Por fin se despeja el
horizonte en Italia. Obviamente el horizonte político. Tras los negros
nubarrones de estos últimos días a causa del chantaje planteado por Berlusconi,
retirando incluso los ministros de su partido con la intención de hacer caer el
gobierno de Letta, su claudicación ante la evidencia flagrante de que su
irresponsabilidad iba a ser en vano ha resuelto un grave problema no sólo para
Italia, sino también para el resto de sus socios de la eurozona. Hay personajes
que sólo son capaces de reaccionar cuando se ven con la soga al cuello. El
sometimiento de Letta a una moción de confianza era el abismo necesario para
que los distintos políticos italianos, ante la opinión pública nacional e
internacional, mostrasen definitivamente su verdadero rostro y sus verdaderos
intereses. El panorama político parlamentario que los italianos diseñaron en
sus últimas elecciones no deja muchas opciones a la estabilidad gubernamental
en Italia. Y Berlusconi, acostumbrado a ser durante tanto tiempo el magnate de
la política italiana, no está dispuesto a dar nada a cambio de nada. El
objetivo de su apoyo al gobierno de Letta es bien claro y consiste en
protegerse o inmunizarse ante los demasiados procesos judiciales en los que
está incurso que, a poco que se descuide, puede ponerle de patitas en la
cárcel, dónde, seguramente, debiera estar como otros tantos políticos
impresentables. Su reciente condena en firme hace el resto y, ante su inminente
expulsión como senador, prefiere llevar a todos los italianos a una mayor
crisis todavía desestabilizando el gobierno con la retirada de sus ministros.
Yo o el caos, es su planteamiento.
Así suelen ser los gobernantes
populistas que se consideran investidos de una especie de autoridad absoluta que
emana de su absoluta verdad. Sin ir más lejos en España hay algún que otro
ejemplo. El futuro de los italianos le importa bien poco, la prima de riesgo se
dispara y la desconfianza exterior aumenta. Ante dicha actitud sólo cabe
aplicar responsablemente y con contundencia la democracia. En este caso, la
moción de confianza y que el Parlamento, es decir, la representación de la
soberanía, decida de un vez por todas. Curiosamente ni esto hace retroceder a
“Il Cavaliere” y Letta caerá
inevitablemente al no obtener la mayoría parlamentaria que precisa. Sin
embargo, no todos los compañeros del partido de Berlusconi, por una u otra
razón, están dispuestos a seguirle hasta el abismo de su irresponsable locura.
En este caso, su delfín, su hombre de confianza y su mano derecha decide
dejarle en la estacada. Se llama Alfano y, junto a una veintena de senadores de
su partido, rompe su estrategia contra Letta manifestando que apoyarán la
moción de confianza y que, en todo caso, crearán un nuevo partido político. El
“jefe” al ver su estrategia por los suelos, para evitar quedar más
desprestigiado todavía, decide sorprendentemente sumarse a la “traición” de
Alfano votando la continuidad del gobierno de Letta. “Traición” que, con toda
seguridad, la mayoría de italianos de buena fe entenderá como ejercicio de
responsabilidad política, traicionada una y otra vez por Berlusconi. El alivio
para Italia, para su prima de riesgo, para sus perspectivas de futuro y para el
resto de países de la UE, incluida España, es notorio. Un populista menos en la
primera fila de la política siempre es una buena noticia y, especialmente, si
su declive obedece al triunfo de la democracia. Y por ello, desde mi punto de
vista, merece ser destacada y comentada.
En cuanto a nuestro país se refiere,
mientras Rajoy se encarga de vender por Oriente las reconocidas mejoras de
nuestra economía, incluida que en septiembre haya vuelto a subir el paro, pero
menos que en los últimos septiembres de los últimos años (quien no se consuela
es porque no quiere), los asuntos ya habituales siguen su curso sin pena ni
gloria. Me llama la atención y me causa preocupación que, por fin, el señor
Fabra (expresidente de la Diputación de Castellón y exgerifalte del PP en la
zona), después de diez años, nada más y nada menos, se siente en el banquillo
de los acusados para responder de alguno de los asuntos que tiene pendientes
con la justicia. Una justicia que, simplemente por este inadmisible retraso,
deja de ser justicia. Al igual que sucede en los demás casos de corrupción que
se siguen en los tribunales el señor Fabra se declara inocente de todo lo que se
le acusa y, como el resto, el incremento desorbitado de su patrimonio surge por
generación espontánea. Estas cosas siempre son misterios sin resolver a pesar
de los esfuerzos de algunos jueces, como la señora Alaya en el caso de los EREs
de la Junta de Andalucía a la que, por cierto, se le añade la investigación
sobre las facturas fraudulentas de UGT-Andalucía por su más que probable
vinculación con el asunto matriz. Lo que es “vox populi” parece que por fin
también llega a los juzgados. Entretanto parece ser que la Junta está en otra
cosa ya que al parecer ha prohibido a los profesores de Religión estar en el
patio de recreo. No me cabe duda de que profundas razones pedagógicas avalarán
la medida.
Quienes probablemente estén algo
molestos son los “pancatalanistas” reunidos en Mallorca al conocer que el
Tribunal Constitucional ha avalado que Baleares no exija el catalán a los
opositores, tal como mantiene la reforma de Bauza. Seguramente estará también molesto
el PSOE, promotor del recurso contra la Ley de la Función Pública del Gobierno
Balear, pues en su afán de meterse en todos los charcos es normal que cada vez
tenga los zapatos más llenos de barro. Y por supuesto la Generalitat de Cataluña
que, pendiente del asesoramiento que Otegi hará desde la cárcel al Parlament
sobre el “derecho a decidir” y de la campaña propagandística para explicar su
proyecto a casi todas las autoridades en todas las ciencias del mundo mundial
(desde Merkel a Spielberg), seguro que sabrá encajar estas pequeñeces del TC;
además, como no suele acatar sus sentencias, tampoco tiene demasiada importancia
lo que digan.
Jorge Cremades Sena
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