Ahora resulta que Zapatero no improvisaba.
Quien improvisaba era la crisis. Es lo que dice el expresidente del gobierno
Rodríguez Zapatero, quien, con motivo de la publicación de su libro, anda
dispuesto a reconocer ante la opinión pública que para gobernar se precisa algo
más que buenos deseos, que nadie debiera negar a cualquier gobernante
democrático. Gracias a esta especie de fiebre de sinceridad que le ha entrado,
sabemos que el giro copernicano a su política idílica y totalmente alejada de
la realidad surgió cuando los hechos, inevitablemente, le sacaron de la ceguera
ante una lamentable realidad que no quiso ver. Una realidad que si se hubiera
afrontado desde el inicio con la crudeza que requería, por impopular que fuera
abordarlo, probablemente, no hubiera generado tanto deterioro y las
perspectivas actuales serían bastante mejores. Bien está pues que, aunque a
toro pasado, se reconozca que para curar a un alcohólico no se le puede seguir
dando más alcohol, ya que se corre el riesgo de que caiga en el delirium
tremens y luego cuesta mucho más recuperar el tiempo perdido para sanarlo.
Al margen de Zapatero, quien ahora tiene que andar improvisando
es el Estado y sus instituciones correspondientes para intentar aliviar la
alarma social generada por las escandalosas excarcelaciones de presos “sin
pronóstico de rehabilitación” a causa, precisamente, de no haber hecho los
deberes anteriormente y mantener durante muchos años un código penal obsoleto elaborado
durante el franquismo, poniendo en evidencia que el objetivo de la reinserción
es papel mojado. Mientras la AVT pone el grito en el cielo y el mismísimo
ministro de Interior manifiesta que las excarcelaciones le producen “rabia y
dolor, en primer lugar por las víctimas”, como a cualquier demócrata de bien,
se anda buscando fórmulas, de difícil encaje en nuestra legalidad, para que
haya una cierta vigilancia sobre los asesinos y violadores que andan ahora
entre nosotros, sin que sepamos ni siquiera cuál es su aspecto físico actual
salvo que, como ya se apunta, algunas televisiones los exhiban, previo pago,
(parece que ya andan detrás de Ricart, por ejemplo) en tertulias o programas
basura como ya vienen haciendo con determinados delincuentes por asuntos de
corrupción. Y todos contentos; las televisiones con más índice de audiencia, el
delincuente con más fama (añadida a su repugnante fama) y, por supuesto, con
bastante más dinero. Es lo que hay en la sociedad que hemos creado. Dice
Fernández Díaz, el ministro, que “si el PSOE hubiese reformado el Código Penal
no tendríamos que vivir esto”, y no le falta razón ya que la mayoría de los
excarcelados fueron juzgados y condenados hace más de dos décadas, cuando, en
efecto, gobernaba el PSOE, pero, si a nivel electoral o aclaratorio, tal
afirmación puede tener sentido, para nada sirve a efectos prácticos. Los
retoques al Código Penal posteriores, siguen siendo insuficientes y, a día de
hoy, todavía estamos a la espera de que por fin nos homologuemos en lo penal
con el resto de países de la UE, entre los que la inmensa mayoría contemplan la
“cadena perpetua revisable” como la mejor fórmula de garantizar el objetivo de
reinserción, por un lado, haciéndolo compatible con el de seguridad de los
ciudadanos. Por cierto, el ministro citado, ante el revuelo organizado por la
futura Ley de Seguridad Ciudadana, ha dicho que la misma “debe preocupar a los
violentos”. De eso es de lo que se trata y eso es lo que quiere la inmensa
mayoría de ciudadanos. Basta dar un vistazo a las encuestas.
En otro orden de cosas, ni la dimisión del líder sindical
andaluz, Fernández Sevilla, suaviza el escándalo de presunta corrupción de UGT.
Los medios apuntan a un parcheo del mismísimo Cándido Méndez para salvarse él
de la quema y apuntan a ciertos despilfarros en UGT-Madrid, como el gasto de
nada menos que 4.000 euros en teléfono por cada dirigente. Esperemos que, a
diferencia de Andalucía, el resto de Federaciones no siga la estrategia
andaluza de tapar el escándalo, como se desprende de una grabación, por parte
de Sevilla y su equipo, en que reconociendo que “en la calle queda que somos
sinvergüenzas y chupópteros” (una obviedad que se comprueba simplemente preguntando
a la gente a voleo), el dimitido Sevilla manifiesta “qué quereis, nos hacemos
el harakiri por dos facturas que se hicieron mal” y añade “no le vamos a hacer
el trabajo a la dichosa jueza” para no entregar a Alaya el informe interno.
Ante los hechos tan graves y tan honesta decisión de colaborar con la justicia,
no extraña que la Fiscalía esté estudiando aplicar el art. 308 del Código Penal
para investigar a UGT en la Audiencia Nacional. Da la sensación de que, como en
el asunto de los EREs el asunto va para rato y que sólo estamos ante la punta
del iceberg.
Y mientras parece que en Escocia se impone el
sentido común ya que, según las encuestas, el deseo independentista pierde
enteros por las consecuencias económicas que acarrearía, dando hasta 17 puntos
de ventaja a los unionistas (que saben la tragedia de quedar fuera de la UE),
en Ucrania se desata un conflicto social de envergadura contra el presidente
Yanukovich por su negativa (para mantenerse en la órbita de Rusia) a firmar el
acuerdo comercial con la UE que se estaba negociando durante meses. Parece que
sólo los independentistas catalanes están por correr todos los riesgos de salirse
de la UE con tal de mantener el juego del independentismo. Y también parece que
todos los españoles, según dicen las encuestas, prefieren dibujar un futuro
panorama de inestabilidad política para la próxima legislatura, mientras IU y
UPyD duplicarían sus escaños y PP ganaría pero sin mayoría absoluta, mientras
el PSOE se estancaría como principal partido de la oposición, la atomización
del resto de opciones a otros partidos, impediría al final tanto a IU como a
UPyD ser claves para otorgar mayoría absoluta tanto a PP como a PSOE, abocando
inevitablemente a un gobierno débil e inestable. Aquí no estamos en Alemania y
pensar en un hipotético pacto de gobierno PP-PSOE, sería como pedir peras al
olmo. Una preocupación más, nada baladí, a añadir a las que ya tenemos.
Jorge Cremades Sena
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