales, resultantes hoy de unos hipotéticos comicios, seguro que
despeja sus dudas al instante.
Lo que
se me escapa es que continúe la polémica pública sobre el accidente ferroviario
de Santiago, paralela a la investigación judicial y técnica. El desfile de
personajes a todas horas por distintos programas de televisión polemizando,
opinando y especulando sobre las causas que provocaron el trágico accidente,
que el juez investiga, sin aportar ningún dato nuevo, pero sí veladas acusaciones
de responsabilidad sin saber bien a quién, me parece totalmente impresentable y
fuera de lugar. Algo que tampoco es normal en los demás países civilizados.
Valga el ejemplo de los dos trenes que, días después del accidente de Santiago,
chocaron en Suiza con más de 35 muertes.
Está claro, España
sigue siendo diferente.
Jorge
Cremades Sena
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