Mientras el Parlamento de Cataluña cursa la petición
suicida al Congreso de los Diputados de que se le otorguen poderes para
celebrar una consulta soberanista, sabiendo que por mayoría más que absoluta no
se le va a otorgar, y mientras ERC advierte que “esta es la última oportunidad
para el Gobierno” cabe preguntarse para qué es esa generosa última oportunidad.
¿Para qué Rajoy convenza a la mayoría de la Cámara? ¿Para qué PP y PSOE cambien
de criterio al respecto? ¿Para qué lo haga el resto de partidos que no
comparten el objetivo?... ¡Para qué! Y, si esta última oportunidad que concede
ERC antes de perdonarle la vida al Gobierno, al Congreso o al Espíritu Santo,
no es del gusto del independentismo al triunfar la democracia… ¿qué va a hacer
ERC y el resto de soberanistas al ver derrotada de forma democrática su
propuesta? ¿Qué va a hacer Artur Mas y CíU? Esta es la verdadera cuestión. ¿Van
a acatar las reglas de juego establecidas o se las van a seguir saltando de
palabra y obra como hasta ahora? Entretanto Durao Barroso insiste en que la
independencia conlleva, como nuevo Estado, la salida automática de la UE y
alerta del peligro de los “nacionalismos extremos” como si hubiera
nacionalismos no extremos, solidarios, pacíficos y democráticos. Como tengo la
certeza de que Barroso conoce perfectamente la Historia, no me cabe duda de que
sus palabras son un eufemismo bondadoso para no herir sensibilidades. Casualidad
que dichos acontecimientos coinciden con la visita que Maroni, presidente de la
Liga Norte de Italia, hace a Artur Mas en Cataluña y, ante el claro objetivo
euroescéptico del italiano, además de otras “virtudes” que le adornan como por
ejemplo sus ramalazos xenófobos, el catalán no ha dudado en manifestar que “no
existe ningún debate sobre la continuidad de Cataluña en el euro” y destacar la
“enorme riqueza” que supone para Cataluña “estar conformada por ciudadanos de
procedencias tan diferentes, de España, y también de otros países de Europa y
del resto del mundo”. Y se queda tan a gusto. ¿Acaso no se le ha dicho por
activa y pasiva el riesgo que corre Cataluña si consiguiera la independencia?
Da igual. Con el nacionalismo independentista no caben razones. Es inútil perder
el tiempo en ello. No extraña que ahora le salga un nuevo aliado a Artur Mas,
se trata de Gordillo, el líder sindical campesino andaluz conocido por los asaltos
a fincas y supermercados, que mantiene que Andalucía tampoco es España. Se
remonta a Tartessos, pasando luego por Al Andalus, para justificar y razonar
este nuevo ramalazo nacionalista del sur.
Lo que extraña sobremanera es que el PSOE no haya tomado
ya medidas para presentarse en Cataluña de forma libre y autónoma. Si los tres
diputados díscolos, más el alcalde de Lérida y todos los que ahora les apoyan
defienden un nacionalsocialismo (dicho en términos de prioridad de objetivos,
nacionalismo y luego socialismo) es obvio que, salvo que todo sea ya
inexplicable, no son éstos los prioritarios objetivos del PSOE. Menos aún el
manifiesto totalitarismo de pasarse por el arco del triunfo las resoluciones
mayoritarias del partido. ¿Qué hacen ya sin expulsarlos del mismo? Da igual si
se llevan consigo el acta de parlamentarios, siempre será mejor tenerlos como
contrincantes externos que como enemigos internos. Como dice algún medio, Artur
Mas de momento ha conseguido la secesión, pero la del PSC.
Por cierto, ante este desmadre autonomista
nacional-independentista, ya aparecen nuevos partidos, como el recientemente
creado Vox, que plantean abiertamente la desaparición de los parlamentos regionales.
Teniendo en cuenta el hartazgo de buena parte de los ciudadanos de que los
líderes autonómicos, sus gobiernos e instituciones se dediquen más a generar
problemas que a solucionar los existentes, no es descabellado un repunte de
centralismo nacionalista español que, al final, perturbaría más aún esta
especie de caos institucional-territorial que estamos soportando.
Jorge Cremades Sena
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