Una nueva tragedia
sacude las conciencias de los europeos e indigna especialmente a quienes tienen
que enfrentarse casi a diario a la misión imposible de impedir la entrada en
Europa a los depauperados habitantes de los países vecinos subdesarrollados. Un
nuevo naufragio, esta vez de un carguero, cerca de Lampedusa y Malta deja
varias decenas de muertos, sumándose a la tragedia de hace unos días, y a otras
y otras anteriores, que conforman este laberíntico infierno sin nombre, que
inunda el Mediterráneo de cadáveres flotantes, sin nombre. Italia y Malta ya no
pueden más y culpan a la UE de esta perenne tragedia, sin nombre, que abochorna
e invalida cualquier proyecto europeo desde el punto de vista humano, político
y social. Es obvio que la UE tiene que cambiar urgentemente de estrategia
contra esta inmigración inevitable, que, por un lado, reaviva los populismos
xenófobos y la insolidaridad interterritorial, y, por otro, deshumaniza el
rostro de los gobiernos europeos democráticos, incapaces de diseñar otra
estrategia que la de nacionalizar a los inmigrantes muertos para enterrarlos y
devolver a los vivos a los infiernos de los que huyen. Una estrategia que pasa,
inevitablemente, por aliviar en origen la dramática situación que viven estas
gentes en sus países y que, por tanto, se ha de basar en un mayor esfuerzo de
cooperación y ayuda al desarrollo (casi abandonado por causa de la crisis), en
un mayor control de las partidas con carácter finalista, tanto de las ayudas
como de inversiones en proyectos productivos, y en una mayor reciprocidad en el
cumplimiento de los compromisos adquiridos mediante acuerdos bilaterales o
multilaterales con los gobiernos afectados.
Y mientras continúa la tragedia de
la inmigración, se reestrena una y otra vez, poniéndolo en escena, el drama
español. La multitudinaria concentración en Barcelona con motivo del 12 de
octubre, reafirmando la identidad catalana y española, contrasta con la
multitudinaria manifestación, celebrada hace un mes en la Diada, reafirmando la
identidad catalana como excluyente de la española (Ver artículo “Som Catalunya,
somos españoles” en blog Ojo crítico, http://jcremadesena.blogspot.com.es/). Una esquizofrenia política que está creando verdaderas
fisuras en algunas formaciones políticas y una división inadmisible en la
sociedad catalana, alimentada por tertulias televisivas en las que algunos
personajes, como la ex diputada Pilar Rahola, se permiten decir todo tipo de
barbaridades, poniendo el ilegal proceso de Artur Mas como ejemplo de
democracia y avalando el desacato a la Constitución (es interpretable, dice,
omitiendo que, en todo caso, la debe interpretar el TC, como hizo con el
Estatut, y no ella), en una especie de clase magistral de democracia, como dice
Mas, por encima de “leyes y constituciones”. Un verdadero drama, totalmente
irracional, en el que los distintos partidos políticos, supuestamente
democráticos y constitucionalistas, prefieren ahondar en sus diferencias
partidarias, salvo alguno de ellos, perdiéndose en matices irrelevantes,
mientras que CDC.ERC, aparcando sus abismos ideológicos, concentran todo su
esfuerzo en el proyecto independentista…y luego ya veremos. Que la
concentración multitudinaria del 12-O sólo contara como avalistas políticos con
el PP y Ciutadans es deplorable. Que algunos de los ausentes en una
convocatoria con el lema “Som Catalunya, somos España”, siguiendo a una
gigantesca bandera mitad española y mitad catalana, tachen a los convocantes de
generar la “catalanofobia”, cuando se callaron o participaron en la
convocatoria con el lema “Vía Catalana”, plagada de esteladas ilegales, cuyos
convocantes mantienen un permanente rosario de acusaciones e insultos al resto
de españoles desde hace demasiado tiempo (resumido en el España nos roba) es un
ejercicio de cinismo intolerable. Un cinismo que, inevitablemente, pagarán en
las urnas, no sólo en Cataluña, sino también en el resto de España. Hay temas
con los que no se juega, ni se hace trampas. O estas en una orilla o en la
otra; o te vistes o te desnudas. . . lo que no se puede hacer es bañarte y
guardar la ropa. Al final, inevitablemente, se te ve el plumero.
Jorge Cremades Sena
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