Tiene cierta lógica que
la noticia del día, es decir, la sentencia del Tribunal de Estrasburgo dándole
la razón a la etarra Inés del Río, que ya ha sido excarcelada por la Audiencia,
provoque una indignación casi generalizada, al extremo de que muchos anden hoy
rasgándose las vestiduras, buscando culpables o responsables y especulando sobre
qué nos han llevado a semejante desaguisado, no tanto por el caso particular de
la citada etarra, sino por el precedente que la sentencia supone para una serie
de presos peligrosos, terroristas o no, que, en similar situación que ella,
podrán exigir una solución a su irregular situación carcelaria. Cierta lógica
desde el punto de vista sentimental, por supuesto para las víctimas, con las
que la gente decente se solidariza en este aciago día. Que si es una “afrenta”
a las víctimas, el precio por el mal llamado “proceso de paz”, una “injusticia”
sin precedentes, la mayor victoria de ETA en los tribunales…y tantas otras
cosas por el estilo inundan los medios de comunicación, escritos y
audiovisuales, mientras se culpabiliza a diestro y siniestro a este o aquel
gobernante, a este o aquel político, magistrado o juez. Pero ninguna lógica de
estas reacciones desde el punto de vista jurídico que, en última instancia, nos
hace responsables de la situación a todos los españoles y, especialmente a los
legisladores, que, en su día, legislaron de forma tan favorable a gente tan
indeseable y, por ende, tan desfavorable a la protección de la inmensa mayoría
de ciudadanos honrados. Es necesario pues asumir, nos guste o no, el asunto con
absoluta normalidad, para que, al margen de la rabia acumulada que cada uno
tenga, no se haga más daño del necesario a nuestro Estado de Derecho, que, como
se constata, es manifiestamente mejorable.
Pero, guste o no, lo cierto es que
Inés del Río lleva encarcelada de forma irregular desde hace varios años, al
aplicarle una medida (conocidas como la doctrina Parot) de cómputo de beneficios
penitenciarios desfavorable con efecto retroactivo, que, a todas luces es ilegal.
Ante su reclamación, ajustada a derecho, Estrasburgo ratifica la
irretroactividad de la ley, con las consecuencias que se deriven de ello. Y
punto. Esta es la situación. (Ver, entre otros artículos, “Cadena perpetua”
sep. 2012, o “Doctrina Parot, punto y final” en mi blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/). Todo lo demás, se mire como se mire, son meras
especulaciones, muchas de ellas interesadas, con marcado interés político o
mediático, que sólo conducen a albergar falsas esperanzas en algunos, a modular
compromisos contraídos y, en definitiva, a deteriorar el Estado de Derecho en
el que, para bien o para mal, siempre se debe aplicar la legalidad a rajatabla
y, lamentablemente, en el nuestro la legalidad tenía lagunas importantes que
traen estas consecuencias. Lo que procede ahora es corregirlo y acabar con
dichas lagunas de cara al futuro. Quienes venimos exigiendo en tantos otros
asuntos un cumplimiento estricto de la ley para evitar el desmadre y el acoso
que sufre nuestro Estado de Derecho (imperfecto, pero es el que nos hemos dado)
no podemos caer en la incoherencia, por mucho que nos duela, de bordearla o
incumplirla en ningún supuesto, por lamentable que sea, como es el caso. Con
todo el dolor del alma, los demócratas, a diferencia de los totalitarios, hemos
de acatar siempre y exigir en cada instante el cumplimiento de la ley vigente,
como garantía de los derechos que nos hemos dado. Es el arma más potente que
tenemos. Y, precisamente por ello, lo que toca ahora es exigir a quienes han de
hacer cumplir la ley, al igual que en este caso, que no miren hacia otro lado
cuando quienes hoy se benefician de su aplicación estricta con el apoyo de
todos los demócratas mañana la bordean y trasgreden. Entre ellos, muchos de los
que hoy, por razones totalmente opuestas, se alegran de que asesinos con
cientos y miles de años de condena sean puestos en libertad precisamente porque
así lo estipulaba la ley vigente en el momento en el que cometieron sus
terribles fechorías.
Desde mi punto de vista, poco más se
puede decir al respecto, aunque para ilustrar lo dicho, se podrían poner miles
de ejemplos que, con mayor o menor relevancia pública, nos sorprenden en el día
a día. En todo caso, al igual que hemos de mejorar nuestras leyes, hemos de
intentar en paralelo, mejorar nuestra economía que, a tenor de las noticias de
estos últimos días, parece que comienza a despegar. Si el mismísimo presidente
del Eurogrupo dice que “los bancos españoles están mejor que muchos europeos”;
si el mismísimo Bill Gates invierte en España más de 113 millones para hacerse
con un 6% de FCC; si con la emergente China hay prósperas relaciones
comerciales con tendencia a mejorar, y si el Gobierno prevé que la economía
puede crecer más del 1% el próximo año, como mínimo hay que dejar un resquicio
a la esperanza.
Si además ERC califica de
“chaladura” el proyecto de “Entesa per la LLibertat” que CiU alienta, con el
mismísimo Guardiola de protagonista, para disimular la estrepitosa derrota de
Artur Mas frente a Junqueras, en caso de ir a las elecciones por separados,
hasta en este grave asunto del independentismo cabe un cierto resquicio para el
optimismo, salvo que, al final, se salga con la suya ese importador de
productos chinos que puja por los derechos de la “estelada”, que obviamente
podría generar sombras de duda en nuestras inmejorables relaciones comerciales
con China. Esperemos que la patente de la “estelada” siga en manos del ya
conocido empresario castellonense.
Jorge Cremades Sena
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