Son los adjetivos que utiliza Artur Mas para
“vender” a los líderes europeos su proceso independentista. Calificado por
algunos de “ridículo”, yo creo que es algo mucho peor, el Molt Honorable
President de Catalunya, mientras algunos trasplantados catalanes sufren
problemas de acceso a fármacos vitales, se dedica, entre otras cosas, a enviar
cartitas a presidentes de varias decenas de países para que le ayuden en
estimular un proceso “transparente, pacífico y democrático” en Europa y así
vencer la resistencia del Gobierno de Madrid. Se refiere, obviamente, a su
propuesta de consulta ilegal con el objetivo de independizar a Cataluña del
resto de España. ¿Se imaginan al presidente de Sajonia escribiendo a Rajoy para
que le ayude a independizarse de Alemania y doblegar la resistencia del
Gobierno de Merkel? ¿Se imaginan a Rajoy contestándole que hará lo que haga falta
para que Merkel se doblegue ante semejante ilegal propuesta? Pues, eso. En su
argumentario estrafalario, se permite anunciarles que el “referéndum” se “celebrará”
en la fecha ya decidida y asegura que se producirá la independencia, con lo que
Cataluña “será la séptima mayor economía de la UE”, acusando entretanto a los “funcionarios
españoles” de minar su autoridad. En fin, lo de Juan Palomo, “yo me lo guiso,
yo me lo como”. Me pregunto (y se preguntarán los mandatarios internacionales),
si tiene autoridad, si todo es trasparente, pacífico y democrático… ¿qué tipo
de ayuda necesita ante un país, España, democrático, amigo y aliado de la
mayoría de los países a los que solicita la ayuda? Es una pena que, por si lo
desconocen, no les haya relatado en la misiva que el problema es que él no
tiene “autoridad” para hacer lo que hace, que la legalidad vigente se lo
impide, y que, por tanto, su proceso es justamente lo contrario a trasparente,
pacífico y democrático. En todo caso, supongo que todos estamos ansiosos por
conocer las respuestas a tan pintorescas peticiones.
Tan pintorescas como la búsqueda, por parte de algunos
voceros y tertulianos de piñón fijo, de los tres pies al gato para ensombrecer
los buenos resultados económicos de estos días, dando la sensación de que les
entristece que la prima de riesgo, el paro y la desconfianza internacional
hayan bajado. ¿Cuesta tanto felicitarse y felicitarnos ante las buenas noticias
que inauguran el año? Sólo falta que con lo que nos ha caído encima y con lo
que nos tiene que caer todavía, seamos incapaces de disfrutar de los escasos
momentos de cierta alegría que nos proporcionan las noticias, cuando lo lógico
es que toquemos madera para que los próximos datos vayan en la misma dirección
que los que ahora nos alegran un poquito la existencia.
Incluso quienes se mueven por mecanismos irracionales de
tipo militante o ideológico, si su alegría o tristeza depende en exclusiva de
intereses partidistas, tiene la posibilidad de elegir la opción que más le
interese. Basta echar un vistazo a las encuestas para quedarse con la que más
convenga: “Rajoy decepciona al 68´4% de los ciudadanos y a un 54´7% de sus
propios votantes” o “el PP de Rajoy aventaja en 8´9 puntos al PSOE de Rubalcaba”.
Quien no se contenta, es porque no quiere. Por ello sugiero que, al margen de
los datos que vayan apareciendo, se afronte la realidad con optimismo. Una
buena forma de afrontar lo que queda por hacer en esta legislatura. Baste, como
ejemplo, una de las leyes más polémicas, la del aborto. Con toda la oposición
en contra, así como colectivos sociales, sindicales, etc. resulta que, según
una encuesta publicada hoy, el 52´9% del electorado popular (imaginen de todo
el electorado) prefiere la ley Aído, mientras que, según otra encuesta, el 72´1%
la rechaza y el 51% es favorable a una ley de supuestos como la de Gallardón.
Con esta especie de opciones a la carta, hasta lo trágico parece cómico.
Y hablando de tragicómico curiosamente los excarcelados
etarras se citan para concentrarse en un “matadero”, mientras el juez Pedraz
pide informes para ver si el evento incurre en algún tipo de figura delictiva y
lo prohíbe. Hasta Sortu corre el riesgo de ser ilegalizado si, en caso
positivo, acude al acto etarra convocado para mañana. Y, entretanto, la
Defensora del Pueblo abre investigación al Gobierno por su actitud ante la “doctrina
Parot”.
Finalmente, mientras Competencia no encuentra pruebas de
manipulación en la subasta eléctrica, donde se desencadena un conflicto es en
Panamá, al extremo de que el Presidente panameño ha citado a nuestro embajador,
mientras nuestra ministra de Fomento viaja al país centroamericano para
intentar suavizarlo al menos. Sacyr, tras haberse adjudicado en su día la
megaobra del Canal de Panamá, paraliza las obras, alegando que no puede asumir
el sobrecoste y exigiendo el 50% más de lo presupuestado. Obviamente las
autoridades pertinentes de Panamá no aceptan la petición. Si en su momento ya
se cuestionó la viabilidad de la oferta a la baja de Sacyr, para quedarse con la
obra frente a otros aspirantes, ahora se pone en evidencia, al margen de otras
circunstancias, que las críticas no eran gratuitas. Un feo asunto que, aunque
pertenezca al ámbito de lo privado, puede empañar la “marca España” en el
exterior, lo que le da trascendencia pública y diplomática al asunto.
Es
lamentable que con demasiada frecuencia, cuando no se mete la mano, se mete la
pata, y en muchas ocasiones ambas a la vez. Y luego toca “desfacer” el
entuerto.
Jorge
Cremades Sena
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